8° día: Novena a Nuestra Señora Consolata

18 de junio

María guarda estas cosas en su corazón

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo…

ORACIÓN INICIAL

Padre Santo, por la intercesión de nuestra Señora de la Consolata, recibe nuestras alegrías, esfuerzos y esperanzas. Danos fuerza para llevar con valor los sufrimientos, las dificultades y fragilidades. Transforma todo ello en misericordia, solidaridad, justicia y paz, para que podamos gozar en espíritu de familia, de la casa común que Tu nos has dado.

Que, siguiendo a tu Hijo Jesús, sepamos trabajar por el bien de los demás, con la fuerza del Espíritu Santo y la compañía maternal de María que corre presurosa al encuentro de la vida que eres Tú mismo que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ILUMINACIÓN BÍBLICA

Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres (Lc 2,51-52).

MEDITACIÓN

La presencia de María en los evangelios asume el tono de la discreción. Y la Consolata es “delicada”, dice el P. Allamano. Inspirándonos en ella, aprendemos a estar presentes entre la gente de modo simple y fraternal, con gran mansedumbre, delicadeza y magnanimidad.

María se conforma plenamente con la voluntad de Dios, “entra en las intenciones de su Divino Hijo”, pero, agrega el P. Allamano, “con su ternura, poniendo al servicio del Reino las dotes de su feminidad y maternidad. En ella brilla la misericordia. Es ella quien siempre pone vida, bien, gracia, aún en aquello que es negativo: hace entrar al paraíso por la ventana; es el viñador de la parábola evangélica de la higuera que suplica al dueño tener paciencia todavía”.

Propósito: Pidamos a la Virgen la Gracia de respetar las ideas ajenas, valorarlas y madurar las nuestras.

ORACIÓN FINAL

Súplica a la Virgen Consolata

Oh Consolata, nuestra tierna Madre,
nosotros, tus hijos e hijas, nos dirigimos a ti:
consuela a toda la humanidad afectada por guerras, violencia y enfermedades.
Dirige tu mirada sobre los que sufren,
sana a los enfermos, fortalece a los que trabajan por la salud de todos.

Acoge en tu amor maternal a los difuntos y consuela a sus familiares.
Ilumina a los gobernantes para que tomen, en cualquier situación,
las decisiones correctas por el bien común.
Tú, que eres nuestra Consolata, guárdanos en tu amor
y acompaña nuestros pasos por los caminos del mundo
donde la misión nos pide ser consuelo para la humanidad.

OH, ¡VIRGEN CONSOLATA!, intercede por nosotros ante tu hijo Jesús. Amén.

Nuestra Sra. de la Consolata Ruega por nosotros
Beato José Allamano Ruega por nosotros

Contenido relacionado