
En tiempos de profundos desafíos económicos, sociales, ecológicos y culturales, la Iglesia está llamada a renovar su modo de vivir el Evangelio. El reciente proceso de empalme pastoral en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima del Vicariato Apostólico de Leguízamo-Solano, en Puerto Ospina, se convirtió en una experiencia de comunión, memoria y discernimiento. Este texto recoge los ecos de esa jornada fraterna, iluminada por la exhortación Querida Amazonía y por el anhelo de construir una pastoral viva, sinodal y profética, al servicio de la vida y del territorio.
Por P. Mauricio Awiti, IMC *

Un encuentro de gratitud y esperanza
La noche del 8 de noviembre marcó un momento significativo para la comunidad parroquial: la reunión de empalme entre el párroco saliente, P. Francis Kitavi, el nuevo párroco, P. Francis Shau y la participación del consejero regional P. Maurice Awiti. El encuentro se desarrolló en un clima de diálogo, gratitud y comunión fraterna. El P. Kitavi presentó una reseña del trabajo pastoral realizado durante los últimos cinco años, destacando los avances en la evangelización de los niños, jóvenes y mujeres, aunque subrayando la necesidad de fortalecer el trabajo con los hombres. En este marco, hubo un espacio para el discernimiento comunitario, marcado por la sinodalidad y la apertura a la voz del Espíritu.
Se formularon preguntas esenciales para la tarea misionara en Puerto Ospina: “¿Tenemos conciencia y convicción de que la misión es de Dios? ¿Cuál es el lugar del laicado en la misión y les damos la libertad para discernir su propio camino discipular? ¿Cómo misioneros de la Consolata, estamos abiertos a dejarnos interpelar por ellos en su búsqueda del bien de la Iglesia y de su misión en el mundo?”
Discernimiento desde la realidad: desafíos de la pastoral amazónica
Durante la reunión, se reconocieron los grandes desafíos pastorales que marcan la vida de la región: los cultivos ilícitos, la inseguridad, la ausencia del Estado, la indiferencia religiosa, el consumo problemático de alcohol, las distancias entre las comunidades, la falta de equipos pastorales y el alto costo de los desplazamientos fluviales, que afectan la sustentabilidad del trabajo misionero.
Ante este panorama, el discernimiento se orientó al deseo de construir una pastoral dinámica, capaz de responder con creatividad y esperanza a los signos de los tiempos. Se enfatizó la necesidad de fortalecer los lazos comunitarios, promover la formación integral de los agentes pastorales y fomentar la corresponsabilidad misionera del laicado.
El discernimiento se enriqueció con la reflexión sobre los tres grandes problemas estructurales de la Amazonía, que no pueden estar ausentes en la planificación y acción pastoral:
- La minería ilegal, que envenena los ríos con mercurio, destruye comunidades amazónicas y financia grupos armados. Se considera que, la pastoral amazónica está llamada a asumir una postura profética, promoviendo alianzas con REPAM y de más redes de cooperación que defiendan la vida frente a este flagelo.
- La deforestación, que avanza a un ritmo alarmante de más de 200.000 hectáreas anuales en la Amazonía colombiana (IDEAM, 2024), amenaza la biodiversidad y el equilibrio climático. Frente a esta realidad, se subrayó la urgencia de promover una reforestación masiva con especies nativas, educación ecológica comunitaria y políticas de incentivos justos para campesinos y colonos que opten por conservar el bosque.
- El narcotráfico, que continúa destruyendo el tejido social y alimentando la violencia. Se insistió en la necesidad de una estrategia internacional, nacional y local concertada entre Colombia, Brasil, Perú y Ecuador, para desmantelar las redes criminales y construir alternativas económicas sostenibles que dignifiquen la vida.

Estas reflexiones permitieron comprender que el cuidado pastoral no puede desvincularse del cuidado de la Casa Común, como lo expresa el Papa Francisco en Laudato Si’ (2015): “Todo está conectado, y el grito de la tierra es también el grito de los pobres” (n. 49).
Hacia una pastoral especializada con enfoque amazónico
Inspirada en la Querida Amazonía y en la ecología integral se hizo alusión a la necesidad de construir una pastoral especializada. Esta pastoral amazónica debe ser encarnada, dialogante y transformadora, promoviendo la defensa de la vida, la justicia social, la interculturalidad y la sostenibilidad del territorio. Este requiere un paso “de una pastoral de mantenimiento a una pastoral con equipos, enfoque ecológico y comunitario. Esta es una urgencia. Por lo tanto, este implica capacitar líderes locales, fortalecer las redes de solidaridad y abrir espacios para el protagonismo laical en la misión. Como enseña el Papa Francisco (2020), “la misión de la Iglesia en la Amazonía no es imponer, sino acompañar, escuchar y aprender de los pueblos que la habitan” (Querida Amazonía, n. 61).
Soñar una pastoral viva
El empalme pastoral no fue solo un cambio de responsabilidades, sino una oportunidad para renovar la esperanza y dejarse guiar por el Espíritu. Discernir desde la realidad amazónica implica mirar el territorio como un lugar teológico donde Dios sigue hablando a través del clamor de la tierra y de los pueblos.
El llamado final es claro: construir una pastoral viva, con rostro amazónico y corazón universal, que sea signo del Reino y testimonio de una Iglesia que escucha, acompaña y transforma.
Se le desea al Padre Shau un tiempo fecundo de servicio pastoral, inspirado en el carisma Consolata y la exhortación Dilexi Te de León XIII, que recuerda el llamado a “amar a Cristo en la humanidad sufriente”.
* Por P. Mauricio Awiti, IMC – Consejero de la Región Colombia



