
El misionero de la Consolata, padre Julio Caldeira, comparte en esta entrevista su camino misionero en la Amazonía y sus expectativas en la nueva responsabilidad como vicepresidente de la REPAM, junto a Mons. Rafael Cob, Hna. Ana María Palomina, Carol Jeri y Mons. Evaristo Spengler.
Por Redacción *
La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) vive un momento significativo con la reciente renovación de su equipo de animación de la presidencia para el periodo 2026-2028. En esta ocasión conversamos con el padre Julio Caldeira, misionero de la Consolata, comunicador y formador, quien ha sido nombrado vicepresidente de la REPAM, integrando la nueva presidencia junto al Mons. Rafael Cob, presidente, y las vicepresidentas Hna. Ana María Palomina MML, Carol Jeri y Mons. Evaristo Spengler OFM.
Con más de 15 años dedicados a la misión en la Amazonía en Ecuador, Colombia y Brasil, el P. Julio ha caminado con diversos pueblos y procesos eclesiales de la región. Participó en la fundación de la REPAM en 2014 y de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) en 2020, y en la comunicación del Sínodo Amazónico de 2019 y en la Conferencia Eclesial de América Latina y Caribe de 2021.
Hoy, tras un camino de discernimiento, asume una nueva responsabilidad que confirma su compromiso con la vida, los pueblos, la Amazonía y el rostro amazónico de la Iglesia.
Entrevista
Padre Julio acaba de ser nombrado vicepresidente de la REPAM. ¿Qué significa para usted asumir esta misión?
Recibo esta misión con gratitud y humildad, con gran espíritu de servicio. Haber acompañado la REPAM desde antes de su nacimiento en 2014 hace que este momento sea muy especial para mí.
Asumir como vicepresidente, y hacer equipo con Mons. Rafael Cob, Hna. Ana María Palomina, Carol Jeri y Mons. Evaristo Spengler, significa seguir tejiendo juntos un servicio eclesial que defiende la vida de los pueblos amazónicos y acompaña sus luchas y esperanzas. Me siento honrado por la confianza, consciente del desafío, y profundamente motivado por el compromiso de nuestra Iglesia con la Amazonía.
¿Cómo nació su vocación misionera y cuál ha sido su camino en la Amazonía?
Nací en la costa brasileña (Paraíba do Sul-Río de Janeiro), pero siempre digo que soy ‘amazónico por adopción’. La querida Amazonía no solo me recibió; me formó. Mi vocación misionera es fruto de la gracia de Dios y del llamado a entregar la vida en la misión en estas tierras.
Como misionero de la Consolata, en los últimos 15 años he vivido y servido en Ecuador, Colombia y Brasil, en comunidades indígenas, campesinas y urbanas, en procesos sinodales y en la comunicación eclesial. La Amazonía me ha enseñado a caminar con los pueblos, a escuchar sus luchas y a reconocer a Dios en la vida que brota de la selva y de sus culturas.

¿Qué papel usted tuvo en la REPAM y en el Sínodo Amazónico?
Participé del camino sinodal de la Iglesia en la Amazonía en este tiempo, especialmente en los procesos que llevaron a la fundación de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) y de CEAMA (Conferencia Eclesial de la Amazonía). Durante el Sínodo Amazónico de 2019 viví un momento decisivo: acompañé el proceso y trabajé en la cobertura de prensa, comunicando los mensajes y avances de una experiencia sinodal histórica para la Iglesia.
Entre 2019 y 2023 fui asesor de prensa y director de comunicación de la REPAM, y desde 2020 integro el Consejo de Comunicación de CEAMA y desde 2022 el Centro para las Comunicaciones del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). La comunicación amazónica es, para mí, una forma de misión y de defender la vida. Para ello, necesitamos de una comunicación transformadora capaz de fortalecer los procesos eclesiales en la Panamazonía, en el acompañamiento y la cercanía con los pueblos, en la construcción de procesos comunicativos sociales, culturales, ecológicos y pastorales en la defensa y cuidado de la vida, las culturas y una ecología integral.
En este sentido, ¿cómo describiría hoy la situación de los pueblos amazónicos?
Los pueblos amazónicos son guardianes de una riqueza cultural, espiritual y ambiental invaluable. Su vida está profundamente unida a la selva, que les da alimento, medicina e identidad. Sin embargo, siguen enfrentando vulnerabilidades en salud, educación, reconocimiento de sus territorios y respeto a sus derechos colectivos. Aun así, mantienen viva una cosmovisión basada en la ‘selva viviente’, donde todo está conectado. Esa visión es un don para el mundo.
Las mayores amenazas provienen de la mentalidad de la “cultura del descarte”, de proyectos extractivos y políticas que priorizan intereses económicos sobre la vida. La minería legal e ilegal, la deforestación, los monocultivos, la explotación petrolera y la presencia de grupos armados generan violencia, contaminación, pérdida de biodiversidad y desplazamiento de comunidades. En muchos países se repite el mismo patrón: vulneración de derechos y debilitamiento de la autonomía de los pueblos.
A pesar de estas amenazas, ¿qué signos de esperanza encuentra en la región?

La Amazonía también es tierra de esperanza. Líderes y lideresas indígenas, campesinas y urbanas, organizaciones sociales, universidades, iglesias y redes como la REPAM impulsan procesos de formación, defensa jurídica e incidencia política.
Se fortalecen alternativas sostenibles, la agricultura familiar, la soberanía alimentaria y la protección de los territorios. La espiritualidad, el liderazgo de las mujeres y la solidaridad entre los pueblos son signos de un futuro posible donde la vida esté al centro.
En lo personal, ¿cómo vive este nuevo compromiso?
Lo vivo con gratitud, consciente de mis límites físicos, pero confiando en la gracia de Dios. Después de discernir con mis superiores, misioneros y los pueblos del territorio, confirmo que la Amazonía es parte esencial de mi vocación.
De todo esto, en los dos últimos años he dedicado a escribir dos libros: un compendio de los documentos de la Iglesia en la Amazonía titulado “Iglesia con rostro amazónico” y un libro sobre los caminos sinodales de la Iglesia en la Amazonía con el nombre “Avancen para aguas más profundas”; ambos serán lanzados en los próximos días por Editorial CELAM.
Además, concluyo mi servicio como Misionero y Maestro de Novicios en Manaus en este mes de diciembre de 2025 y estoy a la espera de mi nueva destinación en un país amazónico, para seguir compartiendo la vida con los pueblos de esta querida Amazonía y colaborar en esta misión en la REPAM.
¿Qué mensaje quiere compartir sobre la Amazonía y la misión?
La Amazonía es un pulmón espiritual para la Iglesia. Como dice el Papa Francisco en Querida Amazonía, “sueño – junto con tantos hermanos y hermanas – con una región que defienda la vida de los más pobres, que cuide su diversidad cultural y natural, y que siga regalando a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QA 7).
Seguimos caminando, escuchando y soñando con los pueblos amazónicos, en armonía con el magisterio de la Iglesia y con la certeza de que la esperanza brota siempre desde la vida. Y que esta vida — en todas sus formas — sea siempre respetada, protegida y celebrada.
* Por redacción – Consolata América



