
El Instituto Misiones Consolata (IMC) ha inaugurado la nueva sede de su Archivo General en Roma. La ceremonia tuvo lugar el 25 de marzo, con la participación de la Dirección General, los misioneros residentes en la Casa General y los profesionales de la institución.
Por Gianantonio Sozzi *
“Para nuestro Instituto, los Archivos son el lugar de la memoria donde hay que entrar de puntillas con el mismo respeto y atención con que se entra en la capilla para rezar. Junto con la capilla, es el corazón y el lugar más importante de la casa y de la familia”, recordó el Superior General, el padre Stefano Camerlengo, al presidir la ceremonia de bendición.
El padre Genaro Ardila, actual responsable del archivo, recordó que éste “forma parte de la vida del Instituto y corresponde al deseo de nuestro fundador, el beato José Allamano, que quería que cada misionero de las distintas misiones escribiera un diario, como registro y memoria, no sólo de las actividades apostólicas, sino de la vida cotidiana de cada comunidad”.

“Esta historia -continúa el padre Genaro- debe ser conservada, pero también conocida especialmente por las nuevas generaciones de misioneros de la Consolata. Debemos darla a conocer porque en ella se encuentran los fundamentos de la historia del Instituto. Es un testimonio de nuestro carisma, vivido por nuestros misioneros y muchas otras personas que han contribuido a construir nuestro camino desde el inicio de nuestra congregación”.
A continuación, el padre Genaro recordó también el mensaje del padre Stefano Camerlengo con motivo de la fiesta de la Consolata en 2019. “Un pueblo que pierde la memoria es un pueblo que no tiene futuro. Un Instituto que pierde la memoria construye su futuro sobre la arena. Por eso tenemos la responsabilidad de conservar y comunicar a nuestros misioneros más jóvenes nuestra historia”.
El Superior General también quiso recordar a los sacerdotes que han participado en esta labor a lo largo de los años, algunos vivos y otros ya fallecidos: el padre Giovanni Piovano, el padre Ernesto Tomei, el padre Gotardo Pasqualetti, el padre Giuseppe Ettorri, el padre Patrick Silva. Todos, en diferentes momentos y con diferentes medios, han hecho lo que han podido en esta preciosa labor de conservación.
Lea aquí el discurso completo del Padre Stefano

Y concluyó con una hermosa reflexión del Papa Francisco cuando, dirigiéndose a los encargados del archivo Vaticano, dijo. “El suyo es un trabajo que se realiza en silencio y lejos del clamor, cultiva la memoria y, en cierto sentido, me parece que puede compararse al cultivo de un árbol majestuoso cuyas ramas llegan al cielo, pero cuyas raíces están sólidamente ancladas en la tierra. Si comparamos este árbol con la Iglesia, vemos que llega hasta el cielo, donde es nuestra patria y nuestro horizonte final; sus raíces, sin embargo, están en el suelo de la misma Encarnación del Verbo, en la historia, en el tiempo. Vosotros, los archiveros, con vuestra paciente labor, trabajáis en estas raíces y contribuís a mantenerlas vivas, para que incluso las ramas más verdes y jóvenes del árbol puedan extraer buena savia para su futuro crecimiento”.

Con unas flores se hizo también un agradecimiento especial a Carmen Sceppacerca y Ornella Poliso, profesionales que han acompañado este trabajo durante años con dedicación, paciencia y profesionalidad.
* Padre Gianantonio Sozzi, IMC, Secretaría de Comunicación de Roma.


