Colombia: vivir la misión como “peregrinos de esperanza”

Vivir en comunidad y llevar a cabo la misión con “espíritu de cuerpo”. Fotos: Santiago Quiñonez

La XIII Conferencia Regional de los misioneros de la Consolata en Colombia, Ecuador y Peru, encuentro que se celebra cada seis años, se celebró entre el 20 y 25 de mayo del 2024 el Centro de Misión y Culturas “José Allamano” de Bogotá.

Por Salvador Medina

El encuentro contó con la participación del padre James Lengarin, misionero de la Consolata del Kenía y actual Superior General; padre Juan Pablo de los Ríos, colombiano, Consejero general, encargado del Continente América; la Hermana Angélica, en representación de las Misioneras de la Consolata; Pedro Cortez, Laico Misionero de la Consolata y los dos Obispos misioneros de la Consolata, mons. Francisco Javier Munera Correa, arzobispo de Cartagena y mos. Joaquín Umberto Pinzón Guiza, del Vicariato de Leguizamo – Solano.

Trabajamos con una metodología sinodal que reunía al grupo en la sala general y lo distribuía en tres mesas de trabajo, guiados por el Instrumentum Laboris, documento elaborado entre todos en los tres meses precedentes y aprobado para la ocasión. Fue una semana de búsqueda y discernimiento en el Espíritu que se concluyó con una visita a Tunja, junto a la Tumba de Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, Misionero de la Consolata, fallecido en 2022.

Asistentes de la XIII Conferencia Regional de los Misioneros de la Consolata en Colombia. Foto: Santiago Quiñonez
Marcos contextuales

El escenario de la Conferencia, conformado por una sala general, un salón capilla y tres mesas de trabajo, estuvo encuadrado por tres amplios marcos, dos de ellos diseñados por el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, primado de la Iglesia en Colombia y presidente de la Conferencia Episcopal y el otro por la Liturgia de la semana:

  1. Marco estatal, tres ejes políticos: considerados en el contexto latinoamericano
    1.1. La paz total: como Iglesia estamos allí con actitud profética paciente y esperanzada, generando fraternidad, confianza y esperanza; propiciando diálogos y facilitando encuentros. Somos el componente espiritual.
    1.2. El medio ambiente: atentos en esta ecología integral que cuida del ser humano y de la casa común, conscientes que todo está conectado.
    1.3. Las reformas sociales (solidaridad con los excluidos y descartados): que exige cambio, conversión de mentalidad, estilo y prácticas politico sociales.

  1. Marco eclesial, tres ejes evangelizadores
    2.1. La sinodalidad: no como estrategia sino como conversión en el Espíritu que implica diálogo, escucha y silencio; estilo de vida con cercanía, compasión y ternura como el de nuestro Dios.
    2.2. La solidaridad: manera nueva de vivir buscando las reformas sociales con el espíritu y la práctica de la misericordia.
    2.3. La misión: iglesia en salida, partiendo del círculo verde conformado por el 15% de fieles practicantes, entre 50 millones de colombianos, yendo al círculo amarillo de los alejados y de otros credos, hasta alcazar el círculo rojo de los no creyentes.

  1. Marco litúrgico
    3.1 Fiesta de Pentecostés: Hechos 2,1-11; I Corintios 12, 3-13; Juan 20,19-23. Indicando que el protagonista de la semana sería el Espíritu Santo, el Otro Consolador.
    3.2. Promulgación del Decreto emitido por el Dicasterio Vaticano para la Causa de los Santos, con la aprobación del milagro atribuido a José Allamano, a favor del indígena Sorino, del pueblo Yanomami, en el Estado de Roraima, en medio de la selva amazónica brasilera. Indicando que el “espíritu dado por el Fundador”, como él mismo lo decía, continúa actuando entre nosotros
    3.3. Fiesta de la Santísima Trinidad: Deuteronomio 4, 2-40; Romanos 8, 14-17; Mateo 28,16-20. Indicando que la mejor comunidad se construye, a imagen del Dios Trinidad, con la participación entre diversos y la comunión entre iguales.
Conclusión

La Conferencia, como momento de alegría misionera, se puso en marcha el lunes siguiente a la Fiesta de Pentecostés, dedicado por el Papa Francisco a María, Madre de la Iglesia, como la llamaron los Padres del Concilio y San Pablo VI, en la Parroquia Madre de las Misiones, nuestra tierna madre Consolata.

Inspirados en la homilía del Señor Cardenal, proclamada al inicio, concluimos con las tres claves de esta Conferencia: Comunidad, Misión y Esperanza, que componen una sola realidad que quedará registrada en el Documento final que se le presentará a la Dirección General para la aprobación y a todos los misioneros de la Región para su implementación, con la guía del Superior regional, P. Venazio Mwangi y su cosejo.

María Consolata, nuestra Fundadora, según José Allamano, construye comunidad, nos congrega para que no estemos solos. Nos acoge como buena samaritana, nos escucha, nos cura con el aceite del consuelo y nos alegra con el vino de la esperanza, nos acompaña. Ella nos invita a superar el egoísmo, el encierro, el individualismo, de tal manera que podamos vivir en comunidad y realizar la misión en equipo, con “espíritu de cuerpo” como nos lo indicó el P. Jair Idrobo, cuando con su iluminación nos remitió a nuestras raíces. Que recibamos las conclusiones sobre “Una Comunidad” que nosotros mismos hemos aprobado y busquemos implementarlas en nuestros contextos de misión.

María acompañó a su Hijo en todas las etapas de su vida, lo llevó en el vientre y con ella aprendió a vivir, orar y trabajar. Con Él se puso en camino para ir a la montaña, donde la anciana Isabel a servirle, a ayudarle a dar a luz la vida nueva, mientras suscitaba la alegría en su corazón y en la criatura de su vientre. Ella misma proclamaba la grandeza de ese Dios que se fija en los humildes, fecunda lo estéril, hace brotar la vida y le hace justicia al pobre, por pura misericordia.

María que acompañó la vida misionera de su Hijo, comenzando allá en Caná de Galilea, cuando lo conmovió a transformar el agua en vino, anticipando su hora, para que la fiesta de la vida pudiera continuar. Estaba de pie, junto a Él y los discípulos que aman al Maestro, allá en calvario, junto a la cruz, en el momento culmen de su misión, como nos la presenta San Juan.

Le pedimos que siga acompañando nuestra misión en el Caquetá y el Putumayo, en las fronteras con Ecuador y Perú, en el Cauca y el Valle, en las grandes ciudades y en medio de la Amazonía, con los indígenas y los Afro, con los jóvenes y los migrantes, en la Animación de los jóvenes y de las Iglesias locales, en la promoción vocacional y en la formación. Que nos acompañe en la alegría de la fiesta y en los calvarios de esta geografía que habitamos y servimos, como nos lo proponía el P. Fernando Flórez, cuando nos preguntaba, en su iluminación, si éramos felices con lo que somos y hacemos.

Que nos inspire la misionera María a la hora de concretizar las tareas que aprobamos en el eje “una misión”. Hoy es tiempo de esperanza en este mundo herido, desconcertado, confundido, que camina en la oscuridad. El Papa Francisco nos recuerda que la “esperanza no defrauda”, (Romanos 5,5), en su Bula para el Jubileo 2025.

Nos invita a vivir como “peregrinos de la esperanza”, a que hablemos de ella, la anunciemos con actitudes y la concretemos en signos. Que, en nuestro caso, sembremos esperanza con signos concretos, entre los pueblos indígenas, en la Amazonia, entre los Afro descendientes, en las ciudades y sus diferentes periferias, entre los jóvenes, haciendo con ellos un pacto de esperanza que aproxime las generaciones, que trabajemos por la paz, el perdón y la reconciliación, el respeto a la vida, a los derechos humanos y a la justicia social, que fomentemos la ecología integral.

Que no nos defraudemos a nosotros mismos, como nos lo auguraron el patriarca P. Claudio Brualdi y el joven Profeso Frederick Wambugu, de pronto descuidando las propuestas discernidas, votadas y aprobadas en el apartado sobre “Una Esperanza”.  

 

*Salvador Medina, IMC, en nombre del Equipo de Comunicación de la Región

Contenido relacionado