
El próximo 16 de febrero – 2026 celebraremos los “Cien Años” de la partida del Canónigo José Allamano para la “Casa del Padre” (su muerte temporal), el 16 de febrero 1926, en Turín – Italia. Los Misioneros de la Consolata hemos querido compartir la alegría de su Canonización (proclamación de su santidad) y su herencia o legado, con todos los que de alguna manera lo han conocido o lo quieren conocer.
Por Salvador Medina y Walter Vargas *
Han sido varios los convocados a este ejercicio: los jóvenes, a través de la Animación Misionera Juvenil y Vocacional, en la Escuela de Liderazgo Juvenil Misionero – ELJM y el Congreso Juvenil de Consolación y Misión; los Agentes misioneros de las opciones de la Región Colombia, a través del Centro de Misión y Culturas José Allamano – CMC y el Centro de Solidaridad Misionera – CESOMI; los fieles laicos de Bogotá y Fontibón, a través de los Encuentros Misioneros mensuales en CMC, los Ex (sacerdotes, seminaristas) de la Consolata, a través de encuentros en Medellín (mayo 10), Bucaramanga (agosto 23), Bogotá (agosto 31), Manizales (septiembre 13), Florencia (octubre 18), con el traje “A la mano” y el tema “Legado de San José Allamano para la vida”.
No somos Ex, somos de la Consolata
Si entendemos a los Misioneros de la Consolata como una Institución eclesiástica con personería jurídica, registrada y reconocida en más de 30 países del mundo, podemos clasificar sus miembros entre internos, que pertenecen legalmente, con derechos y deberes, y externos que, habiendo entrado y pertenecido, un día salieron o incluso los que nunca entraron, pero beben del mismo carisma y participan en la misma misión.
Aquí nos referimos a los que un día entraron a la Institución y después de mucho o breve tiempo salieron. Esos, los que llegaron hasta la Profesión Religiosa y/o la Ordenación Presbiteral y que después pidieron la dispensa de los Votos, del ejercicio del Ministerio o pasaron a ejercerlo en otras instituciones o jurisdicciones eclesiásticas. También se incluyen los que cursaron algunas etapas de formación y luego se orientaron o los orientaron por otros caminos. Todas estas categorías juntas constituyen el grupo de los externos, exalumnos o ex formados de la Consolata.
Todos participaron de la misma formación, bebieron de la mismas fuente carismática – espiritual y se entrenaron en el mismo estilo de misión. Por eso, ninguno se reconoce como Ex de la Consolata. Todos se dicen agradecidos de haber estado y participado de esta Institución que es portadora de un Carisma – espiritualidad, dedicada a la misma misión del Señor Jesús. Afirman que hoy no pueden alejar de sus identidades y funciones lo que absorbieron y aprendieron en su paso por la Consolata y que les gustaría seguir participando, desde sus estados de vida y profesiones, en la misma misión. Somos de la Consolata dicen, y la llevamos en el cuerpo y en corazón.

Encuentro – Camino – Memoria – Mesa – Sueño
Estas cinco palabras, generadoras de vida, nos han guiado, como proceso, método, espiritualidad y vivencia en los tres encuentros ya realizados. Al encontrarnos, venidos de diferentes lugares y tiempos, nos hemos reconocido como de La Consolata, con diferentes y parecidos caminos recorridos. Fácilmente hemos sintonizado, empatizado y recordado, hecho memoria de personas, lugares, momentos, anécdotas, pilatunas, aventuras, esperanzas y frustraciones, risas y lágrimas. Hemos llenado mesas con traídos, debajo del traje “A la mano”, para compartir en la mesa del pan y del vino humano, como hermanos. Hemos celebrado el memorial del Pan partido, repartido y compartido, con el vino brindado, ofrecido por la vida, salvación de todos. Al final, nos hemos proyectado, soñando con nuevos y más fructíferos y participativos encuentros. Nos hemos despedido con nostalgia, alegría y esperanza de otros momentos como este.
El encuentro de Bogotá

Doce “consolatos”, marcados con el legado del Padre José Allamano y la bendición de nuestra Madre Consolata, nos encontramos el 31 de agosto en el Centro de Misión y Culturas José Allamano – CMC, ubicado en el Barrio Modelia, junto a la Casa Regional de los Misioneros de la Consolata.
Llegamos a este gran encuentro, convocados por el Padre Salvador Medina, en pleno Jubileo de la Esperanza y a camino del Centenario de San José Allamano. Nuestro encuentro no fue el primero, anteriormente se habían realizado dos: el primero en Medellín y el otro en Bucaramanga. Tampoco será el último porque viene los de Manizales y Florencia.
¡La expectativa era grande! No sabíamos cuántos asistiríamos, ni quienes; tampoco lo qué íbamos a hacer, desde las 9:00 am hasta las 5:00 pm; ni qué íbamos a almorzar porque nos había escrito: “Yo te convido y tú convidas a otros con el traje “A la mano” – yo traje para compartir…”. Por último, cada uno se preguntaba, algo inseguro: ¿yo qué puedo aportar?
Poco a poco fuimos llegando y se empezó a sentir la fraternidad de los Misioneros de la Consolata, el ya famoso “espíritu de familia”, del P. Allamano. Sin conocernos con algunos, se empezaron a compartir vivencias, experiencias y anécdotas de nuestro paso por los distintos seminarios de la comunidad. Al cabo de unos minutos conformamos un grupo plurigeneracional y multiregional. Llegamos algunos que habíamos vivido en la comunidad hace más de 50 años, otros que habíamos estudiado en las dos últimas décadas del siglo XX y también los nuevos “milenians”. En otras palabras, un encuentro de muchas canas y de muchas ganas.
Enlaces, vínculos y experiencias
La virtualidad nos conectó con un buen número de compañeros, encabezados por Mons. Joaquín Pinzón y otros amigos que estuvieron en el seminario menor de Medellín o Manizales y no siguieron el camino sacerdotal, pero siguen viviendo el espíritu Allamanista. Posteriormente, cada uno empezó a compartir su experiencia de vida acompañados de un buen café, un buen vino y una gran variedad de empanadas, pasteles y frutos secos que no solo alimentaron el espíritu. Entre risas y camaradería nos fuimos conociendo y resaltando frases de San José Allamano que han marcado nuestras vidas, como “Hacer el bien sin hacer ruido”, “Hacer las cosas bien desde el principio”, “Hacer extraordinario lo ordinario”, entre muchas otras, dentro del carisma “Ad gentes”.
El tiempo transcurría sin darnos cuenta y cuando menos pesamos ya eran casi las 4 de la tarde. Habíamos compartido la vida, la bebida y la comida. Decidimos culminar con la celebración de la de la Eucaristía. Extrañamos a muchos que no pudieron acompañarnos en este enriquecedor compartir el legado de San José Allamano y la presencia de la Virgen Consolata en nuestras vidas y vuestros hogares, para ratificar que, a pesar del tiempo, SOMOS CONSOLATOS.
Sueños propositivos
Antes de finalizar surgió la propuesta de consolidarnos como grupo, pensando en fijarnos un propósito social de comunión entre nosotros y de apoyo a los sacerdotes de diferentes regiones, convocando a los grupos que ya se reunieron y se reunirán en las diferentes ciudades del país.
*Salvador Medina, misionero de la Consolata en Colombia y Walter Vargas, educador en el Distrito de Bogotá, de Bucaramanga

Grupo Medellín 
Grupo Bucaramanga