Castelnuovo don Bosco tierra de santos.
El pueblo situado en lo alto de una colina en la parte más al norte de la provincia de Asti está hoy de fiesta: banderas de todas las naciones cruzan sus encaramadas calles; desde las ventanas y balcones cuelgan pañuelos con la imagen del nuevo santo; los niños de la escuela primaria han colgado sus dibujos en la calle y representan a un José Allamano completamente original. Reunidos en el patio de la escuela cantan una canción de bienvenida para los peregrinos que han llegado para la ocasión.
Por Marco Bello *
En la iglesia de San Andrés, donde el santo celebró su primera misa en 1873, a los 22 años, los preparativos van a toda marcha. En el exterior, dos paneles: el de la izquierda de la entrada representa a San José Allamano y el de la derecha a los cuatro santos de la ciudad: San José Cafasso, San Juan Bosco, Santo Domingo Savio, y el protagonista de la fiesta de hoy. El joven alcalde de Castelnuovo, Umberto Musso, dijo al final de la misa, en italiano y en inglés: «¡Tenemos un récord mundial, somos el único municipio que ha dado a luz a cuatro santos!».
Los peregrinos se reúnen en la plaza y suben lentamente la colina. Un voluntario con pectoral amarillo explica, en francés, a un grupo de congoleños, algunos aspectos históricos del pequeño municipio. De la misma manera hay otros que acompañan hasta la iglesia a los mozambiqueños, marfileños y colombianos, todos hablándoles en diferentes idiomas: francés, inglés y español.
A las diez en punto la iglesia ya está llena hasta la bandera y se han colocado algunos bancos en el exterior para remediar la falta de espacio. Media hora más tarde puntualmente comienza la celebración.
Después de la música del coro de Colle Don Bosco que acompaña los celebrantes al altar el Padre Gianni Treglia, superior de la Región Europa, toma la palabra e introduce la celebración en varias lenguas y dice: «Hoy expresamos nuestra gratitud por este hombre, hijo de Castelnuovo y quiero recordar estas palabras suyas: ’Traje conmigo el mundo agrícola y la vida entre estas colinas, una comunidad de relaciones y esperanzas. En medio de mis hijos e hijas misioneros, siempre me sentí en familia. Ser familia, estar juntos, dar testimonio de unidad y amor mutuo. Esta experiencia la llevaba dentro desde niño, aprendida en mi tierra’».
Además de los peregrinos procedentes de varias parte del mundo como Congo, Mozambique, Marruecos, Costa de Marfil, Colombia, Brasil, Kazajstán y otros, están los habitantes de Castelnuovo, que sienten al nuevo santo como uno de los suyos. Eso lo recuerda el padre James Lengarin, Superior General de los Misioneros de la Consolata, noveno sucesor de Allamano y primero de origen africano, al comienzo de la homilía cuando dice que «para dar gracias al Señor por esta canonización, estamos aquí donde José dio sus primeros pasos y damos las gracias a los habitantes de esta tierra especial, por su gran acogida».
Luego recordó aspectos de la juventud del fundador de los dos institutos: su crecimiento también espiritual en esta ciudad del Piamonte; el clima misionero vivido a la «escuela de Don Bosco» y su particular capacidad de «ir más allá de Turín, del Piamonte, para abrirse a los pueblos más lejanos, a las periferias del mundo», porque comprendió que «la salvación es para todos».
«La celebración de hoy no es sólo nuestra –continúa padre Lengarin– sino que pertenece a tantas personas en el mundo que han conocido a los misioneros de la Consolata».
Dirigiéndose a un auditorio lleno de colorido añade: «Todos somos ciudadanos del mundo y sabemos que, por desgracia, millones de personas sufren, experimentan los estragos de la guerra, la enfermedad, el hambre, la humillación de la pobreza. Además de las condiciones físicas, muchos viven en la pobreza espiritual».
El padre James continúa recordando que la presencia de tanta gente de distintos orígenes en Castelnuovo significa que «la misión continúa» y que «muchas de nuestras hermanas y hermanos han perdido también la vida, mientras eran misioneros en países lejanos, y han sido enterrados allí». Una Iglesia fecunda la del Piamonte, que ha producido «misioneros y misioneras, así como laicos y laicas, que fueron a misionar a todas partes. El mundo estaba lleno de misioneros piamonteses. También hoy «es importante que no abandonemos la apertura y recemos para que Castelnuovo e Italia vuelvan a ser fuente de buenos y santos misioneros, que abran su corazón al mundo entero».
Termina pidiendo la intercesión del «Beato Giuseppe Allamano» pero se detiene… «Disculpen –dice– todavía no estamos acostumbrados: ¡del Santo Allamano!», y una risita condescendiente surge del público. «Pedimos tener la fuerza y el coraje de vivir lejos, incluso cuando las energías humanas son pocas, y la esperanza será lo único que nos salvará».
Tras la misa y las fotos acostumbradas, los peregrinos se reagrupan por lenguas y cada grupo sigue a un voluntario que lleva una pancarta de color: todos invaden pacíficamente la ciudad, primero sus restaurantes y luego algunos lugares históricos. En particular, se visita la casa natal de San José Allamano y la de su tío, San José Cafasso.
Tras las nubes matinales, apareció el sol y parecía un espléndido día primaveral muy apropiado para la ocasión festiva.
Hacia las cinco, todos se reunieron en la plaza Don Bosco. Llegó la hora de los saludos. Sor Lucía Bortolomasi, madre superiora de las Misioneras de la Consolata, agradece a las autoridades presentes y luego recuerda una frase de Allamano que acababa de leer en la exposición en el interior de la casa natal: «En Casteluovo conocí a muchas personas que se han preocupado de mi vida». Sor Lucía reanuda: «Queremos daros las gracias, porque ha sido un día especial, un día precioso. Vosotros, los de Castelnuovo, habéis vivido las palabras de Allamano cuando dice que el bien hay que hacerlo bien. Hemos visto todo, cada detalle, bien hecho, con el toque especial del amor, realizando la santidad de las pequeñas cosas, en la vida ordinaria». Y continúa: «Hemos visto trabajo en equipo por vuestra parte. El Fundador nos decía siempre: «misioneros nunca solitarios en la misión, sino viviendo juntos, en comunión, porque la unión hace la fuerza».
* Marco Bello, revista Missioni Consolata.
Los peregrinos de San Giuseppe Allamano fueron recibidos espléndidamente por los habitantes de Castelnuovo. El el video las palabras del alcalde Umberto Musso y algunas imágenes de la acogida. (Vídeo realizado por Sor Stefania Raspo)