
Publicamos el segundo mensaje con motivo de la celebración del Año del Cofundador, el Padre Santiago Camisassa, en el centenario de su muerte (18 de agosto de 1922). La reflexión fue preparada por la Hermana Cecilia Pedroza Saavedra, Consejera General de MC y el Padre Antonio Rovelli, Consejero General de IMC.
“Juntos y de acuerdo haremos algo bueno”. Son palabras escritas a Santiago Camisassa, en la carta de septiembre de 1880, con la que José Allamano le invitaba y le animaba a aceptar el cargo de eco nomo del santuario de la Consolata solicitado por Mons. Lorenzo Gastaldi, arzobispo de Turín. El Fundador había aceptado la delicada tarea de rector del Santuario de la Consolata con la condición de poder elegir e l mismo un colaborador. La elección de Camisassa no fue difícil para Allamano, conociendo a los jóvenes sacerdotes de la diócesis por haber sido director espiritual en el seminario. Allamano continua la carta expresando aprecio y destacando la calidad de la relación que se había establecido entre ellos y que se consolidaría con el tiempo: “Estoy seguro de que Ud. querrá imitar a su antiguo director espiritual en la sincera obediencia a las órdenes del Superior y así tendré la suerte de compartir el trabajo y las muchas preocupaciones que me esperan con una persona, a la que tanto amo y de la que siempre he recibido tantas pruebas de afecto en el pasado” (Ibid).
“Juntos y de acuerdo haremos algo bueno”, una expresión que contiene un programa sobre cómo llevar a cabo juntos la tarea que se les ha confiado de mirar a su alrededor y captar las necesidades y los movimientos del Espíritu, para darles respuestas concretas y no quedarse so lo en lo que era su deber. Los dos no solo han hecho “algo bueno”, sino que a través de su gran entendimiento y profunda comunión, han hecho tanto bien en los 42 años en la Consolata (1880–1922), emprendiendo iniciativas de diversa importancia siempre en la búsqueda de la voluntad de Dios, atentos a los signos que llegaban de ella, a la realidad, a la Iglesia, a la misión, en la realización del “bien hecho bien y sin ruido” y, al hacerlo, han dado frutos que perduran en el tiempo.
Comparando Allamano y Camisassa, encontramos dos ricas personalidades, muy diferentes entre sí y capaces de complementarse en una particular armonía y entendimiento. P. Toma s Gays, uno de los primeros misioneros de la Consolata, los describe de la siguiente manera (Cfr. GAYS T., Distinti e Uniti, en Giuseppe Allamano – Dalla Consolata al mondo, n. 2, mayo-agosto de 2009, pp. 24-25).
– El canónigo Allamano, de estatura normal, de constitución física frágil, tenía un porte especial y una grande espiritualidad, mantenía una actitud tan digna, que revelaba una inocencia casi angelical; siempre igual a sí mismo y siempre en paz, hacía reinar a su alrededor el orden, la limpieza y una disciplina amable y agradecida… Fue un eminente educador del clero, un formador de almas, un consejero prudente, un apóstol en el verdadero sentido de la palabra, el creador de obras geniales, un inspirador de reglas de vida, un moderador de la perfección cristiana, todo de las almas, todo de Dios. En la educación de los jóvenes fue un “artista” rico en santa pedagogía; admirable en dispensar las más altas enseñanzas del ascetismo en las más diversas circunstancias, y hábil en aprovechar sus múltiples capacidades.

– El canónigo Camisassa, más bajo de estatura, de constitución física más robusta, serio y pensativo, dotado de inteligencia brillante y firme voluntad, era un hombre eminentemente práctico, activo y siempre en movimiento. Técnico en artes y oficios, competente en todas las ramas de la industria, el comercio y en toda actividad práctica, hábil en cualquier compromiso, trabajador incansable, brillante organizador; fue un artista de la técnica y en la ejecución de cosas materiales. Con facilidad y rapidez, redactaba folletos, elaboraba informes, redactaba proyectos, escribí a artículos, hacía balances, pagaba recibos, revisaba cuentas. Estudiaba dibujos, calculaba el tamaño de un inmueble, sus proporciones correctas, comodidad, estética, higiene, solidez, economía. (…) Sus días eran llenos, constructivos, en los que no se perdí a tiempo y se cometían pocos errores.
El P. Gays añade: “Nuestros Fundadores se mantuvieron siempre “distintos” entre ellos por sus dones y actitudes personales y por el trabajo realizado juntos; pero estaban admirablemente “unidos” en las mismas obras realizadas con diferente aporte y con idéntica dedicación a la realización de las mismas” (Ibíd., pág. 24).
En estas afirmaciones encontramos resumidas las características indispensables de una personalidad madura; es decir, personas que mantienen una singularidad propia, una identidad clara en su riqueza, pero capaces de relacionarse con el otro, de confianza mutua, de comunión, de profundo entendimiento, de atención al otro, de gran respeto, de amor verdadero. “Se unieron en una relación correcta de acción coordinada, cada uno en su lugar, unidos por la visión de la voluntad de Dios, a quien amaban servir, y por una amistad sincera y disponible que los vinculaba en unidad de propósitos” (FIORINA D., Carta circular n. 123, Turín, 8 de diciembre de 1966, en Archivo General IMC).
DIÁLOGO
La verdadera amistad que han sabido construir a lo largo de los años se nutrió de diálogos continuos, de franqueza en decírselo todo y en la búsqueda de la voluntad de Dios.
El diálogo se convierte en su fuerza y capacidad de amistad que sostiene la vida. En la descripción hecha por el P. Gays podemos ver a los dos amigos, entretenidos en largos diálogos en el despacho del Padre Fundador: “El can. Allamano tomaba asiento en su escritorio y el can. Camisassa se quedaba de pie frente a e l y, tal vez, ligeramente apoyado contra el estante de los libros. El inmenso trabajo de tantos años todo nació ahí y todo fue proyectado, discutido, examinado, resuelto, concluido en esos encuentros». (Ibid )
El Padre Fundador también afirma: “Todas las noches pasábamos largas horas en este despacho mí o… Aquí nació el proyecto del Instituto, aquí hablamos de ir a África… En definitiva, todo se decidí a aquí » (TUBALDO I., Vite Parallele – G. Allamano e G. Camisassa, en “Giuseppe Allamano – Dalla Consolata al mondo”, n. 1, enero-abril de 2003, pág. 18).
Cómo fueran esos diálogos lo descubrimos por la descripción del P. Gays: “El can. Camisassa no dudaba en hacer libremente sus propuestas, ni evitaba la discusión para aclarar mejor los puntos en consideración, del mismo modo que no escatimaba sus sabios comentarios a las propuestas que hacía el interlocutor: pero cuando el can. Allamano tomaba una decisión diciendo: “hagámoslo, entonces, de esta manera”, también hacía propia la decisión y la seguí a fielmente como una norma de acción inaplazable. Nunca hemos visto, creo, una identidad más completa de opiniones, una unión más firme de voluntad, un consenso más parecido de almas, como en ellos” (GAYS T., Commemorazione 16° Anniversario della morte del Veneratissimo Padre Fondatore, Turín, 16 de febrero de 1942, Archivo General IMC).
El tiempo dedicado a la discusión y a la toma de decisiones revela el valor dado al día logo como momento fundamental para llevar a cabo la misio n en comunión.
En definitiva, “el diálogo se convierte en su fuerza y capacidad de amistad que sostiene sus vidas. Después del almuerzo, en el despacho de Allamano, los dos amigos toman una taza de café juntos y hablan. Más que un discurso, es una comunicación de acontecimientos grandes y pequen os, por una necesidad de compartir, siempre con la intención de buscar juntos la verdad para descubrir, diríamos hoy, los signos de los tiempos. Se prometieron mutuamente decirse siempre la verdad en la caridad, por lo tanto, en el diálogo. Después de la cena se reúnen de nuevo para examinar lo que ha surgido en el día y lo que el mañana parece esperar. Nada formal, nada rígido, pero todo es claridad, investigación, alegría de caminar juntos. Al menos dos horas cada día pasan así en diálogo. Esos dos amigos que tienen el escrúpulo de no perder ni un minuto de tiempo, no creen que lo desperdician si se dedican a aclarar ideas, a profundizar problemas, a sacar conclusiones. Los encuentros le dan tranquilidad al Fundador, porque el que esta a su lado es un hombre sincero y capaz de expresar sus ideas para que estimular su reflexión; pero es también un hombre atento y fiel a sus decisiones como si vinieran de Dios. (…) Camisassa no se vuelve nunca un simple ejecutor; el diálogo desemboca en la acción y encuentra espacio para su rica personalidad. E l perfecciona y, a menudo, logra lo que Allamano acaba de manifestar con una simple sugerencia. En el diálogo se va perfilando su papel, siempre en armonía, y nunca en oposición, con el Fundador. Los misioneros y las misioneras de la Consolata nacieron y crecieron a la sombra de este diálogo “hecho de cosas humanas y divinas, realizadas en benevolencia y caridad” (P. Igino Tubaldo)» (MINA J.P. y J., La Beatitudine di essere secondo – Giacomo Camisassa, EMI, Bolonia 1982, pág. 73-74).
DECIRSE SIEMPRE LA VERDAD
Allamano nos revela su relación con. Camisassa y el secreto del bien logrado juntos: “Si hemos hecho algo bueno, es porque e ramos muy diferentes; pero hemos prometido decirnos siempre la verdad y siempre lo hemos hecho; si hubiéramos sido iguales, no habríamos visto los defectos del otro y habríamos cometido muchos más errores” (TEMPO F.G., Deposizione, vol. I, págs. 483-484, Archivo General IMC).
A las Misioneras de la Consolata en una charla les comparte como le comunico a Camisassa la gravedad de su enfermedad: “Cuando vi cómo estaban las cosas le dije al señor Vice Rector: Llevamos muchos años juntos; siempre nos lo hemos contado todo y ahora no me puedo callar…” (ALLAMANO J., Conferencias a las Hermanas, 23 de julio de 1922, vol. III, pág. 442).
Esto es posible cuando la relación se basa en la confianza mutua.
Para concluir recordamos la bella expresión que utilizo el canónigo Nicolás Baravalle dirigiéndose al Fundador y al Cofundador: “Yo, cuando pienso en esos dos grandes hombres, recuerdo siempre esa antífona tan querida: ‘Son dos olivos y dos candelabros luminosos ante Dios’. Teníamos una grande admiración hacia los dos” (PAVESE F., Giacomo Camisassa le due braccia dell’Allamano – Fioretti e curiosità, en Da Casa Madre, n. 7-8, Julio – Agosto de 2011, págs. 28-31).
Au n hoy recibimos la luminosidad de estos “dos candelabros” que siguen iluminando con la luz brillante de quien ha tratado de llevar a cabo los planes de Dios con fidelidad a través de una profunda amistad: “Juntos y de acuerdo haremos algo bueno”.
Nepi – Roma, 16 de febrero de 2022.
Ha. Cecilia Pedroza Saavedra, Consejera general MC y P. Antonio Rovelli, Consejero general IMC.