
El pasado 3 de noviembre entre música, danza y arrullos, se celebró en la costa pacífica, Buenaventura, la fiesta de San Martín de Porres. La Eucaristía fue presidida por el monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de la localidad, y concelebrada por misioneros de la Consolata – P. Lawrence Ssimbwa (párroco), P. Mauricio Awiti, P. Dominic Otieno y P. Peter Ssekajugo, junto a la comunidad parroquial.
Por P. Maurice Awiti *
Los preparativos para la fiesta patronal empezaron con la novena en la capilla, que permitió un significativo intercambio pastoral con varias parroquias de la ciudad, culminando con una celebración alegre y viva que caracteriza a los afrocolombianos del Pacífico, es decir, los colores que adornaron la capilla, las flores, el altar de San Martín, la procesión bailada con el cuadro de San Martín de Porres y el compartir de la cena (olla comunitaria). Además, se manifestaron la sencillez y el espíritu comunitario que alimentan la lucha, la fe y la esperanza de la parroquia.

San Martín, conocido como “el Santo de la Escoba” por su humildad y servicio a los demás, “nos invita a reflexionar sobre la importancia de la compasión, la solidaridad y el amor incondicional hacia todos, especialmente hacia aquellos que más lo necesitan”, enfatizó el Obispo durante su homilía.
Según el obispo, la vida de Martin “es un ejemplo de cómo la fe y la espiritualidad pueden manifestarse en acciones concretas de servicio y cuidado hacia los demás”. Por lo tanto, a través de su dedicación a los pobres, los enfermos y los marginados, San Martín de Porres nos muestra que la verdadera santidad se encuentra en el servicio desinteresado y en la capacidad de ver a Dios en cada persona. En esto, la comunidad fue invitada a valorar la olla comunitaria, que es una manifestación clara de solidaridad y comunión con el hambriento, la visita a los enfermos, los procesos de diálogo y perdón.
El obispo señaló que el San Martín, como miembro de la Orden de los Dominicos, “fue comprometido con la oración y la contemplación”. De esta manera, “nos recuerda la importancia de mantener una conexión profunda con Dios a través de la palabra de Dios y los sacramentos, y con nosotros mismos, para poder servir a los demás con amor y compasión”.
El ejemplo de San Martín “nos inspira a vivir una fe que se traduzca en acciones de justicia, misericordia y amor hacia todos”, recalcó el Obispo. En este sentido, fue convocada la comunidad cristiana a ser pionera en la búsqueda de justicia social basada en el perdón y la reconciliación.

El obispo terminó diciendo: “San Martín nos invita a ser agentes de cambio y a construir un mundo más justo y compasivo. Su vida es un recordatorio de que todos podemos hacer una diferencia en la vida de los demás y que, a través del servicio y el amor, podemos reflejar la presencia de Dios en nuestro mundo y específicamente en la comunidad.”
En un mundo donde la indiferencia y la división pueden parecer insuperables, hay que mantener la llamarada de esperanza viva siempre. La realidad social, económica y política de Buenaventura es una convocatoria a la construcción de la paz a través de la empatía y la fraternidad, la unidad entre los políticos, líderes sociales y comunitarios, la iglesia y el apoyo a los pobres y marginados.
La presencia de los misioneros de la Consolata en esta comunidad negra del Pacífico se entiende en clave de la cooperación misionera, que promueve el compromiso para servir en las periferias y adoptar nuevas perspectivas pastorales más abiertas y dinámicas. En este marco, es imprescindible resaltar la importancia de la compasión, la caridad activa (como la limosna y proyectos de larga duración), la superación del egoísmo y la defensa de la dignidad humana.
P. Maurice Awiti, Misionero de la Consolata.




