Centro de Documentación Indígena preserva la memoria de los pueblos de la Amazonía

Padre Joseph Onyango entrevista al Hermano Carlo Zacquini.

La historia del Centro de Documentación Indígena (CDI) de los Misioneros de la Consolata en Boa Vista, Roraima, se remonta a principios de la década del 2000, cuando el hermano Carlo Zacquini maduró la idea de crear un espacio para conservar documentos, publicaciones y objetos históricos.

Por Joseph Onyango *

El Hermano Zacquini, misionero de la Consolata de 84 años, llegó a Boa Vista en 1965 desde Italia. Los primeros años, de los 56 que lleva en Roraima y que pasó en su mayoría al servicio del pueblo Yanomami, los dedicó al estudio y al aprendizaje de la lengua y cultura. Trabajó mucho en la atención sanitaria de los indígenas que estaban siendo amenazados por las enfermedades transmitidas por los mineros invasores. En 1978 participó en la Comisión para la Creación del Parque Yanomami (CCPY), la defensa del territorio, la preservación de la cultura y la historia; posteriormente también se empeñó en la comisión Pro-Yanomami (CCPY). Tras 13 años de lucha, el Territorio Indígena Yanomami fue demarcado en 1991 y ratificado y registrado en 1992, garantizando el derecho constitucional de usufructo exclusivo de 9,6 millones de hectáreas en el norte de los estados de Roraima y Amazonas a los aproximadamente 30.000 Yanomami que ahí residen.
Toda la trayectoria del hermano Carlo desembocó en la creación del CDI que reúne una rica colección destinada a preservar la memoria de los pueblos de la Amazonía.

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El edificio del CDI, que debía construirse en el emplazamiento del antiguo hospital de la Diócesis de Roraima, no se terminó realizando según el proyecto inicial. Lo que inicialmente era un Centro Cultural se transformó en un Centro de Documentación y ante la necesidad de más espacio y mejores condiciones para la conservación y consulta del material, se proyectó y comenzó a construir un nuevo edificio situado en la sede de la casa provincial del Instituto Misiones Consolata (IMC) en el barrio de Calungá, en Boa Vista, capital de Roraima.

Después de un tiempo al Hermano Carlo, que inicialmente había trabajado solo en el proyecto, se unió la pareja de laicos españoles, Esther y Luis Ventura, y se pudo contar también con la colaboración de más misioneros.

Início de las obras de construcción de nuevo edificio del CDI en Boa Vista. Foto: Onyango
Una colección muy rica en contenido

En el centro de documentación indígena se consiguen libros, publicaciones periódicas, manuscritos, audiovisuales, grabaciones, fotografías, mapas, objetos, imágenes, dibujos y documentos sobre diversos temas relacionados con los pueblos indígenas de la Amazonía, sobre la realidad, las culturas, la Iglesia local en Brasil y América. Todo está disponible, debidamente organizado y catalogado para facilitar el acceso a los investigadores. Una parte del material procede de los archivos personales de los misioneros y de las diferentes misiones, mientras que otra parte fue adquirida o donada al CDI.

Según el hermano Carlo, se trata de un espacio muy rico que podría ser mejor aprovechado, especialmente para la formación y actualización de los misioneros que acaban de llegar para trabajar con los pueblos indígenas o que desean conocer mejor la realidad de la Amazonia. El hermano Carlo recuerda que el Estado de Roraima no tiene mucha literatura sobre su historia y la realidad de sus pueblos originarios. Por lo tanto, el CDI no sólo sirve a los misioneros que llegan, sino también a las escuelas y colegios para la formación de estudiantes e investigadores. Algunos de ellos ya han conocido el CDI y están realizando algunos estudios, como la tesis de maestría de Marcos Maciel Cunha.

Despertar el interés por el CDI

Hoy los Misioneros de la Consolata están convencidos de la importancia del proyecto pero el hermano Carlos insiste en que “hay que hacer más para que éste crezca y se utilice adecuadamente: es una riqueza y un patrimonio único y es memoria común de la labor de los Misioneros de la Consolata. Conseguir material, espacio y personal es necesario pero también lo es el despertar el interés por parte de misioneros, instituciones, estudiantes e investigadores que tendrán que sacarle el máximo provecho a todo lo que está ahí archivado”.

Hermano Carlo con Francivania Leocadio, funcionaria del CDI. Foto: Onyango

Estamos en un mundo cada vez más digitalizado y la comunicación está migrando de lo impreso a lo digital. Casi todos los medios de comunicación tradicionales se están adaptando a esta nueva realidad. Esto obliga al CDI a seguir el mismo camino de no sólo pensar en mantener el material en forma impresa y física, sino también digital. En este sentido, el proceso de digitalización del material ya está en marcha.

“Tenemos que unir fuerzas y ver el CDI como un espacio importante con toda su riqueza. Debemos valorarlo y también invertir en el personal, darlo a conocer y utilizarlo constantemente. Cuando las nuevas instalaciones estarán terminadas deberán de ofrecer más espacio para las colecciones y también mejores condiciones para la conservación, consulta y difusión. El proyecto prevé la oferta de cursos e iniciación a la investigación con la participación de jóvenes indígenas”, concluyó el Hermano Carlo.

* Padre Joseph Onyango, IMC, misionero keniano en México, al servicio del Equipo Itinerante en Boa Vista (RR).

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