
La celebración de hoy, Domingo de Ramos, nos introduce en la “Semana Grande” que culmina con el Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Por Jaime C. Patias *
Recordamos este gran misterio en comunión con toda la Iglesia, con las familias encerradas en sus casas, con las comunidades que, por segundo año consecutivo y a causa de las restricciones sanitarias no pueden ni deben reunirse para celebrar el Misterio Pascual. Aprendimos a revivir la experiencia de fe de los primeros cristianos transformando nuestro hogar en una “Iglesia doméstica”. Con los ramos en las puertas y ventanas demostramos nuestra comunión con toda la humanidad. También podemos utilizar las plataformas mediáticas de oración que ya son habituales en nuestras comunidades y parroquias.
Los elementos más importantes de la celebración del Domingo de Ramos son tres: 1. La conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; 2. La lectura y escucha del Evangelio de la Pasión y muerte de Jesús; 3. La celebración de la Eucaristía. Este último aspecto queda limitada por la ausencia de un sacerdote, pero en su conjunto es posible recordar el Misterio Pascual de Cristo.

La memoria litúrgica de los acontecimientos de la Pasión del Señor nos ayuda a entrar en la profundidad del Misterio: en primer lugar, el misterio de la vida, con su ambivalencia de “¡Hosanna!” y “¡Crucifícalo!” (de aceptación y rechazo), pero sobre todo, el misterio de Dios mismo que no perdona a su propio Hijo que “se dona a sí mismo” para la salvación de todos.
En este tiempo de pandemia, recordamos también el sufrimiento, el dolor y la muerte de tantas víctimas de la violencia y del desprecio a la vida, de los empobrecidos por el sistema de la muerte y, sobre todo, el sufrimiento de los enfermos y de los muertos víctimas de Covid-19. Estamos en comunión con sus familias, con los profesionales de la salud y con todos aquellos que hacen lo posible por cuidar y salvar vidas.
E incluso ante el sufrimiento y la muerte, nuestra fe nos hace recordar y creer en la Resurrección de Jesús, que es también la garantía de nuestra propia resurrección. La vida vence a la muerte! Esta es nuestra esperanza cristiana que no falla.
Comencemos esta Semana Santa con un auténtico espíritu de fe y de amor sincero a nuestro Salvador, Jesucristo.
La entrada de Jesús en Jerusalén revela la verdadera naturaleza de la misión de Jesús, el Mesías pobre y pacífico. Revivimos la acogida triunfal del pueblo, y luego el rechazo que llevará a Jesús a la Pasión y a la muerte revelando su verdadera realeza como servidor de toda la humanidad.
¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en lo más alto del cielo!
* Padre Jaime C. Patias, IMC, es Consejero General para América.