El legado de Padre Antonio Vismara, Misionero Formador

El padre Vismara repetía a menudo: “Debéis estudiar, prepararos para la misión…”

El misionero de la Consolata italiano, padre Antonio Vismara (1942-2005) nascido en Ossona, Milano, deja un legado de entrega y servicio especialmente en la formación de jóvenes misioneros. Su paso por el Seminario Teológico “Allamano House” de Nairobi (Kenia) entre 1997 y 2006, marcó significativamente a los formados, dado que convirtió dicha casa en una familia, como lo ideó nuestro Fundador y Padre, San José Allamano. 

Por Maurice Awiti *

El trabajo de padre Vismara como formador se puede comprender desde la noción evangélica de la conversión. Por lo tanto, su legado permite referirse al primer y segundo Vismara. En este sentido, en sus primeros años de servicio en la casa de formación, llegó con una visión y un concepto preconcebidos sobre la dinámica comunitaria y el acompañamiento formativo. No obstante, esta percepción inicial no se convirtió en barrera, sino que le permitió abrirse a una comprensión más profunda de la realidad concreta de los estudiantes de teología. Por lo tanto, lo que al principio parecía una distancia se convirtió en una oportunidad para estar más cerca, con más sensibilidad y exigencia. Esto ayudó a crear un estilo de enseñanza en el que escuchar, guiar y ofrecer apoyo completo fueron señales de su labor misionera y educativa.

El padre Antonio Vismara con un grupo de estudiantes en Allamano House en Nairobi

En términos generales, la vida y misión del padre Antonio Vismara, visto desde la ventana de conversión, se entiende desde tres dimensiones profundamente entrelazadas: el humanismo, la pedagogía y la espiritualidad religiosa. Estos tres, resumen los testimonios recogidos de algunos misioneros que fueron formados durante su rectorado. 

Humanismo

Se considera que el padre Vismara fue un auténtico humanista. Es decir, su atención constante a la dignidad de los jóvenes en formación lo llevó a canalizar la ayuda externa recibida no en beneficio propio, sino en favor de ellos. Al mismo tiempo, fue atento a los pobres y vulnerables que llegaban a pedir ayuda en la puerta del seminario. Partiendo de su ejemplo, padre Vismara promovió un estilo de vida sustentado en la caridad concreta y en un compromiso social que hacía de la misión un ejercicio real de amor y servicio. Además, su cercanía humana generó vínculos que alentaban el crecimiento personal y comunitario.

Pedagogía

Desde el punto de vista de sus alumnos, padre Vismara no fue un hombre de grandes discursos filosóficos, teológicos y psicológicos. Sin embargo, su formación sacerdotal y experiencia vital le permitieron ser un pedagogo al estilo de San José Allamano. Por un lado, él, como formador, insistió en la centralidad de los estudios teológicos, no como fin en sí mismos, sino como instrumentos esenciales para el anuncio del Evangelio.

El Padre Antonio Vismara cuando era Superior Regional en Etiopía con el Padre Tamrat Markos Mitore en vísperas de su ordenación (12/07/2008) en la parroquia de San Pedro y San Pablo en Metehara en la diócesis de Harar.

Padre Vismara repetía la siguiente frase: “hay que estudiar, prepararse para la misión. Quien no aprovecha este periodo, pierde todo y nunca lo encontrará. Utilicen los medios que esta casa tiene, que sean la biblioteca, capilla y sala de sistemas. La misión no les proveerá las mismas condiciones para profundizar sus inquietudes, especialmente los conceptos”. 

Por otro lado, complementó este rigor intelectual con la práctica del trabajo manual, que promovía en las tardes, para sostener la economía del seminario y, al mismo tiempo, fortalecer en los seminaristas la disciplina, la humildad y la responsabilidad. Esta síntesis entre estudio serio y trabajo práctico reflejaba su visión integral de la formación misionera. Además, su capacidad de escuchar activamente a cada formado en los diálogos formativos permitió que muchos se sintieran comprendidos, acompañados y fortalecidos en su proceso vocacional.

Espiritualidad y vida religiosa

El misionero de la Consolata tiene como su característica principal la oración. También su espiritualidad es mariana y eucarística. Es allí donde los hijos de San José Allamano encuentran las raíces que desembocan en la coherencia en todo su accionar pastoral y misionero. El padre Vismara vivió una profunda relación con Dios, cultivada en la oración y Eucaristía diarias íntimamente tejidas a la vida comunitaria. Desde allí desplegaba una pasión pastoral y celo misionero fiel al carisma, convencido de que la misión es ante todo vivir el Evangelio con autenticidad, entrega y servicio. En su vida, la reflexión teológica, el compromiso pastoral y la caridad cotidiana se integraban en una espiritualidad sólida y testimonial.

En definitiva, el recuerdo del padre Antonio Vismara permanece como inspiración para el instituto, pero particularmente a sus formados. Su vida afirmó que la formación no se limita a impartir conocimientos, sino que implica acompañar, comprender y desafiar con amor a quienes buscan seguir a Cristo y a San José Allamano. 

Eucaristía en la capilla del Seminario Teológico Allamano House de Nairobi. Foto: Allamano House

En un tiempo donde la misión enfrenta desafíos socioculturales, espirituales e inteligencia artificial, la memoria del padre Vismara invita a redescubrir la fuerza de lo sencillo: el gesto humano que reconcilia, el trabajo humilde que construye comunidad y la fe profunda que sostiene la esperanza. Recordarlo es ver un espejo en el que podemos mirar nuestra vocación misionera y religiosa, y preguntarnos: ¿Cómo ser formadores que eduquen desde el corazón y no solo desde la norma? ¿Cómo vivir la misión como encuentro transformador y no únicamente como tarea pastoral?

Dale, Señor el descanso eterno, que el alma del padre Antonio Vismara, misionero formador descanse en paz. Amén. 

* Padre Maurice Awiti, IMC, misionero en Colombia.

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