
Para San José Allamano, el mes de mayo no era solo una tradición piadosa, sino una verdadera escuela espiritual marcada por el amor a la Virgen María. En este tiempo especial, el Fundador de los Misioneros de la Consolata invitaba a sus hijos e hijas espirituales a crecer en amor, imitación y devoción constante a la Madre del Señor, viviendo cada día del año como un auténtico “mes de María”.
Por Lawrence Ssimbwa *
En la espiritualidad católica, mayo es el mes de la Santísima Virgen Maria. Asimismo, es considerado el mes más bello, como María, que es la mujer más bella que ha existido en el orbe.
El Papa Pablo VI en la Enciclica “Mense Maio” afirma que “el mes de mayo es el mes en el que los templos y en las casas particulares sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.” (Pablo VI, Carta enc. Mense Maio, párrafo no.1).
Lo especial de este mes es que, toda la Iglesia pone su atención a la contemplación del papel de la Virgen María en la historia de salvación de la humanidad. Así que, el mes de mayo es muy significativo porque nos convoca a crecer en la espiritualidad mariana, intensificar la vida de oración por las necesidades propias y las del mundo entero.
¿Qué nos exhorta San José Allamano sobre el mes de mayo?
En la vida de todos los santos, la virgen Maria ha tenido siempre un lugar privilegiado. En ella se encuentran todas las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad (cfr. 1 Cor 13, 13). De igual manera, San José Allamano era un devoto ferviente de la santísima virgen Consolata. Se consagró a Ella y le encomendó tambien a los dos Institutos misioneros fundados por él. Por ser mariano por excelencia, el mes de mayo era muy importante para el Fundador de los misioneros de la Consolata. A ellos les transmitió el valor sublime del mes de María, tal como se describe a continuación.
El mes de mayo es para crecer en amor hacia la virgen Maria
Afirma san José Allamano: “Si todos deberían ser afectuosos con María, con más razón los misioneros y las misioneras. Por lo tanto, tratemos de santificar este mes honrándola y creciendo cada vez más en el amor hacia ella” (Asi los quiero, p. 234). En el mes de mayo es fundamental crecer en amor mariano a través del rezo del rosario, rezo de Ángelus o Reina del Cielo y otras invocaciones marianas que resaltan la veneración de la Madre de Dios. Es un deseo de san José Allamano que la Virgen María esté contenta de los misioneros y misioneras de la Consolata especialmente en el mes dedicado a Ella (Cfr. Así los quiero, p. 234).
Mayo es un mes para imitar las virtudes de la Virgen Maria
Las virtudes son las características de un individuo que son deseadas por la sociedad. Acerca de ello subraya san José Allamano. “Por lo tanto, tratemos de vivir este mes de gracias particulares, esforzándonos por crecer en la virtud que la virgen nos surgiera” (Asi los quiero, p. 234). Las virtudes de la virgen Maria que cada misionero y discípulo de Jesucristo debe imitar son: amor ardiente a Dios, la humildad, fe y aceptación de la Palabra de Dios, obediencia generosa, caridad solicita, sabiduría, piedad, paciencia y fortaleza en el dolor, pobreza y confianza en el Señor, esperanza, entre otras. Nos recuerda José Allamano que “hacer sacrificios en honor de María está bien, pero vale más la imitación de sus virtudes” (Así los quiero, p. 234).
La devoción de María debe distinguirse en todo el año
Mayo es un mes especial para que se resalte la veneración y la devoción a la virgen María. Sin embargo, para los misioneros de la Consolata la devoción a María no debe limitarse solo al mes de mayo, sino que debe destacarse en todo el año. Acerca de ello, dice San José Allamano: “¡Que bella y plena es la vida cuando se es devoto de Maria! Quiero que para ustedes sea “mes de Maria” todo el año, porque deben estar como enamorados de la Virgen” (Asi los quiero, 235). San José Allamano insiste que la devoción a la Madre del Señor debe ser parte de la espiritualidad que identifica el ser y quehacer del misionero de la Consolata. La Virgen María bajo la advocación de la Consolata es la Patrona de los Institutos fundados por San José Allamano, y por eso, su imagen debe estar en cada misión donde estén los misioneros y las misioneras de la Consolata.
En conclusión
Los misioneros de la Consolata son marianos por excelencia. La devoción mariana es un legado que heredaron de su santo Fundador. San José Allamano era muy devoto a la Consolata. Para ello, exhortó constantemente a los misioneros de la Consolata a enaltecer a la Virgen Maria en todo el año. Que la Virgen Consolata, Madre de los misioneros siempre interceda por su obra evangelizadora en las misiones que se les han confiado.
P. Lawrence Simbwa, Misionero de la Cosolata en Colombia *