
Nacido en Manaos, en la Amazonia brasileña, en 1988, el joven Ronildo de França Pinto ingresó al Seminario de los Misioneros de la Consolata para estudiar filosofía y continuar su formación en otras etapas y lugares hasta su ordenación sacerdotal el 25 de noviembre de 2000, por el obispo Carilio Gritti, de la Prelatura de Itacoatiara (AM).
Por Jaime C. Patias *
“Crecí y me críe en una parroquia misionera en Manaos, dirigida por los misioneros del PIME. Después de un tiempo, a través de un obispo, conocí a los misioneros de la Consolata en Santa Luzia” (a las afueras de Manaos), dice el Padre Ronildo de França al compartir su historia de vida en este video, grabado en Roma en mayo de este año durante un curso de actualización. El misionero, que celebra su jubileo sacerdotal el 25 de noviembre, deja un mensaje de esperanza.
El padre Ronildo trabaja en la parroquia de São Paulo en Cascavel, Paraná, pero también ha servido en misiones en Mozambique, México, Río de Janeiro y Roraima.
“Hice mi noviciado en Colombia y mis estudios teológicos en España. Luego fui a Mozambique, donde completé dos años de prácticas pastorales. Regresé a Brasil y continué mis estudios teológicos en el Seminario João Batista Bisio de São Paulo hasta mi ordenación”, explica el religioso que hizo su profesión perpetua en octubre de 1999. Al conocer a los misioneros de la Consolata, su sueño era trabajar en África. Tuve la oportunidad de pasar dos años en Cuamba, en Niassa, al norte de Mozambique, con un colega, Carlos Caxide, y el padre Salvador Forner. Fue una experiencia inolvidable. También tuve la oportunidad de conocer al padre José Frizzi en Mauá (un misionero italiano que se dedicó a estudiar la cultura del pueblo Macua en un proyecto de inculturación del Evangelio). El sueño era regresar algún día a África, algo que nunca sucedió, pero con lo que aún sigo soñando”, revela el sacerdote.
Tras su ordenación, el padre Ronildo se fue a trabajar a Roraima, en la misión Surumu, en el Territorio Indígena Raposa Serra do Sol (TIRSS), en un momento muy crítico debido a la lucha por la homologación de las tierras y la expulsión de los agricultores invasores. “La aprobación llegó en 2005. La misión fue invadida y destruida por campesinos y algunos líderes indígenas y políticos (cooptados) de la región. También fui secuestrado junto con dos colegas, el hermano João Carlos, español, ya fallecido, y el sacerdote colombiano César Avellaneda”, recuerda el padre Ronildo.
Después, el religioso se fue a trabajar a Río de Janeiro, a la favela Mangueira, en el barrio de Benfica, en la parroquia N. S. Consolata, y en 2008 fue enviado a México para unirse al primer grupo de misioneros de la Consolata en ese país. “Fue una experiencia gratificante y a la vez difícil, comenzar una nueva misión en un país desconocido”, comenta. Pasó siete años allí. En 2015, regresó a Brasil y trabajó durante seis años en la parroquia Santísima Trinidad en Feira de Santana, Bahía, región donde el Instituto operaba desde 1985. Hoy, celebrando su 25.º aniversario de ordenación, el padre Ronildo es misionero en la parroquia de São Paulo en Cascavel (PR).
Quiero agradecer a Dios por permitirnos hacer esta pausa después de 25 años de trabajo en la misión y evaluar el camino recorrido. También quiero mirar al futuro con esperanza y el deseo de seguir sirviendo al Instituto, a la misión y a Jesucristo. Él aún tiene mucho que pedirnos y quiere que seamos personas capaces de dar la vida; nosotros, los de mediana edad, aún tenemos mucho que ofrecer. Por eso, pido oraciones y que otras personas sientan el deseo de servir al Señor. A veces, las personas se quedan atrapadas en su cultura, su familia, su realidad, y no ven más allá ni buscan otras posibilidades que Dios ofrece. El mundo es mucho más grande que nuestras propias vidas y el lugar donde nos encontramos. Podemos ganar mucho conociendo otras culturas, idiomas, personas… La esperanza que tengo es que aún tenemos mucho que hacer y ofrecer en la misión, lo cual no es fácil, pero que Dios cuenta con nosotros”, concluye.
* Padre Jaime C. Patias, IMC, Secretariado de Comunicación.



