El valor del nombre

Composición artística CAZ

Cada miembro de la Familia Consolata, hijo de María Consolata y José Allamano, debe sentir sano orgullo de pertenecer a ella, tratando de corresponder al nombre que lleva y de honrar a sus padres con una vida de santidad y una ética en la misión, haciendo el bien, bien hecho.

Por Salvador Medina *

Llevar el nombre con dignidad

Recibir un nombre es un dato humano, personal y social, clave en la vida para poder existir, ser llamado y responder.

En el orden de la creación, según la Biblia, llama la atención que la divinidad encargara al ser humano de ponerle nombre a todas las criaturas nacidas de su voluntad creadora (Gen 2, 19-24). Era el modo de encomendarle la misión del cuidado de todo. Poner nombre a algo o a alguien recibido como don es asignarle paternidad responsable, confiarle el don y el cuidado. Se trata de una misión que envuelve y supera a quien la recibe, pero que le permite una relación amorosa y creativa, al tiempo que le ocupa, da vida y sustento. En una palabra, lo realiza.

En mi personal experiencia, he recibido el nombre de mis padres. Juntos lo han buscado y escogido. José Salvador han decidido y así me han identificado, diferenciado y registrado en la sociedad civil y en la comunidad de fe. Al final le han agregado los apellidos propios de mi genealogía: Medina Gómez.

En mis ya 75 años, tiempo de jubilación canónica, he intentado vivir y convivir conforme al nombre que llevo, honrarlo, buscarle sentido y significado, posesionarlo en la sociedad y en la Iglesia como José Salvador Medina Gómez.

Con el pasar de los años, desde muy joven, me fui descubriendo, o mejor, tomando conciencia de ser Misionero de la Consolata. Así me he venido identificando con la Institución que me recibió y en la cual me consagré al servicio de la misión del Dios de Jesús de Nazaret. Hoy hago síntesis como parte de ella y ella de mí, me reconozco y me reconocen como José Salvador Medina Gómez, Misionero de la Consolata. Esta es mi identidad, de la cual deriva mi misión.

En el caso de Jesús, el Emmanuel (Dios con nosotros), también a sus padres, María y José, les correspondió darle el nombre y lo llamaron Jesús – Dios salva (Mt 1, 21-25; Lc 2,16-21), su identidad y su misión.

“Poner nombre a un niño, algo cotidiano y que a veces se recubre de laboriosidad, ingenio, novedad, extrañeza, es algo profundo y sacramental. Podríamos decir que es función sagrada, no tanto por el nombre elegido, sino por lo que significa: acoger, responsabilizarse, acompañar, cuidar, querer, proteger, educar, fortalecer, liberar, sanar y salvar. No deja de ser abrazar lo pequeño, frágil, dependiente y bendecirlo para la fecundidad de su persona y su misión en el mundo, en libertad y justicia. Es una misión marcada por el riesgo y la tensión de la responsabilidad; pero al mismo tiempo por la alegría y la esperanza que nos dinamiza en la transmisión de la vida y nuestra potencia creadora junto a Dios” (Moreno José, “Trama divina, hilvanes humanos”, Ed. PPC).

“Como Instituto Misionero de la Consolata, conformado por Presbíteros y Hermanos (IMC), estamos vinculados por el mismos Carisma con las Religiosas (MC) y Laicos/as (LMC), conformando así la llamada Familia Misionera de la Consolata.

Refiriéndonos al IMC, no somos solamente una Organización con estructuras y recursos, somos también un Organismo vivo y dinámico, con carisma y espiritualidad, “espíritu de…”, donado por el Fundador Allamano, tal como solía decir: “El espíritu se los doy yo”. Ambos, Institución y Carisma, al servicio del “reinado de Dios” en la Iglesia de Jesucristo, en su expresión “ad gentes” que hoy, además de ser universal y dirigida a los que todavía no conocen al Señor Jesús, también es llamada “misión intergentes”, misión entre pueblos y continentes (cf. José Salvador Medina IMC, “Un árbol con raíces y alas”, CEPAL, Costa Rica, 2017).

Sus padres, María Consolata y José Allamano, le pusieron el nombre, Instituto Misiones Consolata: “Llevamos el nombre de la Consolata, y el Instituto es obra suya”; “tenemos hacia ella un amor filial y auténtico” (cf. Jn 19,27); la tenemos “como modelo y guía”; la Consolata es nuestra, de manera especial; es nuestra madre y su fiesta es “nuestra fiesta”. “Al traducir el título del Instituto consérvese intacto el nombre de “Consolata”. La forma y el espíritu queridos por el Fundador, San José Allamano, “padre y maestro”, confieren identidad y unidad al Instituto (cf. Const. IMC, 1-19).

José Allamano Cafasso

Las Direcciones Generales de los Institutos Misioneros de la Consolata nos han dado como Protector para el trienio 2024 -2026 al Beato Allamano (cf. Carta de las Direcciones Generales, 05/12/2023), la Iglesia Católica ha reconocido la Santidad del Fundador de los Institutos de la Consolata, “agradecemos al Señor este regalo para nosotros y para la Iglesia. Que este tiempo bendito sea ocasión para sentirlo, más que nunca, PADRE, y disfrutar de su presencia viva en medio de nosotros” (cf. Comunicación de las Direcciones Generales a los Institutos 23/05/2024). Canonizado en el Vaticano el 20 de octubre del 2024, día universal las misiones, la Dirección General en su Noticiero del 11 de noviembre promueve con alegría para el “Instituto y toda la Iglesia”, un año de “reflexión, celebración y renovación espiritual y apostólica”, desde el 16 de febrero del 2025 hasta el 16 de febrero del 2026, que nos llevará a la celebración del CENTENARIO de su tránsito del tiempo a la eternidad, en el marco del Jubileo de la Esperanza, promulgado por el Papa Francisco.

Tenemos “a la mano”, ante nuestros ojos, el nombre de un hombre, con sus apellidos: José Allamano Cafasso. ¿Qué nos dice?, ¿qué nos inspira?

Será la ocasión para vivir las propuestas bíblicas: “Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor” (Ex. 20,12); “Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo”; “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Ef. 6, 1-3).

* Padre José Salvador Medina Gómez, IMC, misionero de la Consolata en Colombia