Encuentro destaca el metodo misionero de Allamano

Luego de más de 100 años de historia en Europa, África, América y Asia, la misión ad gentes, nos ha hecho reconocer que el Espíritu Allamaniano ha crecido en las iglesias locales y en los diversos contextos gracias al testimonio de Fe, a la pasión, el sacrificio y la perseverancia sus misioneros.

Por Benjamín Martínez Solano *

Esto nos lleva a entender que “el método misionero ad gentes” está ahí, “a la mano”: se aprende haciendo la misión en espíritu de familia, en unidad de intentos, orando, celebrando, planeando y trabajando juntos. Está en movimiento, es dinámico y se renueva en cada persona y cada comunidad que lo hace suyo y lo pone en práctica al servicio de la humanidad y de la casa común, para que haya vida en abundancia con dignidad, justicia, reconciliación y paz.

El legado de nuestro Padre Fundador, San José Allamano es memoria viva, se convierte en impulso en el presente y nos abre a la esperanza porque la “Consolación que es Jesucristo”, como el “sol que nace de lo alto” sigue siendo la fuerza que nos alimenta y la luz que nos guía.

Los Agentes misioneros llegamos al encuentro, como todo lo que acontece en la misión, gracias a la motivación de alguno de los misioneros, convocados al 2º encuentro de “Agentes Misioneros de la familia Consolata” para aprender, celebrar y compartir el Carisma y el método de San José Allamano.  

El simple hecho de “vincularnos y llamarnos a hacer parte de”, es quizá, el primer paso de la metodología “a la mano”. Este aspecto elemental de humanidad, de crear lazos de fraternidad y familiaridad, permite despertar en nosotros la conciencia de la vocación y responder con prontitud al llamado que Dios nos hace en la Iglesia. Es cuestión de contagiar este Espíritu, esta manera de ser y hacer juntos, así se da otro paso en el camino: “la misión nace de un corazón apasionado que seduce y enamora”. Aprendimos que esta es la mejor estrategia para la animación misionera vocacional.

Como discípulos misioneros de la familia Consolata, estamos llamados a reconocer nuestras identidades culturales, a partir de ella, se cimientan las bases del proceso de formación humana y cristiana que nos permite crecer progresivamente al ritmo de la misión en contexto.

Consecuentemente, en este encuentro valoramos y celebramos la historia y las culturas como los lugares de dónde venimos, de Florencia, Solano, y Cartagena del Chaira (Caquetá); de Puerto Leguizamo y de Puerto Ospina (Putumayo); de San Miguel de Sucumbíos (Ecuador); de Sopln Vargas (Perú); del Pacifico, Buenaventura, Cali y La Unión – Valle; de las ciudades, Bogotá y Manizales; de Kenia, del Congo, y Suráfrica en el continente africano.

De esta manera, el carisma y el método “a la mano”, se encarna e incultura, como el Evangelio a lo largo de historia, en medio de los Pueblos Indígenas, los Afros, los Campesinos y urbanos. Unido a lo anterior, en nuestro camino de formación y crecimiento, como agentes misioneros, hemos reconocido y fortalecido los dones y carismas que Dios nos ha dado: somos animadores de las comunidades parroquiales como catequistas, proclamadores de la palabra, servidores en grupos y movimientos, promotores de lo social en favor de los pobres y enfermos, guardianes y cuidadores del medio ambiente, de la justicia, la paz, el perdón y la reconciliación.

Viviendo y trabajando con los Misioneros de la Consolata estamos aprendido y asumiendo el Carisma y la Espiritualidad que San José Allamano, dejó y trasmitió. En este sentido, podemos afirmar que las comunidades a las que pertenecemos, permeadas por la consolación y la misión Ad-gentes, se han convertido en verdaderas escuelas de formación para la misión según el Espíritu y el Método Allamaniano. 

Ha sido realmente novedoso y desafiante hacer que el Evangelio de Jesucristo se anuncie, se viva y se celebre teniendo en cuenta nuestras identidades culturales, tradiciones y espiritualidades ancestrales.

Valoramos el hecho que, en esta familia nos hemos sentido acogidos y promovidos con amor, respeto y decisión, para que hagamos, de su carisma y misión, un estilo de vida propio, en donde, tanto, misioneros consagrados como laicos, construyamos una familia que caminando juntos y en unidad de intentos: organiza y desarrolla la misión partiendo de la realidad de los territorios y de los pueblos; escuchando la gente y visitándola; viviendo la misión como  encuentro y dialogo acompañando los planes de vida de las comunidades.

Sentimos alegría y esperanza por ser parte de este sueño del Allamano “anunciaran mi gloria a las naciones”, que se hace método y proceso, que nos desinstala para ponernos en movimiento e ir al encuentro de los últimos, sin importar, la distancia o las dificultades para llegar, puesto que no vamos a nombre propio, sino a nombre del Dios de la Misión, que nos llama y envía con la fuerza del Espíritu del Resucitado. 

Finalmente nos hemos preguntado, ¿Cómo vamos a seguir aprendiendo y a proponer la espiritualidad y el método?

  • Formándonos y creciendo en los valores y actitudes del perfil del misionero “a la mano”: humano, humilde y amable, con ternura y delicadeza en el trato, con pasión por la misión,
  • Evangelizando desde la raíz de cada pueblo originario a través de su lengua, de sus signos y simbología. Aproximación a sus ritos y narraciones, ver como Dios se va manifestando en cada cultura.
  • Concientizando a cada agente misionero, que es desde la escucha, el dialogo y la paciencia como se pone en práctica el método y la misión de Jesús, a la manera de San José Allamano.
  • Rompiendo con los prejuicios para abrirnos a todos, llevando nuestros carismas, dones y talentos.
  • Queremos que los jóvenes conozcan la misión y el carisma.
  • Iniciar octubre misionero haciendo unas formaciones online del carisma, la consolación y misión.
  • Trabajando siempre en el espíritu de familia y en la unidad de intentos.
  • Seguir conociendo, actualizando y contextualizando el legado del Allamano.
  • Conociendo nuestro entorno en las ciudades, porque en ellas hay indígenas, migrantes, desplazados. Conocer la diversidad para hacer la misión.
  • Somos una iglesia en salida, sinodal, hay que salir a evangelizar. El testimonio como ejemplo evangelizador. La santidad desde nuestra realidad urbana. Tenemos que estar en una formación continua porque estamos en una sociedad en movimiento.
  • Aplicando y trasmitiendo lo que se ha aprendido. Poner al servicio de la misión los carismas. Retomar los visiteos, mostrando el mensaje de Jesús, reconociendo a los demás.
  • Reforzando los ensayos para mejorar los cantos y alabanzas al señor. Seguir acogiendo a los niños y jóvenes, reconociendo en ellos el rostro de Dios.
  • Participar en la celebración del centenario de San José Allamano, el 16 de febrero del 2026, en FLORENCIA.

Llevamos en la mente y el corazón, que San José Allamano, nos da la identidad a los laicas/os y consagrados de la familia Consolata. No somos simplemente colaboradores, a quienes se les ha asignado un trabajo y unas metas por cumplir, somos llamados y enviados por vocación, somos el mensaje mismo, allí donde nos encontramos, tanto en el trabajo como en la familia, mostrando que Dios habita en nuestra vida común, en donde hacemos de “lo ordinario algo extraordinario”.

El Dios con nosotros, que se hizo carne en María, nos habita y forma para salir de nosotros mismos como don que se ofrece para consolar, para que haya vida abundante compartida, es decir, una Eucaristía continua: Jesús hecho pan partido para toda la humanidad. 

El agente misionero “a la mano”, con el Corazón de Jesucristo y de María Consolata, se caracteriza por su cercanía, por que escucha, porque vive la misión con otros en sinodalidad, con un corazón apasionado, sincero y compasivo. Está llamado a ser consuelo y luz en medio del sufrimiento y de las oscuridades del mundo. Camina sosteniendo la esperanza de Jesús – el sol que nace de lo alto- sabiendo que toda crisis y toda noche, por oscura que sea, esta embarazada del sol del nuevo dia.

* Padre Benjamín Martínez Solano, IMC, misionero en Puerto Leguízamo, Colombia.

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