Este es el título del mensaje enviado por el padre Stefano Camerlengo, Superior Regional IMC, a todos los misioneros, familiares, amigos y bienhechores por la celebración de la Pascua del Señor 2021.
Por Redacción
“Esta Pascua llega mientras tristes noticias nos afligen todos los días; le pedimos a Dios que le ayude a nuestra humanidad, que ha sido golpeada, no sólo por la devastación del coronavirus, sino también por tantos otros sufrimientos“, afirma el padre Stefano al introducir su mensaje.
La carta recuerda a los fallecidos, enfermos, sus familiares y amigos, y a quienes se preocupan por ellos. “Le imploramos a Dios; pero, al mismo tiempo, debemos tener cuidado para no cerrarnos en nuestra angustia en la espera, sencillamente, de que pase este calvario y que todo regrese como antes. Sin embargo, el confinamiento que estamos experimentando no restringe nuestros horizontes”, exhorta el Padre General,que añade: “Le rogamos a Dios, pero Dios también nos ruega a nosotros. Dios quiere ser escuchado”.
También subraya que la pandemia “pone de manifiesto la necesidad de cambios profundos en nuestra sociedad, en la forma en que vivimos y operamos, en nuestra misión”.
En este sentido, subraya que “la Resurrección no sólo cambia por completo la forma con que miramos la vida, sino que transforma a quienes la acogen, da energías inesperadas, lleva a los discípulos de Jesús a formar una comunidad que irradia la vida misma de Dios. A partir de ese día, este anuncio recorre la Iglesia, como un viento que lleva la semilla de la esperanza a todas partes. Hoy también nos alcanza a nosotros, aturdidos por una fe que a menudo se arrastra con cansancio, sin pasión y llena de miedo Desde ese día, este anuncio ha recorrido la Iglesia, como un viento que lleva la semilla de la esperanza a todas partes. También llega a nosotros hoy, obsesionados por una fe que a menudo arrastramos cansada, sin pasión y llena de incertidumbre”.
LEA AQUÍ EL MENSAJE COMPLETO DE PASCUA DEL SUPERIOR GENERAL
En el espíritu pascual, el Padre General nos invita a reflexionar sobre dos valores importantes para vivir una auténtica Pascua de Resurrección: “la oración y el servicio. Valores pascuales para ‘no morir’, como diría el Beato José Allamano: ‘Debemos resucitar al fervor; no sólo del pecado, sino también de todas las debilidades. Conservar siempre el fervor que sentimos en esta fiesta. ¡Ya no morimos más! ¡Cada uno dígase a sí mismo: “He resucitado, no quiero morir más, quiero ser un verdadero misionero””.
Según el padre Stefano, “es en la oración que la acción del Resucitado se hace camino y se abre a la compasión, al encuentro con el otro”.
El mensaje concluye con las palabras de San Juan Pablo II en la última Pascua que celebró en esta tierra (27 de marzo de 2005): “¡Jesús, crucificado y resucitado, quédate con nosotros!
¡Quédate con nosotros, amigo fiel y seguro apoyo de la humanidad que camina por los caminos del tiempo!” (…).
