
El grupo de misioneros de la Consolata en formación permanente partió desde Bogotá hacia la ciudad de Bucaramanga, Colombia, el sábado 19 de julio, para continuar el curso formativo en la conocida “Ciudad Bonita”.
Por Redacción *
En esta segunda etapa participan 14 misioneros del Continente América —provenientes de Colombia, Brasil, México y Argentina— con entre 10 y 15 años de ordenación sacerdotal o profesión perpetua, y de diversas nacionalidades. Esta fase da continuidad a la primera semana realizada en Bogotá. Para conocer más sobre esa experiencia inicial, puedes leer la nota: Formación Continua: Volver al corazón para relanzarse a la misión.
El viaje, a pesar de la distancia, fue grato, ya que permitió a estos jóvenes sacerdotes contemplar los paisajes majestuosos de la Cordillera Oriental colombiana: la sabana de Bogotá, los páramos de Boyacá y el cañón del Chicamocha.

Al llegar al Centro de Animación Misionera —antiguo noviciado y propedéutico de la Región Colombia— fueron acogidos por los padres Adalberto López, Fernando Patiño y Fiorenzo Seveso.
Este encuentro, enmarcado en un ambiente de oración, fraternidad y escucha, se inspira en la frase: “Volver al corazón para lanzarnos a la misión”. Busca ofrecer a los participantes un espacio de reflexión personal y comunitaria que les permita releer su historia de vida, revitalizar su ser misionero y profundizar su espiritualidad a la luz de la Palabra de Dios y del testimonio de San José Allamano.

Dimensión fraterna
El domingo 20 de julio, día del grito que suscitó la independencia de Colombia, los misioneros fueron acogidos en la Parroquia La Consolata, por el vicario parroquial el padre Alain Forcier, IMC, a través de una inducción sobre la historia de esta misión, impartida por el Sr. Jorge Chaparro, un colaborador de varios años en la parroquia y la Sra. Elizabeth, secretaria desde hace 20 años.
La concelebración eucarística con toda la comunidad parroquial, fue presidida por el Consejero General para el Continente América, padre Juan Pablo de los Ríos, IMC, quien en la homilía hizo énfasis en la opción de María, la hermana de Marta y Lázaro, que escogió la parte mejor: “estar y escuchar a Jesús”.
En la misma línea de la contextualización, el día lunes, el Colegio Bilingüe La Consolata abrió las puertas a los misioneros para permitirles encontrarse con los jóvenes estudiantes y conocer la instalación del Colegio que ofrece el servicio a la educación de la Región Colombia en esta zona del país.

Dimensión Cultural
El proceso de inserción en el contexto también ofreció la posibilidad a los jóvenes misioneros de desplazarse hacia uno de los lugares más turísticos y culturales de los alrededores de Bucaramanga, El Cerro del Santísimo, en el municipio de Floridablanca, donde quedará en el corazón de cada uno de ellos la belleza del paisaje junto a la gran estructura del Cristo, que emulando al de Corcovado, custodia la meseta de Bucaramanga.
De igual modo aprovechando los días soleados y calurosos los jóvenes misioneros se desplazaron el lunes después del mediodía al municipio de Girón, un lugar de arquitectura colonial, calles empedradas y fachadas blancas junto a la belleza de su Basílica centro de espiritualidad y peregrinación para este territorio. Allí los misioneros tuvieron la posibilidad de deleitar su paladar con productos típicos y exóticos.
Dimensión Formativa
Entrando ya en materia, respondiendo al objetivo formativo de la semana, el padre Armando Olaya, IMC, entre los días martes y miércoles, ofreció a los misioneros los instrumentos para profundizar en lo concerniente a la vida religiosa, al servicio de la misión ad gentes, a través de una reflexión sobre los consejos evangélicos y las Constituciones del Instituto, ayudando de esta manera a revisar su camino de consagración y estimular la disposición para vivir dentro de las realidades contemporáneas los retos y desafíos que se le proponen a este estilo de vida, que para San José Allamano responde a la misma vocación de Jesús, el enviado del Padre.

Los días jueves y viernes para terminar la segunda semana de la formación, Mons. Francisco Javier Munera Correa, IMC., arzobispo de Cartagena de Indias y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia reflexionó con el grupo sobre “San José Allamano, el carisma ad gentes y su método misionero”. En sintonía con el tema central “volver al corazón para lanzarnos a la misión”, Mons. Múnera insistió en la afirmación del papa Francisco cuando decía que el corazón es el centro del ser humano (Dilexit nos – 2024) y cada misionero debe siempre sintonizar su propio corazón al de Jesús que ilumina, llama y envía.
El arzobispo de Cartagena de Indias, tierra de santificación de Pedro Claver, para llegar al corazón de los misioneros en formación fue en primer lugar al corazón del Evangelio, Jesús de Nazaret y luego al corazón de San José Allamano, inspirándose en dos cartas enviadas a sus misioneros:
La primera con fecha 27 de noviembre de 1903 donde el Fundador les propone cuatro virtudes para profundizar y salvaguardar la vocación misionera: el espíritu de fe, el espíritu de caridad fraterna y apostólica, el espíritu de sacrificio y por último el espíritu de humildad.
La segunda carta del 2 de octubre de 1910, hace referencia al método evangelizador implementado por los primeros Misioneros de la Consolata en las misiones de Kenia y transmitido por el mismo San José Allamano, quien, siendo padre y maestro, se hace también discípulo de sus misioneros. Este método debe ser iluminado, concorde, perseverante y basándose en la elevación del ambiente, lo que conocemos como promoción humana; bien decía Allamano: “anuncien una religión que junto a las promesas de los bienes eternos los haga ya más felices en esta tierra”.
Estos temas, aunque históricos, en el hoy de la vida de los misioneros en formación, suenan novedosos y motivadores dando así continuidad al programa propuesto y haciendo resonar una de las frases escuchadas la semana anterior: “Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí” (Confucio).
* Equipo de Comunicaciones IMC América.