
Stefano Camerlengo y el Consejero General para África, P. Godfrey Msumange, han conseguido finalmente realizar la Visita Canónica a la gran isla roja del océano Índico, Madagascar, considerada la cuarta más grande del mundo con 587.041 km².
Por Jaime C. Patias *
Celebrada del 21 al 30 de julio y acompañada por el padre Marco Marini, IMC, misionero en Etiopía, fue la primera visita canónica para el grupo de tres misioneros de la Consolata que se encuentran en ese país desde 2019, los padres Jared Makori, Jean Tuluba y Kizito Mukalaz.
“Por ahora tenemos una Misión en Beandrarezona, en la región de Sofía de la provincia de Mahajanga, en el distrito de Bealalana, a 1.124 metros sobre el nivel del mar. Estamos en la diócesis de Ambanja, a mil kilómetros al norte de la capital, en una situación de misión ad gentes, un lugar de primera evangelización”, dice el padre Godfrey Msumange. La población es de unos 25.000 habitantes con 20 pueblos separados entre sí. La comunidad cristiana más lejana está a 70 km de Beandrarezona, pero debido a las montañas y a la falta de carreteras se alcanza tan solo después de cuatro días de camino. El grupo étnico más numeroso de la zona es el de los tsimihety, pequeños agricultores que cultivan arroz, tabaco, cacahuetes, judías, maíz, y crían ganado.

Presencia de consolación
El padre Msumange recuerda que “tras estudiar francés y malgache, la lengua local, los tres sacerdotes llegaron a la Misión, donde fueron a vivir a una pequeña casa alquilada en medio de la población. Empezaron a analizar cómo organizar su presencia en el pueblo, sin olvidar las aldeas remotas, a las que es difícil llegar por la precariedad de las carreteras. En la región, los cristianos sólo representan el 3% de la población. El primer trabajo fue la formación de las comunidades, de los animadores y catequistas, pero sobre todo la promoción humana. De hecho, los misioneros ya han comenzado con la Escuela Secundaria, que no existe en el pueblo. Es un medio indispensable para la evangelización”, informa el Consejero General para África.

Al comentar la visita, el padre Stefano Camerlengo destacó la belleza de Madagascar y de su gente. “Son muy acogedores y cuando hablan se percibe una bondad que sale de dentro, muy educada y presente. Es un país con grandes potencialidades turísticas porque está rodeado de un mar maravilloso, pero se encuentra en una situación muy precaria. Está mal gobernado por gente que sólo vela por sus propios intereses y el pueblo vive de forma muy pobre y las oportunidades no se aprovechan. En particular, faltan carreteras que conecten las distintas ciudades y pueblos. Por eso la gente sufre mucho, sobre todo durante la temporada de lluvias, que dura seis meses al año. Esto hace que la vida se detenga por completo.
La Iglesia en Madagascar
En Madagascar hay 22 circunscripciones eclesiásticas, cinco archidiócesis y 17 diócesis. Actualmente hay 28 obispos, un cardenal arzobispo en activo (monseñor Désiré Tsarahzana) y un nuncio apostólico. La organización pastoral cuenta con 438 parroquias y más de 9.000 centros de atención pastoral. Hay 1.747 sacerdotes (892 clérigos seculares y 855 religiosos), 2 diáconos permanentes, 1202 seminaristas, 735 hermanos, 133 miembros de institutos seculares, 1703 misioneros laicos, 5.006 religiosas consagradas, 14.395 catequistas.
El cristianismo llegó a Madagascar en el siglo XVI con los padres dominicos, seguidos por los jesuitas y los lazaristas, y en el siglo siguiente por los misioneros de San Vicente de Paúl.
El padre Stefano comenta que “la Iglesia, por lo que vemos, está dando sus primeros pasos. No está bien organizada, no tiene una preparación bien establecida para los bautismos y los sacramentos son pocos. La gente no parece muy interesada en la vida de la Iglesia. Con una población de unos 25 millones de habitantes, sólo el 10% son cristianos. Así que el trabajo es muy grande”.

Una situación de misión ad gentes
El Padre General destaca que la Misión de Beandrarezona, donde están los Misioneros de la Consolata, es muy hermosa y desafiante. “Es una misión ad gentes compuesta por unas 20 aldeas y unos 25.000 habitantes y que, por primera vez, tiene una presencia estable de sacerdotes. Antes la comunidad era visitada desde la parroquia vecina. En esta región encontramos una pobreza extrema, la electricidad llega ahora con dificultad y los jóvenes están un poco abandonados a su suerte”.
En cuanto a la asistencia sanitaria, “hay un pequeño centro con una doctora que actualmente está de vacaciones con su familia. Cuando hay una emergencia, el vehículo de la Misión, el único que hay en el pueblo, se convierte en una ambulancia. Así que nuestra presencia es de consuelo. Son muchas las dificultades, pero también mucha la alegría de sentirse verdaderamente útiles, protagonistas de una misión que está naciendo. Los misioneros han comenzado a construir una escuela para dar un futuro a los jóvenes. Todavía se tiene que construir una casa para los sacerdotes y una capilla un poco más grande. La que hay en la actual es de barro y pequeña. Sabemos que una estructura buena y significativa ayuda a atraer a la gente.
Beandrarezona también cuenta con cuatro Hermanas Franciscanas de Notre Dame que trabajan en tres escuelas primarias y secundarias. Viven en una casa hecha por el obispo y ayudan en la misión.

“Esta -subrayó Stefano- es la experiencia de nuestros misioneros en Madagascar que me gustaría compartir con todos y es importante darla a conocer. Es una misión ad gentes propia de la Consolata. Escribiendo al administrador de la diócesis le dije que esta misión es un regalo que hemos recibido y que queremos conservar. Damos gracias al Señor por ello y pondremos todas nuestras fuerzas para cuidar ese regalo de Dios. Es realmente una misión que nos estimula y nos ayuda a estar cada vez más disponibles y sensibles”.
La primera Visita Canónica
«La Visita Canónica no es un mero cumplimiento formal, ni un acto de control, sino un acontecimiento de gracia para todos, un paso del Señor que viene a visitar a su pueblo para reivindicarlo y traerle la salvación”, dice el padre Stefano en su carta a los misioneros de Madagascar.
El padre Jean Tuluba, que ya trabajó en Roraima, en la Amazonia brasileña, es uno de los tres misioneros de la Consolata en Madagascar y nos dice que “la visita canónica fue para nosotros un tiempo de gracia, de encuentro fraternal, de alegría, de renovación, de compartir las alegrías y las penas de la misión; un tiempo para planificar nuestro futuro en la Gran Isla. Llevábamos mucho tiempo esperando este momento, pero no pudo ser debido a la pandemia de Covid-19. La alegría no fue sólo nuestra, sino también de toda la gente de la Misión Beandrarezona que pudo ver con sus propios ojos al Padre General y a su delegación visitándolos en su tierra. Se dieron cuenta que los misioneros no están solos, sino que la Consolata es una gran familia presente en todo el mundo”.

Para nosotros la visita del Padre General fue una gran alegría, como la visita de un padre a sus hijos que siempre hace bien. Él y su delegación tuvieron la oportunidad de ver con sus propios ojos lo que vivimos cada día, sentir lo que sentimos, entrar en contacto directo con la realidad, tener una visión clara de la nueva misión y sus retos.
El Padre Jean Tuluba también compartió algunos puntos importantes subrayados en la conclusión de la Visita Canónica:
1) El Instituto está contento con nuestra presencia en la misión de Beandrarezona que es puramente ad gentes. Reafirmamos nuestra permanencia.

2) La misión de Madagascar está en el corazón del Instituto porque nació de la decisión y la voluntad del Instituto. Por tanto, los misioneros de Madagascar no están solos. Les acompaña todo el Instituto.
3) Debemos iniciar el estudio para abrir una nueva presencia en Madagascar, preferiblemente en la capital Antananarivo, para apoyar la primera misión que ya tenemos.
4) La Dirección General debería enviar más misioneros al país para reforzar la primera presencia; reflexionar sobre la pertenencia jurídica del grupo de Madagascar y ayudar a construir la casa para los misioneros de Beandrarezona.
5) Se invita el grupo de misioneros a retomar el espíritu de la carta que el mismo Superior General escribió en ocasión de su partida a Madagascar en 2019 donde se describen algunas características de un misionero de la Consolata para vivir mejor la misión.
Finalmente, el padre Stefano animó a los tres misioneros a continuar la misión con mucho amor y dedicación en medio de la gente de Beandrarezona y alrededores”.

Algunos datos sobre Madagascar
Con una superficie de 587.041 km2, Madagascar es una isla del océano Índico con 4.828 km de costa. En el país se habla malgache, francés e inglés. Su capital es Antananarivo, con 1,4 millones de habitantes. La esperanza de vida es de 66,9 años y la población urbana del 26,81%. Alrededor del 70% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. El agua potable es accesible para el 10% de la población.
* Padre Jaime C. Patias, IMC, Consejero General para América.