
El mundo cambia pero la misión nunca cambia, pues el anuncio del Evangelio es la razón de ser de la Iglesia. Para ello, la misión ad gentes, “se trata de una actividad primaria de la Iglesia, esencial y nunca terminada” (RM 31).
Por Lawrence Ssimbwa *
Introducción
La misión ad gentes indica el primer anuncio del evangelio, la fundamentación o implantación de la Iglesia en los diversos pueblos, la puesta en práctica de la realidad de la Iglesia sacramento universal de salvación. La misión no es algo añadido a la comunidad eclesial, ni tampoco una de tantas acciones que debe realizar, sino toda su razón de ser, su misma naturaleza (AG 2). Sin embargo, no es nada fácil hoy llevar a cabo la obra evangelizadora, dado los cambios que el mundo experimenta en todos los aspectos de la vida.

Los retos actuales de la sociedad a la evangelización.
Hay que tener en cuenta los desafíos a la hora de emprender la obra evangelizadora, pues cada momento de la historia plantea exigencias y retos a la evangelización. Para ello, a la hora de emprender la evangelización, es importante que el evangelizador tenga presente los desafíos que generalmente el mundo actual presenta, pues el hombre de hoy, sujeto de la evangelización, está influenciado por varios elementos, algunos de los cuales son desafíos a los evangelizadores:
La influencia del posmodernismo
El posmodernismo es un movimiento cultural, artístico y filosófico que establece como nuevas formas de comportamiento el consumismo y el individualismo. Para el hombre posmoderno, prima el individualismo sobre el bienestar general. Es decir, lo más importante es el bienestar personal que el bienestar de la comunidad. Asimismo, en el mundo posmoderno de hoy, se prevalece el consumismo, debido a la expansión del capitalismo y la creación de nuevas necesidades. Los valores del posmodernismo se contraponen con los valores del evangelio. El evangelio siempre enseña los valores de compartir con los demás, de mirar el bienestar del prójimo, de amor, de perdón y reconciliación, etc. El evangelio conduce al hombre a confiar plenamente en Dios, mientras el posmodernismo conduce al hombre a centrarse en sí mismo, es decir, de endiosarse. Para ello, resulta difícil la evangelización en la sociedad posmoderna, debido a sus valores que descarrían fuertemente el ser y quehacer del ser humano en la sociedad contemporánea.

La secularización
La secularización es el proceso en el cual una persona, una institución o una sociedad aleja la doctrina religiosa a la cual pertenecía. En este sentido, se seculariza cuando uno se hace más civil y menos religioso o teológico. Los efectos culturales de la secularización han creado una distancia espiritual en las nuevas generaciones en relación con la Iglesia, con la mentalidad cristiana y con el evangelio de Jesucristo; todo ello, hace muy difícil la educación religiosa de los jóvenes. Los jóvenes no ven la importancia de lo que se les dice, no son capaces de valorarlo, les parece aburrido, inútil, molesto. No les interesa, no les atrae, no les dice nada.
El espíritu de la secularización ataca directamente a la fe, no tanto en sus contenidos sino en la firmeza de la adhesión. La fuerza de la cultura de la increencia a veces impresiona a los creyentes, les hace dudar de la verdad de su fe, y por eso mismo de la fuerza humanizadora y salvadora de la fe. Una fe insegura ya no es capaz de justificar renuncias, ofrecimientos y dedicaciones. Con una fe debilitada por la seducción de los bienes de este mundo no habrá nunca vocaciones para la vida consagrada ni cristianos seglares disponibles para el apostolado. Por eso, la fuerza de la secularización presenta hoy un enorme reto para la obra evangelizadora de la Iglesia.
Nota: La segunda parte será publicada en breve.
* Padre Lawrence Ssimbwu, IMC, de Uganda, en Buenaventura, Colombia.