La Vida Consagrada Comienza su Jornada Jubilar

Fotos: P. Jaime Patias, IMC

El Jubileo de la Vida Consagrada, promovido por el Dicasterio para la Evangelización y el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, dio inicio el 8 de octubre de 2025, en Roma, con la participación de más de 16.000 consagradas/os, procedentes de aproximadamente 100 países, quienes partieron como peregrinos de la esperanza para cruzar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y vivir un tiempo de gracia y comunión. 

Por Vita Consacrata *

Entre ellos se encontraban religiosas/os, monjes y contemplativos, miembros de institutos seculares, miembros del Ordo Virginum, eremitas y representantes de nuevas formas de Vida Consagrada.

La peregrinación, que comenzó a primera hora de la tarde, se desarrolló en un ambiente de oración y meditación, acompañados por los salmos e himnos del Jornada Jubilar. En las iglesias del Jubileo, fue posible recibir el Sacramento de la Reconciliación, signo de misericordia que regenera y renueva la esperanza.

La jornada continuó con una Vigilia de Oración en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Ángel Fernández Artime, SDB, Proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. El tema de la Vigilia, «Peregrinos de la Esperanza por los Caminos de la Paz», guio los tres momentos de reflexión y testimonios que dieron voz al clamor del mundo y a la misión de las personas consagradas como artífices de paz: 

  • El primer momento, «Cristo, nuestra paz, fuente de esperanza», una meditación inspirada por Charles Péguy, nos invitó a contemplar la esperanza como un niño débil pero perseverante, llevado sobre los hombros del sufrimiento y la fe. El testimonio de una monja de clausura, escrito ante la imagen de un niño refugiado de Gaza, testificó que los niños arrancados de los brazos de la paz también son nuestros, de todos nosotros.
  • El segundo momento, “Llamados a ser constructores de paz”, dio voz a la pasión por la paciencia sobre la que escribió Madeleine Delbrêl: los pequeños esfuerzos diarios que desgastan y purifican el corazón. Una mujer consagrada testificó que la paciencia arde especialmente, cuando la tentación de creer que nada cambiará se apodera de nosotros y consume la esperanza.
  • En el tercer momento, “¡…y peregrinos de la esperanza!”, las palabras de Christian de Chergé, mártir de Tibhirine, Argelia, resonaron como un himno a una vida entregada. El testimonio misionero de una monja impregnó su servicio entre los más pobres: “La misión no es cuestión de hacer, sino de dejarse transformar; mi vida no tiene solo una misión, mi vida es misión”. Tras la proclamación del Evangelio de la Visitación, Sor María, de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, ofreció un testimonio de “visitación” a las tierras heridas de Oriente Medio, afirmando que “la esperanza no es la ausencia de dolor, sino la presencia de Dios en el dolor”.

En su homilía, el cardenal Ángel Fernández Artime retrató a María como imagen viva de la consagración: una fuerza en movimiento, un seno que genera esperanza, una presencia que sacude la inmovilidad. En su camino hacia Isabel, dijo, se refleja el rostro más auténtico de la Vida Consagrada: una disponibilidad que se convierte en paso, encuentro y luz, capaz de reavivar la paz donde la esperanza flaquea.

La Vigilia concluyó con un momento de silencio e intercesión por la paz en el mundo. Las voces de los consagrados, unidos en el himno “Peregrinos de la Esperanza”, expresaron la alegría de una Iglesia que sigue creyendo que la esperanza nos mantiene a todos en el camino.

* Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Publicado originalmente en: www.vitaconsacrata.va

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