
LXII Asamblea General Ordinaria de Superiores Mayores
Conferencia de Religiosos Colombia (CRC),
Bogotá 29-30 de abril de 2023
Apreciadas Hermanas y Hermanos:
Reciban un cordial saludo de parte del Equipo Misionero Intercongregacional del Vicariato Apostólico Puerto Leguízamo-Solano en Colombia.
El Equipo Misionero Intercongregacional es un sueño que Dios sembró en el corazón de Mons. Joaquín H. Pinzón, como semilla, que debía ser plantada en el seno del territorio amazónico para ser reflejo de una iglesia cercana, servidora y en salida, que acoge, anima y acompaña a los pueblos, para que todos en Cristo tengan vida. En marzo de 2021 inició la experiencia con 2 religiosos, 2 religiosas y un seminarista. A partir de enero de 2022, se inicia una segunda etapa, y el equipo quedó constituido por las Hermanas María del Carmen López, Carmelita Misionera, Neyla Güiza, Dominica de Santa Catalina de Siena y Nancy Negrón, Misionera del Buen Pastor, quien les escribe.
Como congregaciones religiosas femeninas, llamadas, convocadas y enviadas por Dios a vivir en misión intercongregacional e intercultural, nos lanzamos confiadamente a la aventura de caminar juntas, con la única certeza de que el Espíritu iría con nosotras mostrándonos el camino. Solo el Espíritu por delante, la Ruah divina, y luego nuestra apertura y disponibilidad para dejarnos configurar a su modo, no al nuestro, sin agendas, sin proyectos elaborados, sin expectativas, “como las mujeres del alba que atraviesan la noche en la más radical osadía, abriendo boquetes al Espíritu para que pueda entrar y fecundarlo todo”. El Espíritu nos tomó de la mano y nos va conduciendo por un proceso profundo de conversión y transformación, que intuimos, tiene el propósito de hacer germinar el potencial oculto de la semilla, que de manera sencilla y humilde vamos sembrando, para que eventualmente dé sus frutos.
El centro unificador de nuestra misión ha sido Jesús, por tanto, nuestra organización sencilla y flexible, gira en primer lugar en torno a él, y al enraizamiento vivencial de una espiritualidad que nos regala la gracia de SABER ESTAR Y PERMANECER como testigos, sumergidas en este territorio amazónico cargado de incertidumbre, muerte, sufrimiento y dolor que implora ser reconocido y acompañado. Contemplamos a Jesús y desde él, con él y como él, escuchamos reverentemente los silencios, gemidos, gritos de la realidad y de la casa común, escucha que es abrazada por la identidad carismática que cada una posee como don y gracia. Compartimos el eco de lo escuchado en diálogos comunitarios que se convierten es espacios de discernimiento para descubrir el querer de Dios y el modo como él desea que seamos testigos, cauces de amor misericordioso y compasivo. Cada don carismático se encuentra y se conjuga con el otro ampliando y enriqueciendo nuestras miradas, se ensancha el espacio de nuestra tienda, otorgándonos una riqueza de incalculable valor. Por otro lado, hemos optado por vivir la misión con corazón itinerante, ligeras de equipaje, saliendo al encuentro de la VIDA que yace oculta entre signos de muerte.
No pocas veces hemos experimentado que la realidad, tan dolorosa y compleja, nos desborda. Ante ese desbordamiento compartimos nuestros sentimientos, inquietudes, impotencias, búsquedas… Acogemos y abrazamos, con libertad, la pequeñez de lo que somos, nos animamos mutuamente y vuelve a emerger como gracia la confianza, la fe, que nos permite seguir creyendo con alegría y esperanza. El Espíritu una y otra vez susurra a nuestro corazón que más allá de lo que nuestros sentidos puedan percibir Dios va tejiendo la historia de salvación, el proyecto del Reino, de manera silente e imperceptible.
Estamos conscientes de que nuestra presencia en la Amazonía Colombiana es un regalo de Dios, y que pudo concretarse gracias a la invitación de Mons. Joaquín y a la valentía de nuestras congregaciones religiosas que apostaron por una experiencia inédita, uniendo fuerzas, caminando con otras, en intercongregacionalidad, para llegar a donde solas no podíamos llegar, allí donde la vida amazónica clama.
Falta mucho camino por recorrer, por eso, pedimos al Espíritu de Dios que continúe iluminando nuestro caminar y que siembre en sus corazones la inquietud de mirar hacia la Panamazonía como lugar de misión, como espacio donde podemos ser testimonio y profecía de esperanza.
Como dice el Horizonte Inspirador de la CLAR, “es el momento de transitar juntas y juntos hacia aguas más profundas de la pequeñez evangélica, a despertar y sostener la esperanza profética desde lo poco, lo pequeño, lo pobre e insignificante. De desplazarse, con Jesús, hacia lo anónimo, lo gradual, lo marginal, el silencio contemplativo y la espiritualidad de la minoridad”.
¡Subámonos a la barca de lo imaginable!
En Jesús, Buen Pastor,
