Política para hoy

Foto: Dominika Roseclay

Después de superado el virus y al volver a la vida normal, espero que no volvamos a lo mismo que vivíamos antes y que este tiempo vivido haya servido para un cambio de actitud frente a la vida humana en su relación consigo mismo, con la naturaleza, entre nosotros los humanos y con Dios.

Por Rigoberto García *

Vivo en esta sociedad y en este tiempo, inmerso en la política que gestiona la vida y la convivencia. No se trata pues de hablar de política, que también se puede, sino de leer este tiempo desde la política sin desconocer el contexto de pandemia y confinamiento que estamos pasando, que nos lleva, necesariamente, a replantearnos el quehacer político, una política que debe estar al servicio de todas relaciones fundamentales para la convivencia, y a pensar en el cómo reorientar todos sus proyectos y programas, para responder al presente y al después.

Fueron muchas las cosas que se pusieron en evidencia en este tiempo: Las riquezas…, el poder…, la fama…, las seguridades…, las clases sociales… No sirven para nada, pues el virus no pregunta quién es uno o qué hace…, o cuánto dinero tiene…, ni se fija en el color de la piel o qué religión profesa… Definitivamente nos igualó sin distinción y dejó al descubierto el poco valor que tienen las cosas y que es posible vivir con menos y además que como veníamos, estábamos destruyendo nuestra casa común y haciéndola invivible para todo ser viviente; pudimos observar que la naturaleza tuvo un respiro, con menos contaminación ambiental…, muchos animales se sintieron menos amenazados y pudieron transitar más libremente en sus espacios y hasta en los poblados.

Creo, con optimismo, que vendrán nuevos tiempos…, que se promoverá más solidaridad entre nosotros…, que cambiarán las prioridades en los programas de desarrollo de los gobiernos…, que se cuidarán más los recursos naturales y se protegerán más la flora y la fauna…, que se gobernará con mayor sensibilidad social, dando mejores oportunidades a los pobres, para que no haya más hambre…, desempleo…, gente en la calle…, familias sin techo.

¿Por dónde hemos llegado?

Si reflexionamos sobre la política global, como ha venido siendo practicada, sobre todo en el mundo occidental, de manera generalizada, entendiendo la política como el arte de dirigir y gobernar los pueblos en todas sus relaciones, en búsqueda del bien común, podemos responder a la pregunta de la memoria: ¿De dónde venimos?

Lo que hemos visto y vivido hasta ahora, han sido unos gobiernos aliados y al servicio de los diferentes poderes (económicos…, financieros…, mineros…, narcos…) sin importarles mucho la suerte de la gran mayoría de la población; se mueven más por los intereses particulares, sacrificando el bien común y apoyando todo aquello, que es bien sabido, lleva a la destrucción de la naturaleza y el ecosistema, como la extracción minera a cielo abierto, con alta contaminación de las aguas de ríos y mar…, la deforestación de grandes extensiones de bosques con la consiguiente destrucción del hábitat animal y su paulatina extinción.

De otro lado se ha dado, muchas veces, la estrecha relación entre el narcotráfico y altos funcionarios del poder político, salpicando de corrupción y dineros ilícitos, en tiempos de campaña, a favor de algún candidato. Otro elemento deplorable han sido las alianzas de políticos o gobiernos con grupos paramilitares y lo más triste ha sido la persecución…, desaparición o muerte de los líderes que se han arriesgado valientemente a denunciar toda esa realidad del mundo político.

Foto: Anthony Beck

¿En dónde vamos o estamos?

Estamos pasando por un tiempo muy especial, para el cual nadie estaba preparado, ni se esperaba. De un momento a otro nos vimos encerrados por un enemigo invisible, que está cobrando vidas en todo el mundo y que aún no se sabe cómo controlar; pues esa realidad llevó a la humanidad entera a asumir comportamientos y actitudes y a vivir situaciones que nunca habíamos imaginado: confinamiento en las casas, obligatorio por largos periodos de tiempo, sin poder salir a la calle libremente y aun dejando el trabajo…, el uso de tapabocas y la protección personal adecuada, para cuidarse y cuidar a los otros…, la restricción del tránsito vehicular por las vías urbanas e intermunicipales…, la suspensión de muchas obras y trabajos productivos…, la restricción en el acceso al comercio industrial con el cierre de almacenes…, empresas grandes y pequeñas…, la imposibilidad del sustento para muchos trabajadores independientes y callejeros.

Junto a todo este panorama desolador, que ha generado en los pobres, hambre y desempleo, comenzamos a ver algunas actitudes nuevas en la humanidad: movimientos de solidaridad con y entre los pobres…, una gran responsabilidad de muchas empresas que siguen sosteniendo los salarios a sus empleados, aun sin trabajar, conscientes de la circunstancia obligante del empleado, ajena a su voluntad…, una notable baja en la contaminación ambiental…, un espacio de libertad para muchos animales que han podido respirar un aire más puro y moverse con menos tensión aun en poblados urbanos.  

¿Para dónde vamos?

Realmente el futuro es incierto, pues no sabemos hasta cuándo tendremos que seguir encerrados o en la incertidumbre; lo que podemos pensar o soñar es que, después de las lecciones que nos ha dado la naturaleza, no podemos volver a lo mismo de antes, con todos esos vicios y situaciones arriba mencionadas; creo que  las relaciones sociales…,  humanas… y con la naturaleza tienen que cambiar. Es como un nacer de nuevo. Sueño con justicia para los pobres…, con un mundo donde nos miremos todos como iguales, con los mismos derechos y posibilidades…, donde no haya más hambre y donde todos podamos gozar de un empleo digno…, donde se respete la naturaleza y todo su ecosistema…, donde prime siempre el bien común y no los intereses particulares…, donde esté siempre por encima la persona humana.

Espero que este tiempo vivido en familia, tan estrechamente, sirva para afianzar los lazos de unidad entre sus miembros…, para un mayor conocimiento y alimento del amor en la pareja, forjado en la escucha y la tolerancia mutua y puedan, así, mirarse de una manera nueva. Termino este escrito, añorando.

* Rigoberto García Barbosa es hermanito de Jesús (Colombia).

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