
En un país donde las comunidades negras han resistido siglos de exclusión con canto, fe y dignidad, el Señor sigue levantando hombres y mujeres que, desde su vocación espiritual, se convierten en faros de esperanza, sanación y transformación.
Por Francisco Martínez *
La iniciativa de ÉtnicaTV, que desde 2020 reconoce a líderes del suroccidente colombiano, ha otorgado en la séptima edición de los Premios Transformadores de la Región el galardón en la categoría “Transformador Social” a tres sembradores del Reino en territorio afrocolombiano: Monseñor Wiston Mosquera Moreno, el Padre Elías Libanda IMC y la Hermana Sandra Milena Mancilla Segura.
Este reconocimiento honra su entrega espiritual, su servicio generoso en comunidades vulnerables y su testimonio vivo de que el Evangelio también habla en lengua afro: con tambor, con alabaos, con mar, con memoria, con dignidad.

Caminar con el pueblo negro es también hacer Reino de Dios
A lo largo de su historia, el pueblo negro en Colombia ha transitado entre las sombras de la pobreza, el racismo estructural y el olvido institucional. Pero también ha sabido conservar la luz de su alma: una espiritualidad ancestral, una fe en el Dios de la vida, una resistencia expresada en canto, cocina, tambor y danza.
El reconocimiento a estos tres líderes no es un premio personal. Es una afirmación pública del valor del camino afro, de su espiritualidad encarnada, de su cultura como manifestación de Dios y de su lucha como parte del proceso de liberación integral que el Evangelio anuncia.

Monseñor Wiston Mosquera Moreno: pastor afro, rostro de esperanza
El primer obispo afrodescendiente en Colombia no representa solo un hecho histórico: es una semilla de reconciliación e inclusión plantada en el corazón de la Iglesia. Hoy, al frente de la Diócesis de Quibdó, Monseñor Mosquera es un signo de Dios para un pueblo que por siglos no se vio reflejado en el rostro de sus pastores.
Su presencia es también respuesta a las oraciones de muchas abuelas negras que pedían a Dios un pastor “como nosotros”. Su liderazgo no divide, sino que une desde la identidad, la escucha y la esperanza.
Padre Elías Libanda IMC: un corazón africano al servicio de la negritud colombiana
Originario de Tanzania, el Padre Elías ha hecho de Cali y de sus comunidades afro su nuevo hogar espiritual. Con su entrega misionera, ha revitalizado la Pastoral Afro de la Arquidiócesis, animando celebraciones inculturadas, encuentros juveniles y procesos de formación que devuelven a la comunidad su valor, dignidad e identidad.
Su presencia recuerda que África no es solo origen, sino también camino de fe compartida. Como misionero de la Consolata, camina con el pueblo con humildad, entre tambores, palmas, ofrendas y oraciones.

Hermana Sandra Milena Mancilla: la poesía como oración del pueblo
Desde su vida consagrada, la Hermana Sandra Milena ha cuidado a niños, jóvenes, ancianos y, más recientemente, a hermanas mayores. Pero su apostolado no se detiene ahí: con su pluma, escribe poesía que honra el alma afro, que canta la vida del Pacífico, la fe del pueblo, sus sabores, sus luchas y sus santos olvidados.
Su poesía es catequesis, es cultura viva, es Evangelio escrito en verso y tambor. Es memoria para un pueblo que muchas veces ha sido narrado por otros, pero que ahora se narra a sí mismo con belleza y verdad.
Un signo de Dios en medio del pueblo
El Premio Transformador Social que han recibido es, ante todo, un signo del Espíritu Santo que sopla donde quiere y se hace presente donde la dignidad humana ha sido vulnerada.
Ellos han sabido ser levadura en la masa, luz en la oscuridad, pastores con olor a pueblo y sembradores de una Iglesia con rostro afro, liberadora y profética. Pero detrás de ellos también hay un pueblo que ora, canta, resiste y construye: este reconocimiento es igualmente para las comunidades negras que, con su fuerza espiritual y organizativa, han hecho posible cada paso de este camino. Son ellas el verdadero cuerpo que sostiene la misión, el alma que acompaña, la voz que inspira.

Memoria, dignidad y Evangelio encarnado
La historia del pueblo negro en Colombia es también historia sagrada. En sus ríos se han bautizado generaciones de fe; en sus tambores se han transmitido oraciones; en sus comunidades, la Palabra se ha hecho carne.
Este reconocimiento es también una invitación a mirar la trayectoria de la Pastoral Afro en el país, una presencia viva que, desde hace décadas, ha acompañado procesos de identidad, dignificación y evangelización inculturada. Ha sido una pastoral hecha con y desde el pueblo, que no impone, sino que recoge, escucha y celebra. En el Pacífico, el Caribe y otras regiones, esta pastoral ha sido escuela de resistencia, semilla de Iglesia y espacio de articulación entre la fe y la cultura afrodescendiente.
El llamado que se eleva desde este reconocimiento es claro: la Iglesia debe ver, valorar y caminar junto a las comunidades negras, no como objeto de misión, sino como sujetos de fe, cultura, sabiduría y santidad. Porque el Reino también se construye entre palmas, cantos y alabaos, allí donde el Espíritu sopla con ritmo de mar.
* Francisco Martínez, laico misionero de la Consolata colombiano en servicio en Kenia, África.