
“Un día, dirigiéndose a los Misioneros de la Consolata, San José Allamano concluyó: ‘Os digo que mi mayor consuelo es que siempre he hecho la voluntad de Dios’. En otra ocasión, explicando a los alumnos por qué había despedido a un cura que no había obedecido, dijo: ‘Pero nada cae sin la voluntad ni el permiso de Dios… Por eso, rezaba en estos Ejercicios para que el Señor me diera no sólo la conformidad a su voluntad, sino también la uniformidad, y decía: no quiero que se haga aquí mi voluntad, sino sólo la voluntad de Dios’. Hacer la voluntad de Dios fue para Allamano el secreto para convertirse en santo, para ir al encuentro de Dios y para realizar plenamente su vocación misionera”.
Esta cita está tomada de la sexta meditación en el camino de preparación al Centenario de la muerte de San José Allamano, que se celebrará el 16 de febrero de 2026.
“Confiar en la voluntad de Dios es afrontar a menudo el misterio de la poda silenciosa que, aunque dolorosa, prepara en nosotros frutos nuevos y más abundantes. Como el árbol que, incluso herido, renace con renovado vigor, estamos llamados a acoger la “poda” de la vida como expresión del amor misericordioso de Dios, que quiere siempre nuestro bien y nuestra santificación”.
La primera reflexión, en marzo, invitaba a meditar sobre “La santidad y sólo Dios”. En abril, en la segunda meditación, reflexionamos sobre “La santidad y la dimensión eucarística de la vida”. “La santidad y el espíritu de oración” fue el tema de la tercera meditación de mayo. La cuarta reflexión, en junio, se titulaba “La Consolata, una presencia viva en nuestro camino de santidad”. En julio el tema fue “Santidad y esperanza”. Ahora publicamos la sexta meditación titulada “Santidad y voluntad de Dios”.
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