San José Allamano: La Navidad es la celebración del misterio de Belén

El nacimiento de Jesús en Belén es un acontecimiento central en la fe cristiana, narrado en los Evangelios de Mateo y Lucas. Su nacimiento ocurrió en Belén, una pequeña ciudad de Judea durante el reinado del rey Herodes, aproximadamente entre los años 4 y 6 a.C. Este evento se considera el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, específicamente en el profeta Miqueas 5:2, quien menciona que el Mesías nacería en Belén. Así que, no podemos hablar de la solemnidad de la Navidad sin referirnos específicamente a Belén donde sucedió el nacimiento de Jesucristo, único Salvador del mundo. 

Por Lawrence Ssimbwa IMC *

 Por eso, san José Allamano se refiere a la Navidad como una celebración del misterio de Belén porque fue allí donde aconteció el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios: “¡Qué importante es el misterio de Belén! Es maravilloso meditar sobre la pasión, pero también, lo es meditar sobre la Navidad. El santo Niño nos ha dado una importante lección al vencer las tres concupiscencias humanas: los placeres, las riquezas, los honores, para enseñarnos a vencerlas también nosotros. (…) Naciendo tan pobre, el Señor ha querido alejarnos de todas las comodidades de este mundo. Y así, canonizó la pobreza” (Así los quiero, p. 101).

En el misterio de Belén se da el anonadamiento de Dios. La Navidad, en su esencia, es una conmemoración del misterio de la Encarnación de Dios, un pilar fundamental de la fe cristiana. Por el misterio de la Encarnación, Dios se anonadó completamente rebajándose a la condición del ser humano. San José Allamano explica de manera clara el misterio del anonadamiento de Dios: “Nuestro Señor quiso anonadarse hasta hacerse Niño. El pesebre nos habla de la humildad y la sencillez del Señor. Si Él se hizo pequeño, ¿por qué no deberíamos hacernos pequeños nosotros? (Así los quiero, p. 101). San Pablo nos ayuda a entender mejor el misterio de la Encarnación de Dios al afirmar que “Jesús el cual, siendo de condición divina no quiso hacer de ello ostentación, sino que se despojó de su grandeza, asumió la condición de siervo y se hizo semejante a los humanos. Y asumida la condición humana, se rebajó a sí mismo hasta morir por obediencia, y morir en una cruz” (Filipenses 2: 6-11).

El misterio de la Encarnación de Cristo nos enseña la importancia de las virtudes de la sencillez y la humildad en la vivencia cristiana. El nacimiento de Jesús en un pesebre, un lugar humilde y alejado de cualquier lujo o comodidad marcó el tono de su vida, y se caracterizó completamente por la austeridad y la modestia. Incluso los evangelios nos relatan que Jesús no tenía un lugar propio donde reclinar la cabeza (Mt 8: 20). San José Allamano explica la importancia de abrazar las virtudes de sencillez y humildad que se manifiestan en el nacimiento de Cristo en un pesebre: “Ejercitémonos en aquellas virtudes propias del santo Niño: la sencillez y la humildad. ¡Qué importante es la virtud de la sencillez para un misionero y una misionera, inclusive para ser felices aquí en la tierra! ¿Y qué podemos decir de la humildad? Nuestro Señor se hizo muy pequeño; después de rebajó, se anuló hasta la muerte en la cruz. Cuando vayan al templo, mirando a Jesús en el sagrario y, luego, contemplando al Niño en el pesebre, díganle: ¡Quiero tener todas las virtudes!”. (Así los quiero, p. 102).

Por lo tanto, la celebración de la Navidad es una ocasión para amar más a Jesús quien se encarnó a la humanidad por su salvación. Acerca de esto, el Fundador de los misioneros de la Consolata da una exhortación: “Debemos amar al Santo Niño por sí mismo. Él descendió del cielo y se encarnó precisamente por nosotros, por cada uno de nosotros y por nuestra salvación. Meditemos a fondo este exceso de amor de Jesús y, así también nosotros lo amaremos. Pidámosle a Dios con insistencia este amor” (Así los quiero, p. 102).   

En conclusión, Belén es el lugar de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Pues fue en la ciudad de Belén donde específicamente el Hijo de Dios se hizo carne y habitó por primera vez entre la humanidad. Por eso, san José Allamano llama la Navidad como la celebración del misterio de Belén. Que la celebración de la Navidad en el año del Jubileo de Esperanza nos permita acercarnos más a Cristo para seguir soñando por un mundo mejor de paz y fraternidad entre los pueblos.

* Por Lawrence Ssimbwa IMC – Misionero de la Consolata en la Región Colombia.

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