
José Martín Serna Jurado, nacido en Marulanda – Caldas, Colombia, el 11 de enero de 1968, en la familia de Luis Eduardo y María Nelly, ingresó al Instituto Misionero de la Consolata, después de terminar su Bachillerato, para iniciar su proceso formativo con miras al Sacerdocio Misionero.
Por Salvador Medina *
Contexto de su vocación
El territorio del Norte de Caldas, recorrido por los primeros misioneros y misioneras de la Consolata venidos a Colombia, desde la lejana Italia, en 1947, fue sembrado de “carisma allamaniano” en los templados picos de las montañas cafeteras y en los fríos valles de los páramos, como San Félix y Marulanda.
Muy pronto, casi de prisa, se vio surgir, entre los fecundos surcos de papa, en el pequeño corregimiento de Salamina, llamado San Félix, la denominada Casa Apostólica o seminario menor misionero de la Consolata. Mientras, más al Norte del Departamento, las Misioneras de la Consolata asumían la dirección de la Normal Superior de Señoritas, en Aguadas tierra de la iraca y el sobrero de paja, del buen café , el pionono y el pasillo colombiano.
Los Padres Víctor Menegón, Ángel Lino Cunibertí y otros más, se metieron de lleno, con entusiasmo y esperanza, a la evangelización parroquial, la promoción vocacional y la formación de futuros misioneros. Eran evangelizadores, animadores y formadores, al mejor estilo de su Fundador San José Allamano.
Del seminario de San Félix provinieron los primeros Misioneros de la Consolata colombianos, bien representados por el P. José Luis Serna Alzate, nacido en Aranzazu, más tarde Obispo de Florencia – Caquetá y por el P. Ariel Granada Serna, de Marulanda, tío del P. José Martín, mártir asesinado en Mozambique en 1991, en manos de asaltantes, mientras desempeñaba su misión.
Misionero de la Consolata, ad gentes
José Martín Serna Jurado, a la edad de 19 años, dejó a sus padres con sus ocho hermanos y se enrutó por los caminos misioneros de la Consolata, después de finalizar su Bachillerato, recibido los sacramentos de iniciación cristiana y ejercido como monaguillo en la parroquia Nuestra Señora de la Merced de su pueblo natal, Marulanda.
Estudió filosofía en el Centro de Pastoral y Filosofía – CEPAF, de Bogotá y luego vivió su año de Noviciado en Bucaramanga – Colombia, concluyendo su proceso formativo con el estudio de la teología y su especialización en Misionología, en Roma – Italia. Habiendo emitido la primera profesión religiosa en 1994, fue ordenado sacerdote el 13 de marzo de 1999, en Manizales -Colombia. Antes de asumir su último servicio misionero, como Maestro de Noviciado, en 2022, dedicó su vida a la misión en Costa de Marfil -África, durante 19 años.

Pistas para ser discípulo misionero del Señor
Transcribimos aquí el testimonio del P. Armando Olaya, quien fue uno de sus formadores, uno de sus compañeros de vida y misión y superior: “Hay personas con las cuales uno se siente bien y se pregunta que es lo que nos hace sentir bien al estar, caminar y trabajar con ellas. Creo sea un bienestar que viene de un corazón limpio, sencillo, sin otra pretensión que servir en lo que se puede, particularmente a los más pobres.
Con José Martín Serna me sentí siempre bien. Me llamó la atención su manera de presentarse. Quería ser como alguien imperceptible. Una sonrisa tímida, su ligero movimiento de cabeza. Su figura denotaba a alguien lleno de una fuerza interior que, no deslumbraba ni hacia mal a los ojos, pero que sí atraía. Expresaba confianza, generaba espacio humano abierto, como un amanecer o un atardecer apacible.
El tiempo más hermoso de la misión en Costa de Marfil, concretamente en San Pedro y en un sector periférico de la ciudad, lo compartimos con Martin. Los pobres nos ayudaron a amar al Señor de la Misión, al ser hermanos, a vivir en nuestra casita con las puertas abiertas, a dormir en los poblados, como fuese y donde fuese. A bailar y cantar. No percibí en Martin resistencias, críticas, rechazos. Musulmanes, cristianos de todas la confesiones, hombres y mujeres de ritualidades tradiciones. Todas esas expresiones espirituales y populares Martín las acogió y me ayudó a apreciarlas de corazón.
Un hombre sin rechazos o resistencias a las propuestas misioneras y a los desafíos. Todo lo vivió y luego lo compartió en la Formación en Costa de Marfil, un tiempo corto en Colombia y finalmente en el Brasil con los Novicios. En esta última fase su larga y penosa enfermedad, asumida sin quejas ni rechazo, convencido que su vida y su ministerio eran totalmente para el Señor, al servicio de su Pueblo, en el IMC”.
* Padre Salvador Medina, misionero de la Consolata en Colombia.