
El pasado 20 de octubre de 2025, la comunidad indígena Huitoto (Muruy) de Umancia, ubicada a orillas del río Caquetá, cerca de la desembocadura del río Caguán, celebró la inauguración y bendición de la Casa Misionera. Este espacio simboliza el compromiso compartido en el fortalecimiento de la presencia pastoral con esta comunidad, los Misioneros de la Consolata y el Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano, posibilitando espacios para la formación y el desarrollo integral humano del pueblo indígena.
Por Leidy Paola Paredes Castellanos *



Umancia: una comunidad viva en su cultura y en su fe
La comunidad de Umancia, fundada en el año 2001 y ubicada en el departamento del Putumayo, está conformada por 73 familias pertenecientes a 10 clanes, con una población aproximada de 280 personas. Cuenta con el Centro Etnoeducativo Rural Indígena EÑO Monayama Jito, desde donde se promueve la enseñanza de la lengua materna y los bailes tradicionales como parte de un proceso de preservación cultural.
En materia de salud, la comunidad dispone de un puesto de atención primaria, apoyado por promotores locales y sabedores tradicionales. Su estructura organizativa se compone de un cacique, un gobernador y un cabildo, quienes articulan el trabajo comunitario con la organización indígena ACILAP, que acompaña sus planes de vida y gestiona proyectos de desarrollo.
En el ámbito religioso, Umancia mantiene una profunda identidad católica. Desde sus orígenes, la comunidad ha acogido a Nuestra Señora de Guadalupe como patrona, y en 2021, gracias a la unión de las familias, se construyó su capilla comunitaria. Hoy, cinco catequistas locales animan la vida espiritual, acompañan la preparación de los sacramentos y sostienen la fe del pueblo junto a los Misioneros de la Consolata que visitan periódicamente la comunidad.

Una obra fruto de la colaboración y el compromiso comunitario
La construcción de este espacio de formación, Casa Misionera, fue posible gracias al apoyo del Centro de Solidaridad Misionero – CESOMI, con el aporte de los materiales, y al trabajo comunitario de las familias, que ofrecieron su mano de obra. La Comunidad organizada con la metodología tradicional de la minga, entendida como una práctica ancestral de trabajo comunitario para lograr un fin común; la comunidad estructuró comités para cortar y transportar la madera, levantar la estructura y terminar detalles como puertas, ventanas y escaleras.
Cada fase fue vivida como una experiencia de unidad. Las mujeres participaron activamente en todas las etapas, aportando su creatividad y fuerza física, especialmente en el diseño del baño, pensado para la acogida de los misioneros. Esta labor colectiva no solo materializó una casa, sino también, un proceso de fortalecimiento comunitario que reafirma el valor del trabajo comunitario, en unidad y de participación equitativa.
Una sede misionera para el fortalecimiento pastoral: el corazón del proyecto.
La construcción de la casa misionera surgió como fruto del proyecto de formación y empoderamiento de las mujeres de Umancia, promovido por CESOMI y el Vicariato Apostólico. Su construcción se desarrolló entre mayo y agosto de 2025 t contó con el apoyo de la comunidad, los Misioneros de la Consolata y el Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano.
A través de talleres de manualidades, gastronomía, modistería, carpintería, liderazgo y autoestima, las mujeres fortalecieron sus capacidades y habilidades personales, productivas y de liderazgo dentro de la comunidad. Estos espacios se convirtieron en puntos de encuentro no solo mujeres sino también de jóvenes y hombres, permitiendo intercambiar saberes y experiencias que rompen los esquemas tradicionales de los roles/tareas específicos para cada género.
En este sentido, el empoderamiento femenino tuvo una repercusión visible en la vida familiar y en la cohesión social. Durante las noches, los temas trabajados en los talleres eran compartidos en los rezos comunitarios, integrando la formación con la vida espiritual y fortaleciendo los lazos entre las familias.
Con la inauguración de la Casa Misionera, Umancia se consolida como una sede de referencia pastoral en el corazón del Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano. Este espacio permitirá fortalecer la presencia misionera a lo largo del río Caquetá, facilitando el acompañamiento a otras comunidades indígenas de los departamentos de Putumayo, Caquetá y Amazonas.

El acto contó con la presencia de Monseñor Joaquín Humberto Pinzón Güiza, Obispo del Vicariato; el Padre Venanzio Mwangi, Superior Regional de los Misioneros de la Consolata; el Padre Eduardo Reyes, párroco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en La Tagua; la Hermana Inés Arciniégas, Misionera de la Consolata; la laica Leidy Paola Paredes, representante del Centro de Solidaridad Misionera (CESOMI); y los miembros de la comunidad.
Durante la jornada, Monseñor Pinzón presidió la Eucaristía y realizó la bendición de la nueva casa misionera junto al cacique de la comunidad, en un gesto que unió la fe cristiana con la sabiduría ancestral del pueblo Huitoto. Este momento fue signo de comunión y esperanza puesto que se reafirmó el tejido común entre la Iglesia y las comunidades indígenas del territorio amazónico.
Desde Umancia se proyecta la creación de un equipo misionero intercultural integrado por religiosas/os y laicas/os que, en comunión con la comunidad local, promuevan procesos de formación ministerial indígena en clave de inculturación y servicio desde los ministerios laicales.
La nueva Casa Misionera se convierte así en un signo visible de común-unión, fe y compromiso solidario; un lugar donde la comunidad local, los Misioneros de la Consolata y el Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano continúan tejiendo esperanza y fraternidad en el corazón de la Amazonía Colombiana.
* Por Leidy Paola Paredes Castellanos, coordinadora de la oficina de CESOMI.



