
¿El coronavirus o el gobierno de guardia? Tal vez, la perversa combinación de ambos.
Por Alfredo J. Gonçalves
La expresión fue utilizada por el filósofo alemán Nietzsche: “El nihilismo está a la puerta: ¿de dónde nos llega éste, el más inquietante de todos los huéspedes?” (Cfr. Fragmentos íntimos, 1885-87). Después de él, fue retomada por otro filósofo alemán: “La ausencia de pensamiento es un anfitrión perturbador que se insinúa en todas partes del mundo hoy en día” (Cfr. Heidegger, 1959). Más recientemente, el filósofo italiano Humberto Galimberti, a su vez, publicó un libro con el siguiente título: “El huésped inquietante: el nihilismo y los jóvenes”. De acuerdo con Wikipedia, “El nihilismo es una doctrina filosófica que llega a las más variadas esferas del mundo contemporáneo (arte, literatura, ciencias humanas, teorías sociales, ética y moral) cuya característica principal es una visión escéptica radical de la interpretación de la realidad, que aniquila valores y convicciones. Es la desvalorización y la muerte del sentido”.
El negacionismo proclamado por algunos jefes de estados, hunde de alguna manera sus raíces en este proceso cínico, escéptico y deconstructivo, tanto a lo que respecta a los valores y las referencias tradicionales, como a la labor de la investigación científica. En este caso, el hecho de socavar y descalificar las expresiones culturales consolidadas o los descubrimientos innovadores de la ciencia, es una forma de ocultar la propia ignorancia. Sin argumentos válidos y racionales para un diálogo abierto y responsable, apelan al palo autoritario. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con el marido que, incapaz de oponerse a las observaciones racionales de su esposa, se impone gritando, a los puños, con el cuchillo o el revólver. Es decir, la violencia acostumbra a ser el arma favorita de quien no dispone de razón. Sin poder contar con una autoridad natural, basada en el sentido común y una relación digna, respetuosa e igualitaria, predomina el autoritarismo. La falta de cerebro lleva al uso de la fuerza bruta.

Disparos a ciegas
En tiempos de pandemia y de cuarentena, la postura fundamental del nihilismo negacionista tiende a desmontar la raíz de cualquier planificación seria para el combate del Covid 19. La batalla contra el virus se convierte en un disparo a ciegas, donde cada uno dispara por su cuenta y al azar, con el riesgo de disparar a otros soldados que deberían estar en el mismo lado haciendo frente. Además de eso, las opiniones personales, partidistas, políticas, cooperativas o ideológicas acaban sobreponiéndose a las directrices de los expertos en infectología. ¡Más grave aún! Autoridades de nunca frecuentaban una facultad de medicina, pasan ahora a dictar las reglas y las medicinas, tanto en el sentido de pedir disculpas por drogas sin eficacia garantizada, tanto en el sentido de aportar de forma obsesiva e irresponsable una receta con efectos secundarios comprobados. En Brasil, cuando la tragedia registra el mayor número de muertes, el gobierno de Bolsonaro llega al punto de transformar el Ministerio de Salud en un cuartel del ejército, donde los militares sustituyen la experiencia de los técnicos.
En semejante escenario ¿Quién es nuestro “huésped inquietante”? ¿El coronavirus o el gobierno de guardia? Ta vez, ¡La perversa combinación de ambos! En el momento de las fuerzas contra el “enemigo común e invisible”, Jair Bolsonaro, su clan familiar y sus seguidores fanáticos, están luchando con las instituciones democráticas: los poderes judiciales y legislativos, por un lado, los gobernantes y los alcaldes, por el otro. Además, en lugar de corregir declaraciones y actitudes indignas de un representante, que luego son ampliamente difundidos en los medios de comunicación, termina enfrentándose contra los representantes del periódico, la radio, de la televisión, etc. En términos figurativos, es como intentar apagar el fuego soplando la fogata. Los medios de comunicación, son en verdad, la caja de resonancia de lo que viene de la fuente, los hechos y las imágenes. Y estos, a su vez, han reflejado durante mucho tiempo una realidad de polarización. Si la polarización se revela como una planta de intrigas, odios, mentiras y ataques; si ella insiste en desconocer el diálogo y siempre parte de la confrontación; y si busca obsesivamente un enemigo para consolidar su propia naturaleza. ¿Qué más puede transmitir la prensa, ya sea hablada, escrita o televisada?
* P. Alfredo J. Gonçalves, cs, vicepresidente de la SPM, Rio de Janeiro.