En el mes de marzo las Misioneras de la Consolata cumplen 70 años de presencia en Argentina. Aquí van las palabras llenas de gratitud de la Hermana Gabriella: ¡GRACIAS, ARGENTINA!
Setenta años caminando por tierras argentinas: al pensarlo el corazón se llena de infinita gratitud, cuántas hermanas han pasado dando lo mejor de sí. Una característica: caminar con el pueblo, sencillamente, como hermanas entre hermanos.
Primero fue respondiendo al pedido de la educación y también de la salud, y siempre con sencillez, con apertura a las familias, escuchando, aprendiendo, ayudando a los niños a crecer, y a las familias a escuchar al evangelio e intentar caminar día tras día en los valores cristianos.
Luego fue el tiempo de las periferias y de la opción por los pueblos originarios: tiempos de compartir la lucha por la tierra y por el reconocimiento del derecho ancestral, a la cultura, al idioma, y a la propiedad misma de la tierra. Tiempos de lucha, tiempo de unir mente y corazón en la defensa de una identidad por siglos pisoteada, misconocida. Fue el tiempo del compartir el mate en las casas, buscando caminos, transitando km y km junto con el pueblo para reivindicar derechos.
Épocas diferentes, pero siempre marcadas por esta cercanía, con esa vecindad, ese signo de hermandad que es la sonrisa, es el abrazo apretado, es el mate compartido, o los largos silencios, compartiendo la vida, los sueños, las esperanzas. Con una prioridad hacia la mujer, una mujer valiente, resiliente, capaz de llevar adelante la familia, una mujer que a nosotras hermanas nos ha enseñado mucho la valentía de enfrentar lo duro, lo sacrificado de la vida con la sonrisa, con la fuerza del corazón, del sacrificio cotidiano, orgullosa en ver a sus hijos que pueden salir adelante. Es la mujer reflejada en N.S. de Luján, la madre peregrina que se ensucia los pies y el vestido para llegar a visitar a los enfermos, para llevarles el consuelo, la esperanza. N.S. de Luján que en el Norte toma otros nombres, y en el Oeste, todavía diferentes, pero que el pueblo reconoce como la Madre, la Madre la compañera de camino, aquella a la cual se recurre de rodilla, con el Rosario en las manos.
Setenta años, y hermanas misioneras de la Consolata que sencillamente han recorrido pampas y cerros, han dado la mano y el corazón, se han hecho uno con el pueblo, un pueblo que nos ha recibido de puerta y corazón abierto, mate en la mano para compartir la vida. Un pueblo que nos ha enseñado la capacidad de acoger, como lo ha hecho, el pueblo argentino, acogiendo migrantes de tantos países diferentes, y ofreciéndoles la belleza de sus pampas, las riquezas de su suelo. Una mezcla de identidades que nos enseña la convivencia fraterna, un pueblo que nos ha recibido, nos ha permitido compartir los secretos hondos del corazón y de la vida, nos ha enseñado a caminar mirando al horizonte, aquel horizonte infinito de la pampa argentina, creyendo con la religiosidad popular, creyendo en un Dios cercano, sencillo, a pie descalzos, un Dios que comparte la vida y las duras luchas cotidianas, un Dios que muere para dar la vida.
Surge del corazón un ¡MUCHAS GRACIAS, ARGENTINA! Nos has formado a la misión, misión sencilla, misión de compartir, de construir juntos, de luchar juntos, se resistir y aguantar juntos, Misión que es mirarse a los ojos para comprender la honda esperanza de pueblos luchadores, y de pueblos creyentes. ¡GRACIAS, ARGENTINA! GRACIAS!
Hermana Gabriela Bono, MC, es Superiora de la Región América. Publicado en el site www.misioneras.webconsolata.net