Considerada una de las mayores manifestaciones religiosas de América Latina, un millón de fieles participaron de la 48va. edición de la Peregrinación Juvenil a pie a Luján, bajo el lema “Madre, míranos con ternura, queremos unirnos como pueblo”.
Por Equipo Comunicaciones IMC Argentina
La peregrinación partió el 1 de octubre desde el santuario de San Cayetano hacia el Santuario de Nuestra Señora de Luján, donde se realizó la tradicional misa frente a la Basílica, en un clima festivo y al grito de “¡Viva María!
La figura de la Virgen de Luján fue bendecida por el papa Francisco en Brasil, en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud 2013 y visitó todo el país. En esta peregrinación recorrió cerca de 60 kilómetros hasta llegar al santuario de Nuestra Señora de Luján.
Un pueblo que camina
La primera vez que la comunidad de fieles emprendió este desafío fue el 25 de octubre de 1975 y, en aquella ocasión, fueron cerca de 30.000 los que caminaron. Desde entonces, este acto de fe se siguió haciendo, año a año, e incluso en 2020 se realizó digitalmente, entre pantallas; y el año pasado, entre barbijos y con distancia social. Con la soledad del aislamiento atrás y la esperanza de un futuro mejor por delante, la Argentina camina.
Así lo señala Mario Miceli, párroco de la parroquia San Juan Diego de Villa Lugano: “Cuando Dios invita, cuando María recibe, todos estamos invitados y nadie queda afuera. Así que peregrinamos físicamente y espiritualmente, y nos sumamos como pueblo a la peregrinación”.
Más puentes, menos grietas
Si pudieras hacer algo concreto para que esta persona vuelva a sentirse bienvenida en la Iglesia, ¿qué harías distinto?
Cada quien tiene su propia razón por la que peregrinar a Luján y es ese el impulso de aliento que nos lleva, paso a paso, a llegar a la Basílica: Devoción a la Virgen, una promesa, el deseo de vivir algo en comunión con otros, la pulsión de agradecer, la necesidad de pedir perdón, celebrar una nueva vida.
En un país que conoció hace pocos días que hay 17 millones de pobres, que entre ellos están la mitad de los niños del país, y que hay más de cuatro millones de indigentes las necesidades del corazón son las que más conducen a los pies a avanzar junto a nuestra “Madre de Luján”.
Y entre la inmensidad, un cartel con tres imágenes: la bandera del orgullo LGBT+, dos manos agarradas y una cruz. Quizás a alguno le suene extraño su presencia en medio de algo religioso, pero ahí radica la esencia de Centurión, la comunidad detrás de esta iniciativa. “Nuestra misión es acompañar a todo aquel que esté en proceso de redescubrimiento de su sexualidad y fomentar el encuentro y el diálogo entre la Iglesia Católica y el colectivo LGBT+”
Con eso en mente, su propuesta para los peregrinos de Luján consiste en invitarlos a pensar en algún amigo, familiar o conocido LGBT+ que se haya alejado de la Iglesia o que haya perdido la fe y dejar su nombre en una caja decorada con un arcoíris que, luego, llevarán a María. El segundo paso de la dinámica invita a reflexionar aún más: si pudieras hacer algo concreto para que esta persona vuelva a sentirse bienvenida en la Iglesia, ¿qué harías distinto?
Peregrinos: “Verdadera fuente de inspiración”
“Nuestro pueblo ama las peregrinaciones. En ellas, se celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de una multitud de hermanos, caminando juntos hacia el Dios que los espera”, se lee en la nota de la Conferencia Episcopal Argentina. De los peregrinos – indican los obispos- estamos llamados a aprender, porque son una “verdadera fuente de inspiración y enseñanza para seguir construyendo el bien común”.