“Conociendo nuestra historia y raíces”

Encuentro de las Comunidades Formativas de los Misioneros de la Consolata en Europa: 31 jóvenes estudiantes y 5 sacerdotes, se encontraron para visitar los lugares originarios del Instituto misionero, experimentar la fraternidad internacional, intercultural e intergeneracional, reconociéndose hermanos, miembros de una única Familia.

Facundo Sánchez*

En la vida es importante detenerse para pensar, discernir y evaluar cómo va el camino. Poder ver y tener claro de dónde vengo y a donde voy.

Visita a los lugares de origen

Esto fue lo que hicimos durante una semana todos los seminaristas misioneros de la Consolata de la región Europa, del 4 al 9 de septiembre, en nuestra Casa Madre en la ciudad de Turín.

Estar en la tierra donde nuestro Fundador nació, creció y transcurrió toda su vida, fue una fuerte experiencia. Fue un quitarnos las sandalias porque verdaderamente era tierra sagrada.

La tumba del Beato Allamano

El inicio de cada jornada era en la capilla donde está la tumba del Allamano. Allí pudimos rezar en comunidad y pedir su intercesión por toda nuestra Familia y nuestras intenciones.

La casa paterna

Tuvimos la posibilidad de conocer la casa donde nació y vivió varios años de su infancia en Castelnuevo Don Bosco; pudimos contemplar, situarnos y comprender de dónde había salido José Allamano, de qué familia, pueblo, cultura y época. También visitamos la casa de San José Cafasso, tío del Fundador. Un gran santo caracterizado por su capacidad de escuchar, aconsejar y acompañar a tantos santos de aquel tiempo.

La casa de descanso y reflexión

Luego estuvimos en Rivoli una casa importante y significativa donde el Beato Allamano vivió por varios años y donde firmó las primeras Constituciones de la Congregación; casa donde lo visitaban cada semana los misioneros y misioneras para escuchar sus enseñanzas y compartir los sueños misioneros.

El Santuario de la Consolata

Y el gran Santuario de la Virgen de la Consolata, Patrona de Turín. Lugar donde Allamano fue Rector por muchos años, donde sintió la llamada a fundar un Instituto misionero ad gentes, recordando siempre las palabras que solía decir: “la verdadera fundadora de nuestro Instituto es la Consolata”. 

También pudimos visitar algunas de nuestras presencias en esta Región de Italia como la Parroquia María Esperanza nuestra, en la periferia de Turín. La casa de Alpignano, donde viven nuestros hermanos enfermos y ancianos.

Conclusión

Fueron días de profundo encuentro con nuestro Fundador y con nuestros hermanos que tienen años de camino, con los cuales pudimos compartir testimonios, experiencias y vivencias.

Sabemos que el carisma no es aquello que hacemos, sino nuestra identidad. Ser misionero de la Consolata es vivir un estilo propio allamaniano. Es llevar la misión en el corazón en la mente y en la boca.

Agradezco a Dios por esta semana vivida en comunidad y pido la intercesión de María Consolata para que vivamos cada día nuestra vocación con entrega alegría y pasión.

*Facundo Sánchez, joven argentino, misionero de la Consolata, estudiante de Teología