Crear lazos: un desafío en tiempos efímeros

En plena pos-modernidad, vivimos en una cúpula de egoísmo e individualismo.

Por Fabio Pereira Feitosa *

Vivimos en plena pos-modernidad, en una época marcada por la prisa, por la agitación y la intensificación por la globalización de la indiferencia, que no nos permite ver en el otro a mi prójimo, mi hermano, una extensión de mí mismo y, por lo tanto, estamos atrapados en una cúpula de egoísmo e individualidad.

Estamos insertos en una época en la cual muchas costumbres una vez experimentadas terminan siendo reformuladas y otras tantas acaban cayendo en desuso. Tal proceso puede ser visto como el resultado directo de la inserción en nuestra sociedad de una cultura inmediata, en la cual no tenemos más tiempo que perder, cada segundo vale una cifra, que no siempre conseguimos utilizar de manera que justifique todo el esfuerzo emprendido en su obtención.

Todos los días somos bombardeados por las más diferentes y creativas estrategias de marketing, que se basan en alimentar e incentivar una sociedad de consumo, en la que lo inmediato y la obsolescencia programada se hicieron realidades cada vez más presentes en el día a día. Nos estamos acostumbrando a una vida “fast food”, en otras palabras, una vida en la cual desaprendemos lo que realmente es esperar, pues al final no tenemos tiempo que perder, ¡queremos todo ahora!

Esto, lo inmediato, tan típico en nuestros días acaba perjudicando profundamente las relaciones humanas, considerando que no siempre tenemos disponibilidad para el deseo de cuidar de la salud, de los lazos que establecemos con aquellos que caminan con nosotros. Y así, influenciados fuertemente por la globalización que predica el consumo de lo nuevo, de lo más eficiente y de lo más bonito en detrimento de lo antiguo, acabamos transportando el concepto de obsolescencia programada a nuestras relaciones afectivas.

Crear lazos y fortalecer los ya existentes, bien sea como cautivar y ser cautivados, no es la prioridad de muchos en nuestra sociedad. Como nos recuerda Saint Exupery en su obra “el principito”, tal tarea exige paciencia e implica una significativa responsabilidad, que no siempre estamos dispuesto asumir.

En tiempos de pluralidad en las redes sociales, las relaciones humanas han entrado en una dinámica paradójica, teniendo en cuenta que al mismo tiempo que disminuyen las distancias, amplían las posibilidades de contacto e interacción entre personas de las más diferentes regiones del mundo. Sin embargo, también han hecho que las relaciones humanas sean más impersonales en las que hacer y deshacer una amistad depende de un simple y frío clic.

Actualmente, para muchos, tener una amistad no está más condicionado a buscar intereses comunes, α procurar conocer al otro y ver en este un puerto, un hombro amigo para todas las situaciones. Para muchos tener una amistad se resume solo a un número de amigos en un perfil de internet. Ahora es común encontrar a personas que se enorgullecen de tener centenas de amigos en sus perfiles virtuales, ¿pero será que hay o existe una relación de amistad entre ellas?

Como afirmamos anteriormente, vivimos en tiempos de lo efímero donde crear lazos se convirtió en un desafío que es solamente asumido por aquellos que no temen perder tiempo con el otro, que no temen dejarse cautivar, que no temen ser tocados por el amor y abandonarse en sus manos.

Crear lazos en la actualidad es caminar a contramano de lo inmediato, es no temer a “perder tiempo” para conocer aquella persona que hace que su corazón lata más fuerte, es abrirse al otro. Es el coraje de explorar nuestras virtudes y también nuestras flaquezas y miedos; es saber que somos frágiles y dependemos los unos de los otros. Es comprender que no somos islas y que, como tales, no podemos vivir aislados.

Crear lazos es un desafío y como tal exige paciencia, perseverancia y sobre todo ¡disponibilidad! Es preciso estar dispuesto para encarar este desafío tan lleno de adversidades, y lo pueden asumir aquellos que consiguen crear lazos y así cautivar y ser cautivados por alguien; aquellos que pueden encontrar un verdadero oasis en medio del desierto que es nuestra sociedad individualista e inmediata.

Crear lazos, como he dicho anteriormente, es caminar a contramano de lo inmediato, pero es también ir en contra de la “cosificación” del ser humano. Crear lazos pasa por ver un ser humano plural, con virtudes y defectos. Es, sobretodo, divisar en el otro la esencia que él retoma como único. Y así, es preciso traspasar la barrera de lo superficial, de lo exterior, porque al final “solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

* Fabio Pereira Feitosa es historiador e especialista en Educación
Contenido relacionado