Del Asia a América

P. Kim en la Amazonía colomboecuatoriana – Fotos: archivo personal

La misión del Dios de la vida es Católica (universal) y por eso el P. Kim Myeong Ho salió de Corea y vino a Colombia y Ecuador. Ahora vuelve a su patria.

Por Kim Myeong Ho *

El P. Kim, nacido el 19 de diciembre de 1973 en Geum San, provincia de GimJe (Corea del Sud), en una familia conformada por sus padres Kim Ki Su y Jo Bok Yeo y una hermana, regresado ahora a su tierra no se encontrará más con sus padres, que viajaron a la casa del Padre común.

Desde el Portal Cosolata América le hemos pedido que nos describiera, brevemente, su experiencia misionera y ahora, agradecidos, la compartimos con todos ustedes.

La vocación me la dieron mis padres

No es exagerado decir que mis papás me dieron la vocación sacerdotal. Mi papá, que era carpintero, se mudó después de casarse a un lugar donde vivían católicos piadosos. Este es la localidad que aparece en la historia de la Iglesia coreana. Nací allá y crecí en un ambiente muy religioso, en el sentido de que nacieron muchos sacerdotes y religiosas. Cuando tenía 8 años, todos en mi familia se bautizaron.

Durante mis días de colegio, fui muy comprometido con mi parroquia, pero no interesado en ser sacerdote. Sin embargo, a menudo me cuestionaba sobre mi identidad personal, ¿quién soy yo? un interrogante que no me dejaba en paz.

Con indígenas kichwas en la Amazonía ecuatoriana

Trabajé en Hyundai justo antes de entrar a la Consolata y todos los finales de semanas iba a una discoteca con mis amigos. Aun así, el vacío que no se llenaba en un rincón de mi corazón continuaba, hasta que un día experimenté un cambio interior. A partir de este momento, decidí vivir una vida no común y corriente. Cuando tenía 25 años, vendí el auto y mi apartamento. Mis papás, al principio, se opusieron porque yo era el único varón. Pero yo sabía que una vida nueva comenzaba así, superando estas adversidades.

Sacerdote Misionero de la Consolata

Cuando vine por primera vez a Colombia, nunca había vivido a 2,500 metros sobre el nivel del mar, por lo que no fue fácil adaptarme al mal de altura, lo mismo que al idioma y la cultura. Sobre todo cuando, poco más de un año después de estar en Colombia, me enviaron a Sucumbíos, Ecuador. Allí no fue fácil debido al ambiente amazónico, aguantando aradores, bochorno y con la lengua indígena.

Colegio Allamano, en Bogotá

Debido al cambio drástico, diría que mi vida misionera fue como “un chicharrón”. Sin embargo, llegué a conocer la riqueza de la cultura indígena y la gravedad de la deforestación, de la explotación ambiental.

Entre la selva y la ciudad

Trabajé durante 3 años y 2 meses como Vicario parroquial en la parroquia Santuario de Nuestra Señora de Fátima en Manizales. También ayudé a administrar la casa de San José. Quizás el tiempo que estuve en Manizales fue el tiempo más feliz.

El 9 de noviembre de 2019 fui a Puerto Leguízamo. Trabajé como Vicario en la catedral. Recuerdo la fraternidad que compartí con los misioneros, incluido Mons. Joaquín Umberto Pinzón.

Hice todo lo posible y viví feliz, pero sinceramente no puedo borrar las malas impresiones que quedan en mi corazón. Era tan extraño y aterrador que, por un lado, innumerables personas resultan desaparecidas, reclutadas o asesinadas debido a la violencia y el conflicto sociopolítico, pero por el otro lado, la gente vive como si nada hubiera pasado. La experiencia de tres años en Leguízamo es para mí como la experiencia que Fiódor Dostoievski cuando pasó cuatro años en Omsk.

En la Amazonía colombiana

Estoy seguro que todo lo vivido durante mis 10 años de trabajo misionero en Colombia se convertirá en un gran cimiento para mi vida futura.

Regreso a la patria

Para ser honesto, estoy muy contento de regresar a mi país. Muchas cosas me han pasado en los últimos dos años. Después de un accidente de moto en Leguízamo, una operación de extracción de vesícula biliar por cálculos y el fallecimiento de mis papas, sentí la necesidad de cambiar el lugar de la misión.

Fue una experiencia valiosa en Colombia y creo que quedará en mi memoria para siempre. Gracias a todos los sacerdotes de la Región de Colombia.

* P. Kim Myeong Ho es misionero de la Consolata coreano; por 10 años estuvo en Ecuador y Colombia.

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