
Cada realidad es un desafío y una oportunidad para ser transformada por la misión de la Iglesia del amor y servicio a la vida en toda su plenitud.
Por Geoffrey Boriga *
En la esfera de desarrollo, las situaciones en el continente asiático son tan diversas que dificultan su clasificación en una sola categoría. Algunos países están muy desarrollados, mientras que otros siguen aplicando políticas económicas precarias. En algunos casos, el costo de ese desarrollo ha sido el cambio de los valores sociales y religiosos tradicionales. Sin embargo, algunos países asiáticos han podido adaptar estos principios a la economía y la vida política modernas sin efectos adversos. Otros han sido menos afortunados en la esfera del desarrollo y siguen estando entre algunos de los más pobres del mundo.
El materialismo y el laicismo también están ganando terreno, especialmente en las zonas urbanas. Estas ideologías que socavan los valores sociales y religiosos tradicionales amenazan a las grandes culturas de Asia con un daño incalculable.
Contexto político
La situación política del continente es tan variada como sus dimensiones sociales y económicas. Muchos matices ideológicos conforman el espectro político. Hay formas teocráticas de gobierno con una religión oficial del estado y sistemas legales que dejan poco espacio para la libertad religiosa. Algunos países, aunque no se declaran abiertamente teocráticos, reducen las minorías en la vida cotidiana al nivel de ciudadanos de segunda clase, con poca protección de sus derechos humanos fundamentales. En otros países se niega la libertad religiosa. A veces los creyentes en esta situación son vistos como traidores; sufren persecución y son llevados a la clandestinidad.
Con esta breve descripción de la realidad asiática, nos damos cuenta de que se necesita una experiencia misionera más profunda. Por lo tanto, Asia es un continente de misión por excelencia. Es necesaria la evangelización primaria, la atención a la formación de los laicos, la conciencia de la vocación y la responsabilidad misionera cristiana, el diálogo cultural e interreligioso, la cuestión de la inculturación y también el intercambio de experiencias espirituales.

Iglesia
Por otra parte, se debe prestar especial atención a la labor de promoción y liberación del ser humano. Esto incluye: apoyo a los refugiados, migrantes, oprimidos y clases sin tierra. Por lo tanto, es necesario defender los derechos legales de las minorías y los marginados como parte de la misión de la Iglesia. Al final, la Iglesia asiática debe trabajar para convertirse en levadura entre la gente de otras tradiciones religiosas y seculares.
Los misioneros de la Consolata no se han quedado atrás en la misión de la Iglesia en lo que respecta al continente. En los capítulos generales celebrados en 1999 en Sagana (Kenia), en 2005 en Sao Paulo (Brasil) y en 2011 en Roma (Italia) se subrayó que debían dar mayor prioridad a la entrada en el continente asiático. Hasta ahora, “nuestra Asia” como misioneros de la Consolata está compuesta por tres países: Corea del Sur, Mongolia y Taiwán.
* Geoffrey Boriga, imc, es un misionero en Asia. Publicado en la revista Missões, Enero de 2020.