José Allamano: “padre y maestro de misioneros y misioneras”

En este día 16 de febrero, la Iglesia celebra la fiesta litúrgica del beato José Allamano, formador de sacerdotes y fundado de los misioneros y misioneras de la Consolata.

El beato José Allamano nació en Castelnuovo di Asti, tierra de santos, donde nació el 21 de enero de 1851. Educado por su madre en las sólidas virtudes cristianas, pasó luego a la escuela de Don Bosco.

Respondió generosamente a la llamada del Señor y fue ordenado sacerdote diocesano en la Iglesia de Turín el 20 de septiembre de 1873. Desempeñando diversos cargos en el Seminario y en la formación de sacerdotes diocesanos, en 1880 fue nombrado rector del Santuario de la Consolata, donde quedó hasta su muerte. Con la colaboración del infatigable canónico Santiago Camisassa consiguió restaurarlo material y moralmente, tornándolo centro de espiritualidad mariana y de iniciativas pastorales. El padre Allamano maduró una profunda y filial piedad hacia la Virgen Consolata, hasta el punto de ser considerado “su custodio y tesorero”.

Allamano supo ampliar sus horizontes al mundo entero. El “Cristo primer misionero del Padre” fue el icono siempre presente en su vida que lo llamó irresistiblemente a la acción. Es por esto que tomó la decisión y con espíritu de obediencia fundó el Instituto de los Misioneros en 1901, y el de las Misioneras en 1910.

Beatificación de José Allamano, en 1990

Durante toda su vida hasta el día de su muerte ocurrida el 16 de febrero de 1926, fue educador incansable de sus hijos e hijas en vista de la misión propriéndoles con insistencia el núcleo central de su pedagogía: “Primero santos, después misioneros”.

El 7 de octubre de 1990 el papa San Juan Pablo II lo declara Beato, presentándolo a la Iglesia como modelo y protector ante Dios y la Santísima Virgen Consolata. Actualmente se está estudiando un milagro realizado en la Amazonía, atribuido a su intercesión. Lea el mensaje completo sobre el proceso de canonización aquí.

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