
Los Misioneros de la Consolata llegaron a Polonia en 2008 y se establecieron en Kielpin, en la Diócesis de Varsovia, con la misión de trabajar en la animación misionera de la Iglesia local. En 2022 se creó una segunda comunidad en la ciudad de Białystok, centro de la diócesis que lleva el mismo nombre, cerca de la frontera con Bielorrusia.
Por Jaime C. Patias *
“Nuestra presencia es también un signo de consuelo y, por ello, en esta comunidad se llevan a cabo otros tipos de actividades que no son solo de evangelización y animación, sino también de consuelo”, explica el padre argentino Juan Carlos Carmona en una entrevista concedida a la Oficina de Comunicación durante su reciente visita a Roma.
“Nuestra casa en Białystok también forma parte de Cáritas y ofrece servicios a los migrantes, especialmente a aquellos que han tenido que salir de Ucrania”, dice el misionero, que lleva nueve años trabajando en Polonia. Junto con su hermano en la misión, el padre Dirick Julius Sanga, visitan diversos lugares del país para “realizar animación en la Iglesia local con los jóvenes, con los niños en las escuelas, organizar encuentros en las parroquias y celebrar los Domingos Misioneros con retiros espirituales”.
Peregrinos de esperanza
En este año del Jubileo de la Esperanza, la Iglesia en Polonia recuerda la figura del Papa San Juan Pablo II, quien “sigue vivo y continúa siendo para nosotros ese peregrino que nos acompaña y está cerca de nosotros”.
El jubileo le da un sentido particular a la peregrinación que también nosotros, como Misioneros de la Consolata, hacemos cada año al santuario de la Virgen de Czestochowa. Es una peregrinación que dura diez días, la realizamos junto con la gente y se ha convertido en una tradición de la Iglesia en Polonia, que cada año emprende el camino hacia la Virgen de Czestochowa.
“La particularidad de este año, como ha propuesto el Papa Francisco, es precisamente ser Peregrinos de Esperanza. Estamos en esta vida en peregrinación hacia el Padre, y es una peregrinación llena de esperanza. La esperanza no es solo una característica que da color a nuestro peregrinar. Es algo más. La esperanza es precisamente el sentido, el motor que mueve nuestros pasos sabiendo ya a dónde llegaremos y con quién estaremos: con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Esta esperanza tiene un rostro concreto: nuestro Señor Jesucristo. Con este espíritu, nosotros en Polonia queremos ser peregrinos de esperanza en nuestra vida cotidiana, en nuestra manera de vivir intensamente esta vida, es decir, ser y vivir la presencia del Señor Jesús”.
La santidad de José Allamano
“Este año tenemos una gracia adicional porque Allamano ha sido proclamado santo. Desde el principio percibíamos su santidad y ya estábamos convencidos de que él estaba con el Señor, no solo porque era beato, sino también por sus propias palabras cuando repetía a los misioneros: ‘Primero santos, luego misioneros’. Habiendo vivido su canonización hace poco tiempo, comenzamos un tiempo nuevo, un tiempo en el que decimos: sí, la santidad de nuestro Fundador está confirmada, por lo tanto, las raíces son santas y sanas; así que el árbol que él plantó y sus frutos son santos. Esto es muy hermoso porque nos hace percibir aún más el carisma recibido de Allamano: llevar el consuelo, ser como María, llevar al Señor Jesús a la gente. Con este deseo de salir, de ir al encuentro del otro, de ser portadores de esperanza, de ser portadores del Señor Jesús, vivimos este tiempo de gracia junto con nuestro Padre Fundador”.

El padre Juan Carlos nació en 1984 en Argentina, en San Juan, provincia que lleva el mismo nombre. Sintiendo la llamada de Dios, ingresó en el Instituto y, tras la formación inicial, en 2007 realizó el noviciado en Martín Coronado; luego fue enviado a Roma para estudiar teología (2008-2013) y su ordenación sacerdotal tuvo lugar en Argentina el 23 de agosto de 2014.
* Padre Jaime C. Patias, IMC, Oficina de Comunicación
