La evangelización es el anuncio de Jesucristo, Salvador del mundo, a los demás, sobre todo, a los que todavía no lo conocen (misión Ad gentes), y a los que abandonaron la fe y la Iglesia (nueva evangelización). Tanto para los que no conocen a Cristo como para los que abandonaron la fe, ambos casos requieren el anuncio del Evangelio. En este caso, es muy importante que el evangelizador entable un acercamiento amistoso con las personas que evangeliza, porque la amistad derrumba siempre los muros y crea confianza. Así que, la amistad es una herramienta importante y efectiva para que Jesucristo sea conocido y amado por los que todavía no lo conocen y por aquellos que, por una razón u otra, perdieron la fe en Dios y en la Iglesia.
Significado de amistad.
Al hablar de amistad, es entrar en un término que se utiliza con frecuencia y se practica por muchas personas. No existe ninguna persona sin amigos. Todos somos beneficiarios de la amistad de alguien. Generalmente, la amistad se puede entender como una relación afectiva que se puede establecer entre dos o más individuos, que se basa en los valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la sinceridad y el compromiso, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo. Varios santos y santas han reflexionado acerca del significado de la amistad. Santo Tomás asocia la amistad con la caridad. Según él, la caridad es la amistad entre Dios y el hombre. San Agustín es claro al decir que “no se puede conocer a nadie, excepto por medio de los amigos que tiene”. San Jerónimo enseña que “el querer lo que el amigo quiere y el no querer lo que no quiere, es un signo de verdadera amistad”. Por lo tanto, la amistad es fundamental en el crecimiento de la vida personal, familiar, social y eclesial.
La amistad, herramienta efectiva para el anuncio del evangelio
La evangelización es el anuncio de Jesucristo, Salvador del mundo, a los demás, sobre todo, a los que no lo conocen y a los que perdieron la fe en Él. Es anunciar a Jesucristo, prototipo de amor, y por eso, la evangelización está muy relacionada con la amistad. Quien anuncia a Jesucristo entabla siempre relaciones amistosas con las personas a las que evangelizan a través de encuentros personales, familiares y comunitarios. A lo largo de la historia de la Iglesia, comenzando con el propio Señor, el cristianismo se ha difundido principalmente a través de encuentros individuales que han contribuido al crecimiento de la fe.
En la Sagrada Escritura está muy evidente el tema de la amistad. En el Antiguo Testamento es importante tomar como ejemplo la amistad de David y Jonatán, el hijo de Saúl que era enemigo de David. El primer libro de Samuel (18:5) nos narra que después que David fue presentado a Saúl: “cuando había terminado de hablar con Saúl, el espíritu de Jonatán se unió al espíritu de David, y llegó a quererlo como a sí mismo”. Después que Jonatán murió durante la batalla que le permitió a David reclamar el reino, David exclamó: “angustiado estoy por ti, Jonatán hermano mío! ¡Con cuánta dulzura me trataste! ¡Para mí tu cariño superó al amor de las mujeres”! (2 Sam 1:26).
Son incontables las evidencias de amistad en el ministerio salvífico de Jesús. De hecho, ninguno amó, ama y amará más que Él. Cuando inició su vida pública, llamó a los doce apóstoles (Marcos 3, 13-19), quienes fueron no sólo sus discípulos más cercanos sino también sus amigos, con quienes a pesar de que naturalmente tenían defectos, compartió al máximo posible en esta vida. Nuestro Señor mostró un amor incondicional por sus apóstoles, igual al que sentimos nosotros por nuestros propios amigos. A los tres más cercanos: Pedro, Santiago y Juan les permitió presenciar tanto su momento más glorioso durante la Transfiguración. Asimismo, el Señor brindó la amistad a Marta, Maria y Lázaro. Inclusive, al enterarse de que Lázaro había muerto, le lloró y los judíos que estaban allí dijeron: “miren como lo amaba (Juan 11:36). La resurrección de Lázaro fue fruto de amor que le tenía.
Entre los Apóstoles vemos también muestras de amistad. Cuando reciben el llamado, desean ardientemente compartirlo con sus amigos. Andrés lleva a Pedro hacia Jesús. Felipe lleva a su amigo Nataniel y probablemente Juan lleva a su hermano Santiago. En este sentido, la amistad de uno con el otro se volvió un canal para que se encontraran con el Señor quien los escogió para ser sus apóstoles y discípulos.
La amistad en el apostolado
La iglesia es misionera por naturaleza y todos los bautizados están ontológicamente enviados para evangelizar. Para ello, la amistad es una clave para la nueva evangelización. No se puede hablar de una nueva evangelización sin tener en cuenta la importancia de la amistad en el anuncio de Jesucristo. La amistad del evangelizador empieza con el Señor y después con las personas. Ninguno puede ser evangelizador autentico sin la amistad con Jesucristo quien envía en su nombre a los misioneros de cada época. Quien evangeliza va en nombre del Señor, habla en nombre de Él y anuncia al Señor Jesús, la Buena Nueva para la humanidad. Por eso, no se puede anunciar a Jesús que no se conoce. Hay que conocerlo y siempre enamorarse de él para poder anunciarlo a los demás. Hoy más que nunca, los espacios vitales que requiere la amistad del evangelizador son los siguientes:
- Las personas alejadas de Dios y de la fe: Son los sujetos de la nueva evangelización. La amistad con ellos siempre ayuda a disipar las dudas que tienen acerca de Jesucristo y la Iglesia. El acercamiento de Jesucristo a Mateo el cobrador de impuestos siempre nos da la luz de cómo se puede acercar a los alejados de la fe (Mt 9,9-13). Jesús se acercó a él en la mesa de recaudación de impuestos, entró en su casa, y lo llamó para seguirle. El amor de Jesús a Mateo a pesar de su pasado tenebroso y pecaminoso, fue la razón de por qué lo llamó a seguirle. Asimismo la amistad con los alejados de la fe ayuda a que vuelvan a tener la confianza en la Iglesia, a sentir amados por Dios y eso ayuda a disipar las dudas que tal vez tenían sobre Dios y la Iglesia.
- La familia: La familia es otro areópago de la misión. La familia siempre es el núcleo de la sociedad y la Iglesia domestica. Es el núcleo de la sociedad porque de ella depende los nuevos ciudadanos que construirá la nueva sociedad y nueva patria deseadas por todos. La familia es la primera escuela del ser humano. Pues, de ningún lugar se puede recibir la mejor enseñanza que edifica a la persona integralmente que la familia. La crisis de la familia afecta a la sociedad y a la Iglesia. Asimismo, la familia es la Iglesia domestica, pues de ella depende el crecimiento de la fe de la Iglesia tanto particular como universal. Ella es la escuela de la fe porque tiene la misión de llevar la Buena Nueva, en primer lugar a sus hijos y a sus miembros, luego a los que están en su entorno e inclusive ir más allá de sus fronteras. La familia evangelizada es una luz en la sociedad porque sus miembros son ejemplos en la vivencia de los valores cristianos y así contribuyen a la construcción de una sociedad con mentalidad evangélica. Por eso, es muy significativo que el evangelizador tenga como prioridad la amistad pastoral con las familias, porque no se puede construir una comunidad de fe sin familias. La crisis de fe en las familias afecta la fe de las parroquias, diócesis y la Iglesia universal por general. Igualmente, la ausencia de valores en las familias afecta el presente y provenir de cualquier sociedad, pues ésta está construida sobre la familia como su fundamento.
- La juventud y niñez: La amistad pastoral debe tambien tener como prioridad a los niños y jóvenes. Muchos niños y jóvenes vienen de familias fracturadas por la separación de sus padres. Algunos jóvenes y niños están inmersos en la mentalidad posmoderna que subraya siempre el ateísmo, el individualismo, la indiferencia, el relativismo y la liquidez de los valores. Eso ha causado la ausencia de valores cristianos sólidos en su crianza y ausencia de la fe en su crecimiento integral. La amistad con ellos sería una ocasión propicia para evangelizarlos, es decir, darles una propuesta diferente a su vida, que es Jesucristo, la Buena Nueva siempre para el hombre y la mujer de cada época.
- Amor a la periferia. Jesús en su ministerio publico solía decirles a sus apóstoles: “pasemos a la otra orilla” (Marcos 4, 35-41). La periferia en muchas veces es el lugar donde menos la gente quiere ir porque en ella vive en su mayoría los pobres y en ella es donde se encuentran realidades indeseables como drogadicción, prostitución, delincuencia, violencia, entre otros. La amistad con la periferia simboliza desprendimiento, amor a los pobres, amor a los lugares donde no se quiere ir, capacidad de romper las mentalidades excluyentes, entre otros. Jesús es el ejemplo de amor a la periferia. Ningún evangelizador puede amar a la periferia sin tener como ejemplo a Jesucristo. Él tuvo la opción preferencial por la periferia y ejerció su ministerio publico-evangelizador en lugares periféricos.
CONCLUSIÓN
La amistad es el tesoro más grande que tenemos como personas. La amistad rompe barreras de cada índole. Sin embargo, vivimos en un mundo donde se evidencian con frecuencia casos de odios, indiferencia entre familias, pueblos y naciones. El remedio de ello es la restauración de amistad tanto personal como social. Una amistad verdadera y sincera siempre restaura la confianza y convivencia pacífica entre personas, pueblos y naciones. Y más aún, es una herramienta efectiva para el anuncio del evangelio a cualquier generación, pues quien ama es confiada y se le abre la puerta para entrar.