
Soy Manuel Valencia Perdomo, diagnosticado hace 2 años con cáncer, que lucha día tras día por ser plenamente feliz.
Por Manuel Valencia Perdomo*
Para algunas personas esta es una enfermedad maldita, para otras una enfermedad huérfana o quizás, para otros, una enfermedad de AMOR.
Testimonio
Quizás a algunas personas les asombrara lo que voy a decir, pero es el testimonio de alguien que ha batallado esta enfermedad por un lapso de 2 años. Un tiempo en que mi vida entera cambió a causa de esa enfermedad. Un tiempo en el que me entregué a la voluntad de Dios, mientras aprendía a observar los cambios físicos y psicológicos, internos y externos, al percibir que el tratamiento de quimioterapia te arregla una cosa, pero que con el tiempo daña otras, te incapacita para tu diario vivir; si no te afecta una cosa, te afecta otra.
Al final uno se da cuenta que no hay AMOR más grande que el de Jesucristo y mamá María. Ellos son el bastón durante este caminar, son el motor, la gasolina para continuar en pie de lucha.

Aunque sepa que mi cáncer está controlado, he aprendido o mejor, estoy aprendiendo, a vivir con él. Que a veces aburre, si es cierto. Que uno se siente solo, también. Que a veces te sientes alejado o incluso olvidado o excluido, porque a los seres humanos les falta información acerca de esta enfermedad y siguen con la ignorancia que, si cruzan una palabra o un gesto de cariño con una persona con cáncer, se les transmitirá. He vivido y continuaré haciéndolo, VIVIR.
El tiempo por esta tierra es pasajero. Cuando me diagnosticaron fue el final para mi vida y el de mi familia, pero, sin saberlo, se ha convertido en vida. Todo me ha despertado a la vida, los afanes, los exámenes, las consultas, todo lo que conlleva portar esta enfermedad. No dudo que esta enfermedad me limita para hacer cosas que me gustaría hacer como, por ejemplo, ir a misión a otros países, viajar de una manera tranquila. Pero quizás lo haré cuando el Padre me llame a su presencia, tal vez será otro modo de viajar a los sitios donde no puedo ir ahora.
Abrazar la cruz
Entre los humanos hay personas que sólo la palabra CANCER los mata y otras que, la admiten y viven con él sin quejarse siempre sonriéndole a la vida. Como se dice, la procesión se lleva por dentro. Durante estos 2 años, con mi cáncer, he podido clarificar la voluntad de Dios, siempre abrazando esta cruz como Cristo abrazo la propia, camino al calvario. Hoy en día, está enfermedad se lleva a diario más personas que la Covid19, día, tarde y noche se diagnostica una nueva persona. Muchos aceptan el tratamiento otros, en cambio, se entregan sin luchar, otros claudican en el intento, pero al final, todos vamos a descansar.

Una cosa que se debe reconocer y aprender de esta enfermedad que no se trata sólo de decir “estoy contigo”, hay que decirlo y hacerlo, DEMOSTRARLO. Hoy, cundo se celebra la lucha contra el cáncer, extiendo mi palabra de apoyo y solidaridad para esos amigos, conocidos, que luchan día tras día con algún tipo de cáncer. Yo soy uno de ellos, que abracé mi cruz hace 2 años y que seguiré en la lucha, solo o acompañado, gracias a mi familia y a los misioneros de la Consolata, gracias a mis pocos amigos que están y estuvieron presentes en esta lucha, que desde su silencio y distancia siempre han orado por mí y, especialmente, porque me han sabido llevar en mis estados de ánimo, a veces irascibles, que se irrita con facilidad, es poco paciente y otras veces incomprensible. ¡Gracias por estar ahí, pendientes de mí!
Dios está contigo
Muchas personas no se mueren a causa de la enfermedad, se mueren como consecuencia del diagnóstico. Sin embargo, el ser o llevar cáncer en el cuerpo no te limita para ser y buscar tu plena felicidad. Buscar a Dios sinceramente y de corazón, someterse a cambios de temperamento, de alimentación, a sentir, en muchas ocasiones, el desprecio, escuchar esa expresión “pobrecito”, un calificativo que interioriza el olvido. Tú que pasas por esta enfermedad o quizás algún familiar o conocido tuyo, piensa o dile siempre, Dios está contigo, entrega esos dolores a él. Ten presente que los dolores de Jesucristo fueron peores. Porque solo del Padre venimos y a él vamos, Cristo es nuestra fortaleza. Cuando hoy digo estas palabras que, quizás para algunos son de asombro, para mí lo son de ayuda.

Entiendo que unos partieron a la morada del Padre celestial quizás no por esta enfermedad u otra, sino porque el tiempo de Dios es perfecto y “todo en la vida tienen su tiempo”. Me gustaría que todos pudiéramos comprender que esta enfermedad no es de muchos sino de machos. Que esta conmemoración, esta fecha mundial, no es de fiesta sino de homenaje y que sea el mismo Dios a continuar bendiciéndonos.
Si lograste llegar hasta el final de este escrito, te felicito por llegar a mi vida y quedarte. Ahora conoces un poco más acerca de mí. Esta es una verdad que no se puede ocultar.
DIOS ESTÉ SIEMPRE EN TUS CAMINOS Y TE GUIE POR EL CAMINO DEL BIEN. ¡FELICIDADES EN TODO CUANTO HAGAS!
* P. Manuel Valencia Perdomo, imc, es Misionero en Colombia