Este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, es una oportunidad para recordar que estamos llamados a promover y proteger los derechos de los pueblos indígenas, pero también para agradecer su contribución a la protección de nuestra Casa Común.
Por Julio Caldeira IMC
En la Pan-Amazonía hay aproximadamente 3 millones de indígenas, organizados en más de 390 pueblos, que hablan 240 lenguas vivas, pertenecientes a 49 familias lingüísticas. De ellos, unos 137 pueblos viven en aislamiento voluntario o en contacto inicial. Esta diversidad cultural es una riqueza.
Las Naciones Unidas también reconocen que “las comunidades indígenas son líderes en la protección del medio ambiente”, ya que “luchan cada día contra el cambio climático”, ya que “sus bosques almacenan al menos una cuarta parte de todo el carbono de los bosques tropicales”.
CUIDADO Y RESPETO
El Papa Francisco, al escribir la exhortación apostólica “Querida Amazonia”, recordó que “la sabiduría de los pueblos nativos de la Amazonia inspira el cuidado y el respeto por la creación, con una clara conciencia de sus límites, prohibiendo su abuso. Abusar de la naturaleza significa abusar de nuestros antepasados, de nuestros hermanos y hermanas, de la creación y del Creador, hipotecando el futuro” (QA, 42).
Por ello, estamos llamados a alzar la voz, en todo el mundo (África, América, Asia, Europa, Oceanía), y denunciar el atropello de los derechos básicos de los pueblos indígenas, cometido por los intereses de algunos grupos económicos y políticos que sólo piensan en el beneficio propio, sin pensar en el gran daño causado a la naturaleza, a los pueblos, especialmente a los más pobres, y que tiene consecuencias visibles para todo el planeta. Muy visibles son, en esta época de la pandemia de Covid-19, estas amenazas históricas contra los pueblos indígenas, que pueden considerarse “otras pandemias”.
Son muchos los factores que provocan este riesgo, entre ellos: “el extractivismo de los sectores de la minería, el agronegocio, la energía y los megaproyectos; el de las crisis climáticas que agravan las inundaciones, las sequías, los incendios y las enfermedades; el del racismo y la discriminación contra los pueblos indígenas” (O Grito da Selva, Vozes da Amazonia 2021), como se siente en los países de la Panamazonía y en varias partes del mundo.
PROTECTORES DE LA AMAZONIA
¡Todavía es posible cambiar esta situación!
Durante el Congreso Mundial de la Naturaleza de 2021, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica – COICA – presentó una propuesta concreta en que se pide la protección del 80% de la cuenca amazónica para 2025. La campaña 80×25, “Amazonia por la vida: protejamos el 80% para 2025”, pretende evitar que la mayor selva tropical del planeta alcance su punto de no retorno. Las comunidades indígenas de la cuenca Amazónica y sus aliados están alzando la voz para pedir la protección del Amazonas y salvaguardar el futuro de la humanidad.
El gerente del Fondo Forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), David Kaimowitz, recuerda que “la evidencia muestra que los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales son los mejores en la protección de la selva amazónica, pero sus territorios están cada vez más amenazados por actividades legales e ilegales. Necesitan del apoyo de la comunidad internacional y de los gobiernos nacionales para que sus territorios sean reconocidos y que se respeten sus derechos humanos. Debemos fortalecer su manejo forestal tradicional, su conocimiento tradicional e identidad cultural y su capacidad para conservar los recursos que son clave para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad”.
GUARDIANES DE LA CASA COMÚN
El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si’ (2015) y en la exhortación Querida Amazonía (2020) recordó que los pueblos originarios son los que mejor cuidan de sus territorios.
“Es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan” (LS, 146).
¡Aprendamos de los pueblos indígenas el amor y el cuidado de la Casa Común!
¡Defendamos a los guardianes de la Casa Común, sus vidas y territorios, para que tengan “vida en abundancia” (cf. Jn 10,10)!
Fuente: REPAM