¡México se prepara, con alegría, para recibir y celebrar la hermosa tradición del día de los muertos! Esta es una fiesta de convivencia familiar y de todo el pueblo. No es el halloween extranjero.
Por Elmer Peláez *
Todavía tengo la alegría que llega a mi mente recordando el altar en la casa de mi abuelita materna a la cual llegábamos desde días anteriores al suceso. Mi mamá nos llevaba a visitarla porque era tiempo de fiesta: un ónfalo con vivos y muertos. El olor de la flor de cempasúchil, la canela para el champurrado y/o el riquísimo atole de piña, el pan de muerto y los tamales, siguiendo una lista interminable de antojitos de los familiares adelantados al más allá, participaban desde los corazones de los presentes. A la noche, era la danza de macho mula, pasando casa por casa pidiendo las sobras de los que nos visitaron.
Todos los pueblos de México están de algarabía para esta fiesta por la visita de sus seres queridos. Son tradiciones de mensajes llenos de amor y gratitud por la vida y la muerte. Creo que nuestros difuntos, junto con el Resucitado, nos animan a confirmar que la muerte no tiene la última palabra.
Cementerios
Los cementerios se visten con adornos de flores, perfumes y cantos. Las luces de las velas evaporan el perfume de los pétalos amarillos del cempasúchil y el humo del copal. La espiritualidad de los Aztecas se une con el sentimiento del cristianismo. Uniendo las fechas de ambos rituales en la solemnidad de todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos.
México es un pueblo festivo y ritual, marcado por sus pueblos originarios quienes le dan un color especial, cargado de emotividad y festejo.
Detalles tradicionales de la celebración
Catrina: es la más popular y original, siendo un personaje de crítica política, en la dictadura de Porfirio Días. José Guadalupe Posada comenzó a dibujar la famosa calavera y posteriormente en 1947 Diego Rivera, la pintó con estola de plumas en el mural, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.
Pan de muertos: es una masa dulce tradicional, que acompaña las ofrendas. Único en un desayuno dominical junto a una tasa de chocolate, tradición que nos dejaron nuestros abuelitos y la cual aún conservamos.
Flores de Cempasúchil: es la flor que viste el camposanto de amarillo. Cada familia realiza un tapete de pétalos que va desde la ofrenda hasta la puerta de la calle para dar la bienvenida a los invitados especiales, “las almas de los seres queridos”
Pedir calaverita: se canta “La calaverita tiene hambre no hay un pancito por ahí, no se lo coman todo, déjenos la mitad”. De esta manera se pide calaverita en cada hogar, al finalizar el canto nos regalan dulces o lo que tengan sobre el altar.
Foto del muerto: la ofrenda está enmarcada por una foto de los que murieron recientemente, resaltada por un moño negro en la puerta indicando que en ese año se realizó su pascua y, a su alrededor, se colocan las demás fotografías del árbol genealógico de quienes partieron al cielo.
Otros elementos: finalmente, después de la película “Coco”, esta tradición cada año tiene más fuerza. Llevando a los grandes escenarios un concurso de catrinas vestidas como Frida Kahlo, calaveras con sombrero de charro, personajes famosos del momento y altares con cráneos.
No morirá para siempre
La teología católica afirma que no existe la muerte diciendo: “Quien cree en ti Señor, no morirá para siempre”. La Pascua es el paso de la muerte a la vida eterna. Aquí recordamos la frase de Gabriel Marcel: “Amar a alguien es decirle: tú nunca morirás” o una síntesis de la película Coco: muere o desaparece quien es olvidado. O como dice el libro del Eclesiástico: “Se quedan disueltos en la bruma del olvido, hay tantos que existieron como si nunca hubieran vivido” (Eclo 44,9). Esto sí que es peligroso!
Esta fiesta de los muertos nos empuja a llevar una vida que deje huellas en la memoria del mundo. He aquí el valor de la fotografía, no sólo la digital, sino la de la memoria y la de los “recuerdos congelados”. No olvidemos que recordar es volver a pasar por el corazón de quienes marcaron el momento.
Este evento nos impulsa a vivir al cien por ciento en el más acá. Muchos de los que hoy estamos vivos, ocupamos espacios que los seres queridos nos dejaron en herencia. Nunca olvidemos a nuestros ancestros.
¡Feliz día de muertos! ¡Feliz Día de Todos los Santos!
* Diác. Elmer Peláez Epitacio, IMC, misionero mexicano en Toribio (Colombia)