Misa en el Santuario de la Consolata recuerda el centenario de la muerte de Camisassa

Han. Simona Brambilla, Padre Stefano Camerlengo y Mons. Giorgio Marengo con un grupo de sacerdotes, entre ellos el rector del Santuario de la Consolata. Fotos: Jaime C. Patias

La celebración en Turín, este jueves, 18 de agosto, fue presidida por el Mons. Giorgio Marengo, IMC, Prefecto Apostólico de Ulaanbaatar en Mongolia, que será creado Cardenal por el Papa Francisco el 27 de agosto.

Por Jaime C. Patias y Gianantonio Sozzi *

El Padre Santiago Camisassa fue un fiel colaborador del Beato José Allamano durante 42 años en la fundación y dirección de nuestras dos congregaciones para la misión ad gentes. Participaron de la misa un gran número de misioneros y misioneras, las dos Direcciones Generales IMC y MC, las novicias MC, amigos y LMC, benefactores y familiares del Camisassa de Caramagna en el Piamonte, su tierra natal.

El P. Stefano Camerlengo, Superior General, hizo la homilía de la misa: “Para nosotros, Misioneros y Misioneras de la Consolata, la celebración (en este Santuario) se hace doblemente especial porque recordamos a un gran hombre que, junto con Allamano, otro gran hombre, soñó, realizó y edificó dos institutos misioneros”, dijo el P. Stefano.

Padre Stefano Camerlengo, Superior General

“Nuestros misioneros en Mongolia nos han enseñado que la misión en Asia, y no sólo allí, solamente se puede hacer de puntillas. La misión no necesita pompa, aplausos, protagonismo, sino que se hace en la unidad diaria tratando de construir el Evangelio pieza a pieza con las personas que el Señor pone en nuestro camino.

La primera vez que fui a Mongolia -recuerda el Padre General- para visitar a nuestros hermanos y hermanas, estuvimos con el Padre Giorgio Marengo en el corazón del país, en la primera parroquia alejada de la capital. El domingo celebramos la misa con quince cristianos y algunos curiosos que nos miraban desde fuera, y luego nos reunimos con estos cristianos y tomamos algo juntos.

Lo que más me impactó y aún lo llevo en el corazón, es que me senté al lado de un joven de unos 18 años y pude ver que era realmente feliz; rebosaba alegría por todas partes. Con la ayuda de un misionero que me tradujo, le pregunté: ¿Por qué eres tan feliz?

La respuesta que el muchacho dio fue la más hermosa que se podía dar y hasta ahora no he encontrado otra más bonita: ‘Quiero ser cristiano porque ser cristiano me da la alegría de vivir’.

¡Ese joven lo había entendido todo! Ser cristiano en medio de todos los demás que no lo son, perteneciendo a un grupo pequeño de cristianos como los de Mongolia, y manifestar la alegría que se experimenta al encontrarse con Cristo, para mí es lo más hermoso que puede haber.

Esto fue lo que caracterizó a nuestros grandes hombres: Allamano y Camisassa, y por eso, cien años después, seguimos recordando a Camisassa. Fueron personas que centraron su vida en Jesucristo: sólo buscaban vivir el Evangelio y hacer la voluntad de Dios. La voluntad de Dios les llevó a pasar 42 años en este Santuario en amistad, compañerismo y estrecha colaboración, y juntos realizaron este gran sueño: la fundación de los dos grandes Institutos Misioneros de la Consolata para la misión ad gentes.

Camisassa: un hombre con visión

El canónigo Santiago Camisassa nació en Caramagna (Piamonte) el 27 de septiembre de 1854 y murió en Turín el 18 de agosto de 1922. El Beato Allamano nació el 21 de enero de 1851 en Castelnuovo y murió santamente en Turín el 16 de febrero de 1926.

En su reflexión, el Padre Stefano también señaló que “Camisassa era un hombre de gran inteligencia y no sólo era el hombre concreto que sabía hacer el trabajo manual y material. Era un hombre de visión, el primero en teología, experto en derecho canónico y civil, una autoridad reconocida en la ciudad de Turín de aquella época… sin embargo, era de tal humildad que cuando se hablaba con él, decía «mira a Allamano, él es el maestro, yo sólo acompaño» y cuando se hablaba con Allamano, este decía «vea a Camisassa». Era como un juego de ping-pong pero lo hacían no por falsa humildad, sino con la verdadera humildad de las personas que entienden que sin el otro no se puede hacer nada válido; que se necesita al otro para construir algo que valga la pena. No se trataba de ser protagonistas, sino de construir siempre en nombre del Señor”.

A continuación, el Superior General destacó algunas frases de Allamano sobre su amigo Camisassa que revelan el grado de amistad y colaboración entre ambos.

Mons. Giorgio Marengo preside la misa en el Santuario de la Consolata de Turín

“Hay frases que nosotros los misioneros conocemos. Permítame recuperarlas porque son demasiadas hermosas. Allamano dice que: «Todas las tardes pasábamos varias horas en mi  despacho (en el Santuario), aquí nació el proyecto del Instituto, aquí se habló de ir a África, en fin, aquí se arregló todo. Si no hubiera tenido al canónigo Camisassa a mi lado no habría hecho lo que hice». Era una profunda amistad fundada en la sinceridad, y hoy en día es tan difícil ser sincero”.

“Allamano solía decir: «Nos prometimos contarnos siempre todo con la verdad» y esto hizo que la amistad entre ellos durara unos buenos 42 años. Lo que hemos empezado a llamar, utilizando un términos un poco más moderno, “promoción fraterna” ellos lo practicaron siempre sin usar ese  nombre y nos enseñaron que sólo ayudándonos unos a los otros podemos construir algo significativo”.

La verdadera humanidad
El beato José Allamano y el padre Santiago Camisassa.

«Jesucristo es el fundamento, pero detrás de su compromiso había también una humanidad verdadera, no ficticia ni hecha de imágenes, y que lleva a decir las cosas con verdad, a construir y caminar juntos, a vivir en comunión» subrayó el Padre Stefano. «Todos estos son valores que el Papa Francisco y la Iglesia actual nos proponen en este camino de la sinodalidad, donde todos están llamados a ser protagonistas allí donde están. Es una nueva Iglesia que tiene como centro el Evangelio y donde lo que cuenta es Jesucristo, y no lo demás.

Celebrar el centenario de la muerte de Camisassa es sobre todo un momento de gran emoción y fraternidad porque nos ayuda a recuperar la amistad, la corrección fraterna, el caminar juntos, la comunión, pero también es un momento de revisión para ver cómo nuestros institutos llevan adelante las orientaciones, el proyecto y los sueños de Allamano y Camisassa, que en este Santuario florecieron en sus corazones mientras dialogaban y rezaban juntos», añadió.

Fidelidad a los orígenes

“¿Nuestros institutos siguen siendo fieles a esta obra original?”, se preguntó el Superior General, y continuó: “Aunque tengamos algunas dificultades, yo diría que sí. Con sencillez y humildad debemos decir que seguimos adelante aunque el tiempo nos desgaste un poco. Con verdad podemos decir que el Señor sigue bendiciendo nuestros Institutos porque estamos fundados y formados por los grandes que recordamos en este Santuario”.

La hermana Francesca Allasia recibe el crucifijo de las manos de Mons. Giorgio Marengo.

“El mundo está basado en pilares y estos pilares son los santos, la gente buena, la gente verdadera que en su vida diaria construye la historia. Recordamos a Allamano, a Camisassa y a tantos hermanos y hermanas que murieron dando su vida por la misión”.

Envío de la Han. Francesca Allasia

Durante la misa, la Han. Francesca Allasia, MC, recibió del Obispo Giorgio Marengo el mandato misionero para Mongolia. El Obispo, que también había sido enviado a Mongolia en el mismo Santuario hace 19 años, entregó el crucifijo a la misionera e invitó a la Sra. Baigalmaa Namsrai, una madre de Mongolia que participó a la misa con su hija, a dirigir palabras de bienvenida a la Han. Francesca, que pronto se unirá al grupo de ocho Hermanas MC y cuatro sacerdotes IMC en la misión que comenzó en ese país en 2003.

Al comentar el envío, Padre Stefano dijo: “Qué hermoso es que en esta Eucaristía enviemos a Han. Francesca, MC, a Mongolia. Jesús quiso que fuéramos misioneros; Allamano y Camisassa fueron misioneros; nosotros seguimos enviando misioneros: esta misión es una misión verdadera, auténtica, de los Institutos, de comunión. No faltarán las dificultades porque forman parte de la vida, pero lo que cuenta es el amor al Señor y esa autenticidad de vida que hemos aprendido de nuestros grandes”.

Baigalmaa Namsrai, una madre de Mongolia, dio la bienvenida a la Hna. Francesca.

Sigamos escuchando las palabras de Allamano sobre el Camisassa: ‘Si hemos hecho algo bueno, es precisamente porque éramos muy diferentes. Si hubiéramos sido iguales, no habríamos visto los defectos del otro y habríamos cometido muchos más errores’. “Hablamos tanto de la interculturalidad y de la diversidad, pero qué esfuerzo tenemos que hacer a menudo para aceptar esta realidad, cuando Allamano y Camisassa ya lo vivieron en su momento”, señaló el Superior General.

“Y de nuevo las palabras de Allamano: ‘A mi me toca alabarlo: él (Camisassa) siempre estuvo dispuesto a sacrificarse para que yo no me cansara; tenía el arte de esconderse y poseía una verdadera humildad. Vivía para sí mismo y para las misiones’. Hoy, cuando todo el mundo quiere aparecer, vemos que escondiéndose, como hizo Camisassa, se sigue viviendo cien años en la historia de un Instituto”.

Pensar, rezar y hablar sobre los Institutos

“Allamano, al anunciar la muerte de Camisassa, dice algo importante que también puede ayudarnos en nuestra propia vida: ‘Hasta su última hora, a pesar de estar enfermo, Camisassa siguió pensando, rezando y hablando sobre los Institutos. Todo su amor se describe en estos tres verbos’.

Hoy estos Institutos, concebidos y soñados conjuntamente, siguen existiendo y continúan enviando misioneros (950 sacerdotes y hermanos y unas 600 hermanas, presentes en 28 países de África, Asia, Europa y América). Qué hermosa es esta continuidad, qué hermosa esta cadena de amor que continúa porque la historia no la hacen los grandes y poderosos, ni la hacen los malvados, aunque luego suframos las consecuencias de sus actos, sino que la hacen los buenos, los que permanecen para la eternidad porque su memoria permanece para siempre”, concluyó el padre Stefano.

Después de la celebración en el Santuario de las dos familias de la Consolata, todos los que participaron en la misa… padres, hermanas, hermanos, novicias y estudiantes, LMC, amigos y bienhechores, junto con los familiares de Camisassa, se dirigieron a la Casa Madre IMC para un momento de fiesta y de compartir.

* Padre Jaime C. Patias, IMC, Consejero General para América. Padre Gianantonio Sozzi, IMC, Secretario de Comunicación.

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