Pascua: una oportunidad para la paz y una mirada de fe a la realidad del mundo

Procesión de la Palabra durante la celebración Afro en Buanaventura, Colômbia. Foto: Jaime C. Patias

Es un hecho que el mundo actual está plagado de guerras, represalias, migración y divisiones. Aunque el deseo de paz es evidente en casi todos los rincones del mundo, el aumento de los conflictos ha provocado una enorme pérdida de vidas, ha causado desplazamientos incontrolables y ha generado mucho sufrimiento, especialmente entre los pobres y vulnerables.

Por Lawrence Ssimbwa *

En muchos países, en los que no hay una guerra con implicaciones internacionales, los conflictos internos y la violación sistemática de los derechos humanos contribuyen significativamente a la desestabilización y a la pérdida de la paz.

La pregunta que surge casi inevitablemente es: ¿qué significado puede tener la celebración de la Pascua en estos contextos? Personalmente creo que la celebración del misterio de la salvación, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, es una oportunidad y una fuente inagotable de paz y reconciliación para el mundo. Estas son las razones más importantes:

Jesucristo es el Príncipe de la paz

La celebración de la Semana Santa gira en torno al Misterio de la Salvación traído por Jesucristo. En la profecía mesiánica del profeta Isaías, el Mesías es el príncipe de la paz (Is 9,6) y San Pablo también lo afirma diciendo que “Él mismo es nuestra paz” (Ef 2,14). En muchas de las apariciones de Jesús después de la resurrección saluda a sus discípulos con el saludo de la paz: “mientras ellos hablaban de estas cosas, Jesús mismo se puso en medio de ellos y dijo: “¡La paz esté con vosotros!” (Lc 24,36).

Procesión del día de Pascua en una comunidad de Buenaventura. Foto: SozziJA

Es importante señalar que la paz que da Jesucristo es diferente de la paz que da el mundo: «Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo» (Jn 14,27). Jesús, nuestra paz, vino al mundo para anunciar el Evangelio de la paz (Hch 10,36), para iluminar los pasos de la humanidad en el camino de la paz (Lc 1,79) y para vivir en la plenitud del Reino de Dios, que es un reino de paz, justicia y alegría (Rm 14,27).

La paz es un bien

Un bien se define como todo aquello que es capaz de satisfacer, directa o indirectamente, una o varias necesidades humanas. Entonces se hace evidente que la paz es uno de los bienes más importantes porque sin ella es difícil obtener otros: sin paz no hay felicidad, ni posibilidad de desarrollo, ni justicia social e igualdad. La paz es el fundamento de la calidad de vida de toda sociedad y, en sentido cristiano, un don de Dios, un signo claro de su presencia entre nosotros.

Padre Lawrence Ssimbwa con la comunidad cristiana por las calles de Buenaventura.

Tras la celebración de la Eucaristía, el sacerdote siempre despide a los fieles con un mensaje de paz: “Pueden ir en paz”. Es una invitación a ser testigos del Dios de la paz y a transmitir la paz recibida de Él. Siguiendo el ejemplo de Jesucristo, los cristianos en el mundo están llamados a ser pacificadores. No hay mejor inspiración para la el perdón y la reconciliación que la que recibimos de Jesús. «bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido» (Lc 6,28-29).

Varios santos han dado testimonio de la paz de Jesucristo en medio de acontecimientos difíciles. Tenemos el ejemplo de San Martín de Porres, San Maximiliano María Kolbe, los mártires de Uganda, San Lorenzo, Santa Teresa de Calcuta, San Juan Pablo II, San Oscar Arnulfo Romero, entre otros. El testimonio de sus vidas es la manifestación de que seguir a Jesucristo y adherirse totalmente a él es la fuente segura para construir la paz, el perdón y la reconciliación.

Jesucristo, el Príncipe de la Paz, es el inspirador por excelencia de quienes luchan por la paz y la reconciliación de las personas y los pueblos. En su Pascua, celebrando el misterio de su pasión, muerte y resurrección como fuente inagotable de paz, nos inspira a ser artífices de la paz por el bien del presente y del futuro de la sociedad humana.

* Padre Lawrence Ssimbwa, IMC, párroco de la Parróquia San Martín de Porres en Buenaventura, Colombia.

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