Beata Irene Stefani: “Nyaatha”, Madre de Misericordia

Irene Stefani, nacida en Italia, asumió su vocación como hermana Misionera de la Consolata y estuvo por 16 años como misionera en Kenia. Su vida estuvo basada en el amor a Jesús y el servicio de amor a los hermanos.

Mercedes Stefani nació en Anfo (Brescia), Italia. Con tan sólo veinte años de edad, ingresó en el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Consolata, de reciente fundación; era el año 1911. Recibió el nombre de hermana Irene.

Después de la primera formación y la Consagración Religiosa, antes de que la Primera Guerra Mundial cerrara la posibilidad de viajar, partió para el Kenia, a finales del año 1914.

Misionera de la caridad

Durante el período bélico, fue enviada como enfermera de la Cruz Roja en los hospitales militares. Terminada la guerra, la hermana Irene regresa entre la gente del pueblo Kikuyu, y vive unos diez años en Gekondi, donde enseña en la escuela de la misión, asiste a los enfermos, acompaña a los moribundos, ayuda a los jóvenes en su formación, escribe cartas a la luz del candil para la gente que todavía no sabe escribir. ¿Dónde encuentra todo este tiempo y energía para hacerlo? “Amaré la caridad más que a mí misma”…

La hermana Irene se dedica totalmente a su pueblo, y lo hace con un amor y una dulzura única, tanto que la gente le cambia el nombre llamándola: “Nyaatha”, un nombre Kikuyu que significa “la misericordia personificada”.

En 1930 estalló una epidemia de peste, que también fue contraída por Julio, un joven y ambicioso maestro local que había ocasionado no pocos problemas a nuestra misionera. La hermana Irene lo asistió hasta el último aliento, contagiándose ella misma. En cuestión de días, Nyaatha murió a los 39 años de edad el 31 de octubre 1930.

Nyaatha intercesora en la fuente bautismal en Mozambique

Después de la muerte, la hermana Irene prosigue su itinerario misionero por los senderos del mundo y hace sentir todavía su presencia a todos los que la invocan.

En la parroquia de Nipepe (diócesis de Lichinga, Niassa – Mozambique) se encontraban reunidos más de 270 personas, incluso muchos niños y niñas, para un curso de formación dirigido por el párroco padre José Frizzi, misionero de la Consolata.

El 19 de enero de 1989 en la estación más calurosa del año, durante la misa del Alba se inició un ataque militar entre dos grupos guerrilleros: la Fremilo y Renamo. El país en aquel entonces estaba viviendo una dolorosa guerra civil.

Todos permanecieron detenidos dentro de la iglesia durante cuatro días con amenazas de muerte. Sor Irene fue invocada con fe por todos los presentes pidiendo su protección y ayuda. Durante la permanencia en la iglesia no había posibilidad de obtener agua en ninguna parte y el catequista Bernardo dio el permiso de hacer uso del agua de la pila bautismal.

“Todos los que estábamos secuestrados en la parroquia de Nipepe durante 4 días comimos galletas regaladas por Caritas, que se encontraban en la sacristía y bebimos de la pila del agua bautismal”.

El agua de la pila fue suficiente para todos los refugiados en la iglesia y no sólo para beber sino también para lavarse y refrescarse, y hasta para lavar a una niña dada a luz la primera noche del secuestro: sus padres le dieron el nombre de Irene. 

Al final del secuestro el padre José Frizzi, sorprendido, vio el piso muy mojado: “La pila bautismal parecía una fuente que producía agua”.

Todos los testigos repetían con reverencia y estupor: “por intercesión de la hermana Irene todos fuimos salvados”, “ella nos escuchó y nos ayudó”.

En el 2015 la hermana Irene fue beatificada en Nyeri, Kenia, el 23 de mayo.

Oración

Oh Dios, nuestro Padre,
que en cada tiempo llamas a frágiles criaturas
para que colaboren contigo
en la construcción de tu reino de amor,
dónanos el ardiente celo de la Beata Irene Stefani
para el anuncio del Evangelio de salvación.
Recuerda, Señor, su incansable correr
para llevar alivio en cada situación de sufrimiento.
En tu compasión ven en ayuda de las personas que te encomendamos.
Te lo pedimos por Jesucristo,
por ella sumamente amado y fielmente servido en la misión. Amén.

Fuente: www.misioneras.webconsolata.net

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