El Beato Allamano: Ancestro de Misioneros y Misioneras

Beato Allamano con el primer grupo de misioneros enviado al Kenya en 1902

Cada familia tiene su cabeza y cada obra tiene su inspirador o inspiradora. Para la familia misionera de la Consolata su Fundador, Padre e inspirador es el Beato José Allamano: él es su ancestro, el dador del carisma que identifica en la Iglesia a los Misioneros y Misioneras de la Consolata.

Por Lawrence Ssimbwa *

Gracias al carisma que ellos heredaron de él han contribuido enormemente a la propagación de la fe en el mundo. Por lo tanto, José Allamano es su antepasado y raíz desde donde surge todo lo que tiene que ver con la historia, el presente y el futuro de las dos comunidades misioneras.

El ancestro es un antepasado que nos ha dejado alguna identidad genética y cultural. El culto a los ancestros ha sido practicado desde épocas muy antiguas, con la creencia de que necesitan de ciertos rituales para poder continuar su existencia en otro mundo. Actualmente, se rinde culto a los ancestros en varios pueblos y culturas de África, Asia, América Latina. Detrás de los ancestros hay un conjunto de valores propios de una comunidad que se afirma y consolidan con el transcurso del tiempo.

En ese sentido el beato José Allamano es un ancestro, pues la familia misionera de la Consolata fue fundada por él y su historia directamente empezó con él. El Instituto de los Misioneros lo fundó el 29 de enero de 1901, y el de las Misioneras de la Consolata en el mismo día del 1910. En él están las raíces profundas de los dos Institutos de la Consolata; no se puede hablar de estas comunidades misioneras sin aludir a la inspiración carismática del Beato José Allamano.

José Allamano duró años pensando en fundar a una comunidad de misioneros pero llegó a tomar la decisión definitiva tras una curación prodigiosa que tuvo lugar en enero de 1900, un año antes de la fundación del primer Instituto, él de los misioneros. La motivación de esta fundación fue, por un lado, el deseo de continuar con la obra misionera del cardenal Guillermo Massaia quien había sido expulsado de Etiopía, y por otro lado, el espíritu misionero de algunos sacerdotes en su diócesis natal. El 08 de mayo de 1902 salieron para Kenia los primeros cuatro misioneros de la Consolata y nueve años más tarde, en 1910, el beato José Allamano fundó también las Misioneras de la Consolata. Para la fundación de las misioneras intervinieron la insistencia de monseñor Felipe Perlo quien estaba en el terreno de la misión en Kenia; el prefecto de Propaganda Fide, el cardenal Jerónimo Gotti y el mismo papa Pio X. El mismo Allamano le confesaba a sus misioneras: “Es el Papa Pío X quien quiso que las fundara; él me dio la vocación para formar misioneras”.

José Allamano, dador del Carisma

El carisma es una gracia especial que el Espíritu Santo dona para el bien de la Iglesia; éstos están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. (cfr. LG 12). La misión Ad gentes es el carisma que el beato José Allamano recibió del Espíritu para sus misioneros y misioneras: “nosotros somos para los que todavía no Lo conocen”.

Este empeño en los años ha sido declinado en distintas maneras así que los Misioneros e Misioneras ha acompañado pueblos de primera evangelización, minorías étnicas, iglesia locales  a las que engendraron y con su carisma han inspirado a varias diócesis y congregaciones.

Allamano, referencia en la vivencia de la vocación misionera

El beato José Allamano, aunque nunca pisó la tierra de misión en Africa por sus problemas de salud, tuvo sin duda un corazón totalmente misionero: ensanchó su mirada misionera más allá de las fronteras de su Iglesia local de Turín, más allá de su continente Europa y más allá del santuario de la Consolata donde estuvo como rector por muchos años. Para él, “la vocación misionera no es otra cosa que un mayor amor a nuestro Señor Jesucristo, por el que uno se siente incitado, animado a darlo a conocer y amar a cuantos no lo conocen y no lo aman todavía. Es un mayor y más vivo espíritu de fe y de caridad, por el que se viene a compadecer de tantos pobres que no lo conocen y en consecuencia de moverse vivamente en su ayuda” (Conf. I, 651).

Para el Beato José Allamano la vocación misionera tiene dos exigencias fundamentales: la santidad y la ciencia. Es necesario ser santos para ser misioneros, «es necesario que el misionero hable no solo con la palabra, sino también penetre en los corazones endurecidos con la santidad eminente de toda su vida. La santidad de los misioneros tiene que ser especial» (Conf. I, 619). Después otro pilar para la vocación misionera es la ciencia. José Allamano se preocupó por la preparación intelectual y profesional de los misioneros y por eso su famoso frase: “El misionero ignorante es un autentico ídolo de tristeza y amargura” (Conf. I, 165). “Es necesario para el bien del Instituto que haya estudiosos y preparados en los varios campos de la ciencia” (Conf. I, 347).

Los Misioneros y las Misioneras de la Consolata estan presentes en 30 países.
José Allamano, Inspirador perenne de cada misionero

Jesucristo es el Misionero por excelencia de Dios Padre: él envió a la Iglesia a evangelizar a cada rincón de la tierra (Mt 28,19) de tal manera que el beato José Allamano, como discípulo fiel de Jesús, se dejó inspirar por el mismo Señor y a nosotros nos inspira de la siguiente manera:

1. Nos inspira a ensanchar la mirada más allá de propias fronteras geográficas y eclesiales. Supo ensanchar su mirada hacia África e entender  que como seguidor fiel de Jesucristo también tenía una tarea misioneras más allá de las fronteras más próxima a su ciudad de Turín y a su Piamonte. Mientras estuvo vivo los misioneros llegaron a Kenya (1902), Etiopia (1919), Tanzania (1924), Somalia e Mozambique (1925). Después los Misioneros y las Misioneras siguieron en la obra y ahora están dispersos en cuatro continentes y en 26 países en todo el mundo.

2. Nos indica el camino de la evangelización de pueblos y culturas. Jesús envió sus discípulos hasta los extremos confines de la tierra y por lo tanto con pasión quiso anunciar a Jesucristo a pueblos y culturas que no lo conocía y se preocupó de que sus misioneros tuvieran un método adecuado y respetuoso.

3. Anima la vida de cada misionero de la Consolata con unas características que son muy típicas de él: la vida familiar, es decir, los misioneros viven en familia y el Instituto de la Consolata para las misiones es una familia; la santidad, es decir, la razón primordial de su ser y quehacer es la búsqueda de la santidad; el carisma ad gentes, es decir, el misionero de la Consolata es para la evangelización de los pueblos; la devoción mariana, el amor a la eucaristía y a la liturgia; la laboriosidad para cualificar las acciones de promoción humana y la ciencia para cualificar toda la acción misionera.

Hoy los Misioneros y las Misioneras de la Consolata siguen llevando y manifestando en el mundo la inspiración y el carisma de este grande misionero.

* Padre Lawrence Ssimbwu, IMC, de Uganda, misionero en Buenaventura, Colombia.

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