Indígenas Yanomamis y Misioneros/as de la Consolata

De la alianza entre el Allamano y la Consolata a la alianza de los misioneros con los pueblos

Misión, un encuentro santificador: “ser hermano y hermana del otro sin querer que el otro sea como yo; proclamar el Evangelio en silencio, con el diálogo y la comunión de vida, haciendo crecer la fraternidad, la ternura y la amistad”.

Salvador Medina*

Los yanomamö o yanomamis

Una etnia indígena dividida en tres grandes grupos: sanumá, yanomam y yanam. Se denominan también “nación yanomami”. Habitan principalmente en el estado Amazonas de Venezuela y en los estados brasileños de Amazonas y Roraima. También destacan por ser uno de los grupos étnicos de menor estatura promedio en el mundo.

Alrededor de 20 000 individuos que integran los yanomamis viven entre Venezuela, un 70 por ciento y Brasil, dispersos por la selva y organizados en pequeñas aldeas.

Misioneros/as de la Consolata

Dos Institutos Religiosos Misioneros, fundados por el Sacerdote diocesano José Allamano, en la Diócesis de Turín Italia, en el santuario dedicado a la Virgen Consolata, en 1901 los misioneros y en 1910 las misioneras.

Estos, convocados – formados y enviados por su Fundador José Allamano,  al menos en su espíritu, comenzaron a incursionar el mundo yanomami desde 1953, por las orillas del rio Apiaú, hasta que en 1965 dos de ellos, Juan Calleri y Bindo Meldolesi, colocaron la tienda en medio de ellos, a 250km en línea recta de Boa Vista, y se quedaron. Así nació la “misión catrimani”, en la margen izquierda del rio Catrimani, con el deseo de conocerlos, amarlos y servirlos.

“Con esa manera de hacer misión, los misioneros y misioneras, lo mismo que las Hermanitas de Jesús en Tapirapé (1950), promovieron un nuevo camino de misión con los pueblos indígenas en la Iglesia del Brasil, afirma Monseñor Roque Paloschi, quien fuera el segundo obispo de Roraima, después de los Misioneros de la Consolata. Él mismo sintetiza así este nuevo estilo: “el principio fundamental de ese modelo de misión es ser hermano y hermana del otro sin querer que el otro sea como yo; proclamar el Evangelio en silencio, sin el anuncio explicito, sino con el diálogo y la comunión de vida, haciendo crecer la fraternidad, la ternura y la amistad.

Un modelo de acogida de los límites y fragilidades de cada cultura, sin el oportunismo de abrazar solo lo BUENO y el BIEN de los pueblos. Como Jesús de Nazaret que se encarna por la vía de la kénosis (auto – vaciamiento). Es en esos senderos que el Consejo indigenista misionero – Cimi, de la conferencia Episcopal brasilera, viene dando pasos y abriendo trochas”. (cfr. Corrado Dalmonego y Paolo Maiola (orgs.) O encontró NOHIMAYOU, Paulinas, San Pablo, 2017)

Artista: Carlos Albero Zuluaga CAZ, misionero de la Consolata

Un Milagro en la misión catrimani

El hecho tuvo lugar el 7 de febrero de 1996, conocido y recordado por las Hermanas y los Misioneros que trabajaban en esa misión y también en Boa Vista. Sin embargo, como María que guardaba todo lo relacionado con su Hijo en la memoria del corazón, fueron las Hermanas de Consolata, las primeras y más implicadas en el caso, las que pidieron la gracia de la sanación mediante la intercesión del bienaventurado José Allamano”.

Así lo atestigua el P. Michelangelo Piovano, miembro de la comisión constituida por el Obispo de la Diócesis de Roraima, que recogió pruebas como, declaraciones de testigos e informes de médicos que asistieron personalmente a Sorino en aquel momento, junto con exámenes y consultas médicas recientes, del 7 al 15 de marzo de 2021. Actualmente es el Vice Superior General del Instituto Misionero.

“La primera fue la Hermana Felicita Muthoni Nyaga, continúa narrando Michelangelo, quien ayudó a Sorino en su maloca, todo ensangrentado, con la cobertura del cráneo abierta y la masa cerebral expuesta. Fue ella a convencer a los “chamanes” que Sorino tenía que ir pronto a Boa Vista para ser atendido. Ellos querían que se quedara en la selva para morir allí, acompañado de uno de ellos, como es su tradición cultural. Los chamanes aceptaron que fuera a Boa Vista, pero amenazaron de muerte a la Hermana, en caso que muriera en Boa Vista, lejos de su comunidad.

Tan pronto como Sorino pudo volar a Boa Vista para ser atendido, la Hermana corrió a la Capilla de la misión para pedir la curación de indígena y su regreso, sano y salvo, para continuar su vida en la selva. Su oración de petición dirigida a Dios, por intercesión de José Allamano, rogándole que hiciera algo ante esta situación, sobre todo por la salud de Sorino y también por la consecuente seguridad para ella y los misioneros que trabajaban allí. Al mismo tiempo, las Hermanas que estaban en Boa Vista se unieron a la oración de petición, incluyéndola el primer día de la Novena al Fundador, con la fe y la confianza que José Allamano miraría a Sorino y este saldría con vida y salud de tan grave incidente. Cada día, debajo de la almohada, en la cama del Hospital, le ponían la reliquia del P. Allamano.

Unos días después de la cirugía para limpiar y reconstruir la corteza del cráneo, Sorino despertó sin consecuencias en el habla ni en la locomoción, sin convulsiones, como si estuviera normal, después de todo lo que le había sucedido, especialmente a causa de la pérdida de algunas partes de la masa cerebral.

Hoy, después de 25 años de la fatídica tragedia, Sorino continúa con salud, aunque con los problemas de salud normales en una persona mayor de 66 años, que vive en la selva, ninguno de ellos relacionado con lo sucedido ni narrado aquí. Desde mayo de ese 1.996, Sorino regresó a su maloca y retomó su vida normal, cazando, pescando y cuidando de su huerta y sus cultivos.

Las Misioneras/os que acompañaron el acontecimiento, en el momento, inmediatamente se dieron cuenta que algo extraordinario había sucedido, que se trataba de una sanación milagrosa y, desde un inicio, se lo atribuyeron a la intercesión del Bienaventurado José Allamano. De hecho, antes de terminar el año (1996), la Hermana Rosa Aurea Longo publicó, en la Revista del Instituto sobre el Fundador, una narración testimonial de lo acontecido, resaltando la gracia de la curación recibida por el indígena yanomami. La misma Hermana Felicita Muthoni Nyaga escribía en el 2007, en la misma Revista, agradeciendo lo sucedido. El P. Adalberto López Buriticá, testigo presencial de los acontecimientos y las atenciones en Boa Vista, narró durante los Ejercicios Espirituales – 2024 a los misioneros, en Fusagasugá, el cómo manejaron la situación en Boa Vista. “Durante los primeros cuatro días la herida se infectó fuertemente. Los médicos la trataron y luego colocaron una prótesis para reconstruir el cráneo, pero el organismo la rechazó. Le colocaron otra de plástico que la aceptó.  La preocupación era porque no veía ni hablaba. Fue transferido a la “casa de cura” de los indios. Allí seguía su tratamiento. El diagnóstico médico decía que quedaría vivo, pero sin movilidad ni habla. Entre tanto, en las comunidades de los misioneros y misioneras se iniciaba, el 7 de febrero, la novena del Beato José Allamano, presentándole situación de Sorino e invocando su intercesión. Al final, contra todo diagnóstico, los mismos médicos viendo su recuperación, sorprendidos dijeron: “se trata de algo milagroso, que no tiene explicación médica”.

¿Por qué guardaron el “secreto – público” durante tanto tiempo?

Artista Orlando Oyos, misionero de la Consolata: Sagrario en la casa regional – Bogotá.

Para quienes conocen, narra Michelanglo, la historia y la realidad de Roraima, lo mismo que la presencia y participación de los Misioneros en esta región, podrán saber de las pruebas y dificultades que enfrentaron debido a la Campaña para la delimitación y homologación de las tierras indígenas, de la persecución por parte de hacendados y explotadores de oro (garimpeiros), con acusaciones inicuas e injustas, que golpeaban a los líderes, a los misioneros/as e incluso al obispo Aldo Mongiano. Por eso el caso Sorino fue dejado a un lado, guardado en los archivos de la memoria, de unos y otros. Tal vez esperando tiempos mejores, tiempos de gracia, que Dios conoce y prepara.

El Bienaventurado José Allamano, beatificado el 7 de octubre de 1990, lleva mucho tiempo esperando el momento de la canonización, es decir, ser proclamado Santo por la Iglesia. Para que esto suceda se necesita un milagro, reconocido como tal. Con tal fin, en la Diócesis de Boa Vista – Roraima (Brasil), donde aconteció el incidente y la supuesta curación milagrosa, de la que ya hablamos, se recogieron pruebas como, declaraciones de testigos e informes de médicos que asistieron, personalmente, a Sorino en aquel momento, junto con exámenes y consultas médicas recientes.

Un encuentro santificador

La Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano, ha estudiado la documentación presentada por el equipo de la postulación y la ha valorado “muy bien trabajada, bien elaborada y presentada y por lo tanto válida y suficiente. Gracias al equipo conformado por el P. Giacomo Mazzotti, Sr, Renata Conti y el P. Michelangelo Piovano. 

“La declaración de la validez de la investigación diocesana no significa la aprobación del milagro, pero sí la posibilidad de continuar el proceso para el reconocimiento del mismo, con el objetivo de la canonización”, afirman públicamente los superiores del Instituto Misionero de la Consolata.

Los próximos pasos del proceso serán:  la elaboración de la Positio “Super miro” que busca demostrar el “presunto milagro”, partiendo del Proceso Diocesano de Roraima. Todo vendrá ahora sometido a las varias comisiones de la Congregación para la Causa de los Santos

La comisión médica, ya ha examinado el milagro y comunica, por medio del Postulador General Santiago Mazzotti: “tengo la gran alegria de comunicarte que el examen de la Consulta médica de esta mañana ha reconocido como “milagrosa” la curación de nuestro Sorino Yanomami”.

Seguimos en el proceso que ahora le corresponde la Comisión teológica, después de cuyo examen, en caso de obtener resultados positivos, pasará al Papa para su aprobación definitiva.

Esperamos con fe y prudencia la certificación oficial de su santidad y la proclamación pública. Luego podremos leer el significado de este milagro en ese lugar, con ese pueblo, en este momento histórico y ecológico.

*Salvador Medina es misionero de la Consolata en Colombia

Contenido relacionado