La Iglesia Ortodoxa Rusa y Vladimir Putin

Kirill, Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias, dirige la Iglesia Ortodoxa Rusa desde 2009. Siempre alineado con las posiciones de Putin, considera «santa» la guerra contra Ucrania.

Por Paolo Moiola *

Dmitry Safronov es sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El padre Safronov rezó varias veces ante la tumba de Alexei Navalny, principal opositor de Vladimir Putin, que murió (probablemente asesinado) el 16 de febrero en la colonia penal del ártico donde había sido encarcelado. El sacerdote también celebró un funeral en honor del fallecido el 26 de marzo. Sin embargo, a la diócesis de Moscú no le gustó el comportamiento del padre Safronov, por lo que le castigó con la suspensión de sus funciones clericales y tres años de penitencia.

Durante mucho tiempo, y más aún desde febrero de 2022, fecha de la agresión rusa contra Ucrania, la posición de la Iglesia ortodoxa rusa -desde 2009 dirigida por el patriarca Kirill- ha sido de total alineamiento con la política de Putin, presidente de nombre pero dictador de hecho. Este alineamiento se ha vuelto a reiterado en el documento conclusivo del XXV Consejo Mundial del Pueblo Ruso, organización presidida por el Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias

El primer punto de este documento –titulado «Presente y futuro del mundo ruso»– fechado el 27 de marzo, está dedicado precisamente a la llamada «Operación Militar Especial» en Ucrania y no deja lugar a dudas. «La Operación Militar Especial», reza, «es una nueva fase de la lucha de liberación nacional del pueblo ruso contra el régimen criminal de Kiev y todo Occidente que lo apoya, llevada a cabo en las tierras del suroeste de Rus’ desde 2014. Durante la Operación Militar Especial, el pueblo ruso con las armas en la mano defiende su vida, su libertad, su condición de Estado, su identidad civil, religiosa, nacional y cultural, así como el derecho a vivir en su propia tierra dentro de las fronteras del Estado ruso unido. Desde un punto de vista espiritual y moral, la operación militar especial es una guerra santa («suyashennaya voyna», en transliteración del ruso)».

El punto continúa llamando a Rusia y a su pueblo a protegerse del ataque del globalismo y de la victoria de Occidente que ha caído en el satanismo. «La guerra santa –afirma– terminará cuando todo el territorio de la Ucrania moderna haya entrado en la zona de influencia exclusiva de Rusia». El tono sigue siendo idéntico en el resto del documento, una auténtica concentración de declaraciones ultraconservadoras y ultranacionalistas que culpan a Occidente de todos los males. Una cita a modo de ejemplo: «Los programas educativos nacionales […] deben purificarse de conceptos y actitudes ideológicos destructivos, principalmente occidentales, ajenos al pueblo ruso y destructivos para la sociedad rusa».

A principios de abril, el Consejo Mundial de Iglesias, del que forma parte la Iglesia Ortodoxa Rusa, rechazó el documento precisamente por las consideraciones sobre la supuesta «guerra santa». Es difícil comprender hasta qué punto la Iglesia rusa está unida en torno a la postura dictada por el patriarca. Lo que es seguro es que utiliza los mismos métodos que el Kremlin: la represión de cualquiera que discrepe.

La última víctima ha sido el padre Dmitry Safronov. Pero decenas de sacerdotes ortodoxos han sido castigados por desafiar la línea de la Iglesia sobre la guerra. El pasado mes de enero, el padre Alexey Uminsky fue destituido de su ministerio sacerdotal, mientras que un año antes fue el turno del padre Yoann Koval. Kirill es un patriarca fiel a Putin hasta los límites de la idolatría: en febrero de 2012, no dudó en calificar sus primeros doce años en el Kremlin de «milagro de Dios». Una cercanía ideológica que no puede cuestionarse. Quien se atreva a hacerlo es inmediatamente invitado –por decirlo suavemente– a hacer las maletas.

* Paolo Moiola es periodista de la revista Missioni Consolata. Publicado en: www.rivistamissioniconsolata.it

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