Ordenado el segundo sacerdote misionero de la Consolata mexicano

Es el lunes 29 de agosto de 2022. Son las seis de la tarde. El templo parroquial de El Divino Niño en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, rebosa de gente. Las paredes están adornadas con guirnaldas; los bancos con rosas blancas.

Por Paolo Fedrigoni *

A muchos fieles se les da un lugar frente a la puerta principal de la iglesia bajo una lona; otros se alinean a lo largo del edificio buscando refugio de la lluvia bajo los aleros del techo. Pero, aquí, la lluvia nunca es inoportuna; es un signo de bendición. La gente se ha reunido para la ordenación del diácono Ansoni Camacho Cruz, misionero de la Consolata.

Él es uno de los cinco hijos de Omar Camacho y Dora María Cruz.  Una familia unida; conocida por todos en la parroquia.  Don Omar trabaja con maquinaria pesada. Para la ocasión, doña Dora María y sus hijas visten las coloridas blusas y faldas floreadas características de Chiapas.  Los hombres llevan elegantes zapatos de cuero.  Los nietos son más informales; casi todos con su teléfono móvil.

Monseñor Fabio Martínez Castilla, el arzobispo de Tuxtla, junto con una docena de sacerdotes, se prepara para la celebración en el salón parroquial próximo al templo.  Ante él, con sus padres como primeros testigos, Ansoni emite su profesión de fe.  

Una nube de monaguillos, vestidos de rojo y blanco, dirige la procesión hacia la iglesia. El arzobispo es recibido por los fieles que aplauden. Le acompañan el Padre Peter Ssekajugo, nuevo superior de los Misioneros de la Consolata en México, Canadá y Estados Unidos, el Padre Paolo Fedrigoni, su predecesor, y los Padres Luis Jiménez, Patrick Murunga Waiganjo y Clovis Audet – los misioneros de la Consolata que prestan servicio en el Divino Niño.  Otros Consolatas, los Padres Ramón Lázaro Esnaola y Patrick Irungu Mungai, han venido de Guadalajara; el P. Álvaro Palacios Arregui, de Nueva Jersey.  A la derecha del obispo se encuentran algunos sacerdotes diocesanos: entre ellos, el P. José Luis, primer sacerdote de esta parroquia, encargado de la oficina del clero a nivel diocesano. Hoy, Ansoni será el segundo.

Ansoni pone en el altar el libro de los Evangelios, sobre el que hizo su profesión de fe hace unos minutos, y va a sentarse entre sus padres. Con ellos, y con todos los presentes, escucha la Palabra de Dios dirigida a todos. El Evangelio es proclamado por el padre Mungai, que hoy recuerda sus ocho años de sacerdocio. Llamado, Ansoni se acerca al altar. El P. Paolo le presenta al obispo.  Ansoni ha crecido en esta misma parroquia, más concretamente en la ‘Capilla de San Felipe’, todos los que están aquí en la iglesia frente a usted lo conocen” – le dice al obispo.  Hizo la filosofía en Guadalajara, el noviciado en Argentina y la teología en Nairobi.  Ejerció el diaconado en la misión de Matiri, Kenia.  Asegura al obispo que todos los informes sobre él son positivos. Es digno de ser ordenado sacerdote. 

En su homilía, el obispo exhorta a Ansoni a ser un sacerdote feliz, con el perfume de Cristo, siempre disponible y cercano a todas sus ovejas.  Se alegra de que Ansoni haya ingresado en un instituto misionero, porque la Iglesia tiene que ser una comunidad en salida, añade.  Expresa la alegría de que la presencia de los misioneros en su diócesis haya hecho surgir de su rebaño un sacerdote misionero. 

En el momento mismo de la ordenación, las Letanías de los Santos son cantadas espléndidamente por el coro – ¡es el coro de la Capilla de San Felipe, orgulloso de haber sido escogido para cantar en la primera misa de uno de su comunidad!  Apenas ordenado, Ansoni es revestido por el P. Luis Jiménez -su párroco- con la casulla que le entregan los padres de Ansoni.  Cuando el obispo lo abraza, todo el mundo estalla en un sonoro aplauso.

Al comienzo de la Liturgia de la Eucaristía, unas parejas vestidas con trajes tradicionales llevan al altar dones de todo tipo: cestas de frutas -mangos, uvas, melocotones, higos, plátanos-; bolsas de alubias, maíz y nueces; pan, galletas, leche y también …una botella de vino.  

Después de la Comunión, el P. Peter, en nombre de los Misioneros de la Consolata, expresa palabras de agradecimiento, por haber ordenado un nuevo sacerdote para nuestro instituto, a Mons. Fabio, verdadero obispo misionero, que, durante diez años, trabajó como sacerdote en Angola.  Agradece a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas y a todos los fieles presentes por unirse a este extraordinario momento de felicidad.  Un regalo recíproco -dice- “nosotros les hemos dado una conciencia renovada de la misión universal de la Iglesia, y ustedes nos han dado un nuevo sacerdote”.   La gente aplaude con entusiasmo su confesión de que se alegró cuando fue elegido como nuevo Superior de la Consolata de Canadá, EE.UU. y México, ¡porque eso le ha dado la oportunidad de volver a visitar Chiapas!

Después del Ave María, interpretado encantadoramente por un joven violinista del coro, Ansoni expresa los sentimientos desbordantes que llenan su corazón con unas cálidas palabras de agradecimiento a todos.  La gente le aclama.  Su destino es Kenia.  Estará allí en noviembre.  Todos le acompañarán con su oración.

Mientras, en el salón, a los sacerdotes, a las religiosas y a la familia de Ansoni se les reparte la comida preparada por algunos alumnos de la escuela de gastronomía, voluntarios para la ocasión, alrededor de la iglesia se sirven mandazi con zumos de frutas o verduras locales a todos.  Una banda toca música de Chiapas. Los bailadores y bailarines tradicionales se mueven cuasi frenéticamente al ritmo de la música. Mientras tanto, en el interior de la iglesia, una larga fila de personas hace cola ante el padre Ansoni para recibir de él su primera bendición sacerdotal.  El calor es intenso. Dos monaguillos se sitúan a su lado: uno para coger los diversos regalos que él recibe; el otro con un paño que Ansoni utiliza para secarse el sudor de la cara.

Estas bendiciones duran dos horas y media, ¡sin interrupción! Nuestro deseo es que la bendición que Padre Ansoni ha recibido hoy dure con la misma intensidad durante toda su vida sacerdotal.

* Padre Paolo Fedrigoni, IMC, misionero de la Consolata en los Estados Unidos.