Leonidas Proaño: profeta y obispo de los indígenas

Mons. Proaño compartiendo con los indígenas Kichwas – Foto: Archivo CEDHU

Candidato al Premio Nobel de la Paz y activista de derechos humanos, obispo de los indios, obispo de los pobres, pastor, profeta y padre de América Latina, precursor de la nueva evangelización, Leonidas Proaño sirvió a los indígenas y a los pobres en la diócesis de Riobamba y de todo el Ecuador durante cuatro décadas (1954-1885).

Por Maurice Awiti *

Miembro perdurable del movimiento de teología de la liberación en América Latina y uno de los más influyentes ecuatorianos del siglo XX, Leonidas Eduardo Proaño Villaba nació en San Antonio Ibarra el 29 de enero de 1910.

Infancia y juventud

Sus padres fueron Agustín Proaño Recalde y Zoilia Villalba Ponce, pobres, pero al mismo tiempo dotados de profundas raíces católicas. Su fe y pobreza acompañaron al joven Proaño al sacerdocio que se convirtieron en importantes acciones y convicciones. Desde su opción preferencial por los pobres, explotados, marginados, oprimidos, abandonados, con su sincera homilía, distintiva voz, don de enseñanza y atractivo universal, Proaño se hizo portavoz de sus requerimientos ante la justicia. “Eduardito”, como lo llamaba su familia con el sueño de ser pintor, fue a una escuela primaria en su pueblo.

Después se dirigió al Seminario Diocesano Menor de Ibarra para su educación secundaria (octubre de 1923); luego acudió al Seminario Mayor de Quito. Durante su escuela secundaria tuvo la ambición de ser un gran escritor, pero su literatura fue sustituida por la filosofía.  Su currículum comenzó con estudios filosóficos, escolásticos y terminó con la teología. La estructura del Seminario sigue siendo casi la misma, donde la escolástica se ha fusionado con estudios teológicos.

Según el renombrado historiador ecuatoriano Enrique Ayala, durante el período formativo se puso el énfasis en la apología, dado que los sacerdotes de la Iglesia en general querían defenderse del “modernismo”, condenado en su momento enérgicamente por los papas. Esto incluiría el liberalismo, que tuvo que ser destronado para establecer “el Reino de Cristo”, y el protestantismo que empezaba a hacer campañas agresivas de “evangelización”, como un desafío al predominio absoluto católico.  

Foto: Archivo CEDHU
Padrecito Leonidas

Fue ordenado sacerdote por Mons. Carlos de la Torre el 4 de julio de 1936. Para entonces sólo tenía 26 años. Proaño fue iniciado en el ministerio del sacerdocio por un fuerte sentido antiliberal que más tarde le ameritaría el honor de parte del Papa.

Proaño fue sacerdote, un hombre de fe; por ende, tuvo una vida pública muy activa. En su libro “Concientización, evangelización y política” (1992), deja en claro que la lucha por los pobres necesariamente desemboca en la esfera pública o en el campo político. Luchar por los pobres es concientizar la sociedad y la Iglesia para que éstos puedan dar cuenta de su realidad y ver valorada su palabra. Otros pasos importantes tienen que ver con la evangelización vinculada al “hoy y aquí” para dar esperanza.        

Proaño comenzó su labor pastoral en su provincia natal Imbabura (Diócesis de Imbabura). Curiosamente, no fue considerado por otros sacerdotes diocesanos como un sacerdote dotado, dado que no había estudiado en Roma como muchos de ellos. Ni siquiera fue considerado como candidato a la orden episcopal. Sorprendentemente, su primera asignación no fue una parroquia rural como era tradición para los sacerdotes recién ordenados; trabajó en la ciudad de Ibarra como maestro en el Seminario Menor.

Otras actividades tuvieron que ver con la organización de los trabajadores en la “Acción Católica”. Al mismo tiempo, actuó como subdirector y asesor de los Trabajadores Juveniles Católicos (JOC). Proaño logró organizar un grupo juvenil activo y dedicó la mayor parte de sus energías en conferencias, reuniones y trabajo en grupo. Fue a partir de esta intensa experiencia que se concretó el método de la Acción Católica: Ver-Juzgar-Actuar.  Los jóvenes se formaron en acciones relacionadas con la revalorización del papel de los trabajadores y protagonistas sociales, que se identificó con la lucha política actual.

La Iglesia Católica siempre vio el avance de la ideología de izquierda como una amenaza, particularmente el socialismo entre los sectores de los trabajadores. Por lo tanto, la estrategia era consolidar una organización que le permitiera asumir la influencia en los grupos juveniles, especialmente los artesanos y los trabajadores por cuenta propia.  

El joven Proaño impulsó la lectura en la ciudad de Ibarra y en la provincia. Por esa razón, estableció la Librería “Cardijn”, llevando el nombre del Cardenal Joseph Cardijn, fundador de la Juventud Católica Belga. Paralelamente, fundó un periódico, que mucho más tarde se transformó en el primer periódico de la ciudad. LA VERDAD se publicó por primera vez el 14 de mayo de 1944 y Proaño fue su primer editor. Esto se convirtió en el órgano principal que utilizaba diariamente para influir y dar forma a la opinión pública de la provincia. Una de sus importantes publicaciones “Rupito” fue publicada en partes en el día a día. De esta manera Proaño se trasformó en miembro prestigioso del clero diocesano y con un acento especial en temas sociales, algo que se puede apreciar en otros de sus libros: El trabajo y Ley universal.  

Foto: Archivo CEDHU
Taita Obispo

Proaño fue nombrado como séptimo obispo de Bolívar en marzo de 1954. La diócesis incluyó dos provincias, Bolívar y Chimborazo, estas últimas se dividieron en las de Bolívar y Riobamba en 1958, y así Proaño se convirtió en el primer obispo de Riobamba.

Entre 1954 y 1985 protagonizó su labor pastoral con visitas pastorales, escuchando y dialogando con la gente del Chimborazo y Ecuador, especialmente con los indígenas. La clase dominante, que era la minoría, manipulaba egoístamente a la sociedad del Chimborazo y, en colaboración con algunos sectores de la Iglesia, institucionalizó las injusticias, la explotación y la miseria.

Los indígenas lo llamaban padre obispo “Taita Obispo”, porque aprendió con su sensibilidad a acercarse, caminar y aprender de ellos compartiendo su palabra de esperanza y pan, la angustia y la esperanza de una realidad que eliminaría la injusticia profundamente enquistada, la explotación permanente y la miseria.

En la diócesis hubo conflictos entre el clero por las acciones del obispo. Algunos feligreses también tomaron posiciones en contra del obispo. Sin embargo, Proaño supo mantener el equilibrio en los momentos de conflicto y lucha de poder, y se mantuvo firme en la siembra de la semilla para una sociedad mejor. 

Ante los problemas encontrados en Chimborazo, entre ellos la binariedad – blanco-mestizo, blanco-indígena – Proaño logró el proyecto de la Iglesia de los pobres, con una mayor participación de los laicos, la horizontalidad y la inclusión de los indígenas. La nueva estructura y acción diocesana – elaborada con la participación de los Equipos Pastorales compuestos por sacerdotes, religiosos, campesinos, indígenas y mestizos – convirtió a la Iglesia de Riobamba en un laboratorio pastoral para América Latina.

Mural de la catedral de Riobamba, donado por Adolfo Pérez Esquivel a Mons. Leonidas Proaño
Reconocimiento de su legado

Proaño murió en agosto de 1988, pero su legado se mantiene vivo y actual. Su trayectoria pastoral y social revela un proceso de conversión permanente que básicamente fue apertura al cambio. Su capacidad de tomar decisiones transcendentales, basadas en convicciones, coherencia, creatividad y valentía lo hacen ejemplar. La ejemplaridad en Proaño fue su estilo de vida como ser humano, cristiano y obispo.

Leonidas Proaño tocó la vida de millones de personas en Ecuador y más allá. La vida activa y polémica de Proaño le valió enemigos y amigos al mismo tiempo. A pesar de ello, con el paso del tiempo, su legado en Ecuador lo ha convertido en la expresión de la identidad ecuatoriana. El 14 de agosto de 2008 la Asamblea Constituyente declaró al Obispo de los indios y de los pobres, Mons. Leonidas Proaño Villalba, como personaje símbolo nacional y ejemplo permanente para todas las generaciones, por su lucha contra la opresión, la exclusión y marginalidad en Ecuador y por la total entrega a un trabajo en búsqueda de la libertad, de justicia, y solidaridad como condiciones para la paz.

El pensamiento y obra de Mons. Proaño fueron declarados por el Ministerio de la Cultura como bien perteneciente al patrimonio cultural inmaterial del Estado ecuatoriano el 29 de agosto de 2008. Esta declaración fue como un reconocimiento del legado cultural que Proaño dejó para todas las generaciones del país y del mundo, al haber adoptado como forma personal de vida una decidida y permanente acción la reivindicación histórica de los derechos del pueblo indígena.

* P. Mauricio Awiti, imc, es misionero en Guano, Ecuador

Contenido relacionado